Este 10 de septiembre, día del trabajador de la industria lechera, nuevamente nos encuentra a cientos de compañeros y compañeras de SanCor, sumergidos en la peor de las tragedias que pueden sufrir los trabajadores: la de no tener los recursos básicos para sostener la economía de sus hogares.
Desde hace tres años un grupo de más de 400 empleados suspendidos por la empresa de manera permanente, percibimos la insignificante suma de $ 10.000 por mes, cómo único ingreso. Sin apoyo alguno de parte del sindicato, ni del gobierno, fuimos arrojados por la empresa a vivir como indigentes, arrastrando a nuestras familias a esta situación.
Desde entonces ATILRA, lejos de cumplir con la tarea de defender los derechos de sus afiliados, jugo y juega el rol de defensor de los intereses de la patronal. Convalidando frente al Ministerio de Trabajo de la Nación, el expediente que habilita a SanCor a pagar salarios por debajo del convenio, evadir aportes y permitiendo que se discrimine entre quienes trabajan y quienes no. Todos sus esfuerzos han estado centrados en gestionar ante ministerios y funcionarios de todo nivel salvatajes financieros para la Cooperativa (que por otra parte nunca llegan), dejando a los empleados librados a su suerte.
Ya nadie cree en los espejitos de colores que “Etin” Ponce y sus secuaces pretenden venderle a la gente. Durante el año pasado está dirigencia sindical, ante la necesidad de ganar las elecciones de la seccional Capital Federal, uso una vez más a los compañeros para lavar su imagen frente al resto de los trabajadores lecheros. Para ello inundó las redes de aparatosos comunicados, llamo a realizar paros intrascendentes y si movilizaron, lo hicieron siempre con un claro objetivo proselitista. Resultado: ellos retuvieron sus cargos, pero las soluciones prometidas nunca llegaron.
Por su parte, el Estado nunca hizo nada para hacer cumplir las leyes laborales que debieran proteger nuestros derechos. Pese a haber recibido las denuncias pertinentes y por lo tanto tener conocimiento pleno de la situación que atravesamos los trabajadores y de otras tantas irregularidades cometidas por la empresa, se le permitió a SanCor continuar con esta política que no es otra cosa que un brutal ataque a la vida de cientos de familias obreras. En todo este lamentable proceso, el gobierno solamente se hizo presente para intentar facilitar un negocio para un grupo de empresarios amigos del poder. También de esta turbia maniobra que no llego a concretarse nunca, son participes Ponce y ATILRA.
Llego la hora de decir basta y de llevar adelante las medidas que sean necesarias para terminar con tanta injusticia. Sin el acompañamiento de la burocracia ni del estado, la única salida es organizarnos y exigir con nuestros propios métodos una solución ya.
Que este 10 de septiembre marque el inicio de un plan de lucha genuino, para recuperar nuestros puestos de trabajo y nuestros derechos laborales.
Basta de silencio cómplice con empresarios que nunca dejaron de producir y vender, incluso importantes activos por millones de dólares, mientras hay empleados que reciben solo 10.000 pesos por mes.
No hay feliz día del Trabajador lechero con familias en la calle, viviendo en la miseria.
Trabajadores de SanCor

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