Mujeres, madres, empresarias y líderes en sus campos, Gloria, Mariela, Marianela y Laura fueron reconocidas en el marco del primer homenaje a "Las Rurales"

Cuatro mujeres que están al frente de emprendimientos rurales fueron homenajeadas por la Asociación Rural del Uruguay (ARU) con el primer reconocimiento llamado “Las Rurales”. Gloria Noya, Mariela Martínez, Marianela Merello y Laura Blanco fueron reconocidas por su trabajo en el campo.

Esta fue la primera entrega del reconocimiento “Las Rurales”, que se planea continuar en los años siguientes. Estas son las historias de las cuatro primeras, que según dijeron, esperan que muchas más mujeres puedan estar al frente de empresas rurales.

Con el tambo al hombro

La lechería para Gloria Noya no es algo nuevo. Toda la vida su familia tuvo tambo en la zona de Capurro, San José, y aunque de niña siempre anduvo en la vuelta, varias veces su padre le dijo: “El tambo no es para las mujeres”.

La empresa familiar, llamada Agropecuaria Capurro, remite a Conaprole desde los inicios de la cooperativa y con los años han ido creciendo. Gloria recuerda que cuando era chica su padre decía “tenemos que llegar a los 2.500 litros”, y hoy, el tambo remite 15.00 litros, lo que para ella es un gran logro.

 

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Cuando el padre de Gloria falleció ella se hizo cargo de la empresa, sin saber nada de la producción. Madre soltera y con tres hijos, se puso el tambo al hombro y fue aprendiendo sobre la marcha, con práctica, experiencias compartidas y los cursos brindados por Conaprole.

“No hice nada diferente de lo que hace cualquier mujer por sacar adelante un emprendimiento”, comentó a El Observador, y agregó que su mayor orgullo es haber sacado adelante un tambo referente para la cooperativa. “Si uno se propone las cosas, las logra”, destacó.

El amor por la lechería se sigue compartiendo en su familia, uno de sus hijos, el único que vive en Uruguay, hoy la acompaña en la empresa. Sus otros dos hijos viven en el exterior, una es maquilladora, y el otro, chef.

Entre vacunos y ovinos

Mariela Martínez conoce el campo de toda la vida. Desde chica se crio en el ámbito rural, en Durazno, donde su familia tenía cría de ganado. Cuando se casó se mudó a 3kms del campo familiar y junto a su esposo emprendió en el rubro ganadero. Fueron varios años los que trabajó junto a su marido en el campo hasta que el equipo se agrandó, primero adoptaron a Bruno, su primer hijo, y luego a Valentina, la segunda.

Los niños se criaron en el campo y fueron a escuelas rurales mientras sus padres trabajaban en el predio. Pero un día el marido de Mariela falleció y ella quedó frente al emprendimiento, y a la familia.

 

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Entre vacunos Angus y ovinos Highlander pasaron los años y la empresa salió adelante, con mucho trabajo. En el campo Mariela hace cría, venta de terneros y de cordero pesado.

Mirando para atrás Mariela dice que hizo lo que tenía que hacer. La ganadería “me gusta, me siento bien, y eso es lo importante”, comentó.

Ahora su hijo trabaja en el sector forestal, y Valentina, la más pequeña, viajará a Montevideo para estudiar en la universidad, aunque no se dedicará al campo. Mariela tiene pensado seguir en la ruralidad, no solo porque es su trabajo, sino porque es un lugar y un rol que le encanta disfruta, contó.

Un recorrido muy extenso

Marianela Merello tiene un recorrido muy extenso en el campo, según destacó.

Nació en el campo y actualmente está frente a un establecimiento ganadero que desde 1857 está en su familia, en Guichón. Su tatarabuelo fue el fundador de la empresa ganadera y el trabajo se compartió como herencia hasta llegar hasta ella.

 

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Trabajaba en el área financiera cuando su padre falleció y debió hacerse cargo del campo familiar, en un rol que hasta el momento no había pensado. Un tiempo vivió en la ciudad, pero luego se mudó al campo para dedicarse de lleno a las labores.

“He hecho muchas cosas, pero de las cosas que más me gustan es trabajar en el campo, y me encanta vivir allí”, sostuvo. 

Tiene dos colaboradores que trabajan con ella en el emprendimiento de cría, y esa colaboración la valora. Día a día Marianela anda a caballo, da tomas, ordena el ganado y más, pero reconoce que “nada se hace solo, los colaboradores son siempre de suma importancia”.

El reconocimiento la llenó de alegría, y destacó: “ojalá seamos las representantes de todas esas mujeres que trabajan en el campo”.

Eligió Uruguay

Laura Blanco lleva al sector rural bien cerca, hasta en su nombre. Cuando era niña, su padre comenzó una empresa ganadera y la nombró: Santa Laura, para homenajearla. Desde niña conoce el campo, su padre era invernador y trabajaba con una empresa de maquinaria. “Yo desde siempre viví toda esa etapa de crecimiento, de ver cómo mi padre hacía las cosas de campo”, recordó.

 

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Cuando se casó dejó Uruguay y se fue a vivir a Estados Unidos, donde nacieron sus hijos. Es economista y trabajó en varias empresas fuera del sector agropecuario, hasta que un día volvió a su país natal y no se fue más, porque el amor por el campo pudo más.

Administra una empresa ganadera en Cerro Largo, en la que se produce ciclo completo, hay cría e invernada. Pero además, hace varios años decidió emprender junto a su marido y sus hijos en el rubro olivícola, plantaron olivos y crearon una marca de aceites que le hace honor a la familia llevando el nombre Santa Laura. “El olivo nos cautivó porque es apasionante”, destacó.

La familia y el amor por el campo siempre la han acompañado. Reflexionando subrayó que los buenos resultados se han dado por el trabajo en equipo y el esfuerzo.

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