Jorge Olmedo, CEO de La Fayuca, explicó en el Congreso CREA 2022 el cambio fundamental que implica ofrecer libertad de acción a las vacas.

“Nuestro Uber puede ser no leer bien la cancha y dar esa ventaja”. Así lo indicó durante una charla ofrecida hoy en el Congreso CREA 2022, Jorge Olmedo, CEO de La Fayuca S.A., empresa propietaria del establecimiento La Polvorilla (Castelli, Buenos Aires), que implementó un sistema voluntario de ordeñe.

Dos años atrás comenzaron a incorporar la primera tanda de robots para contar actualmente con seis unidades de ordeñe automatizado, que se ocupan de atender a unas 380 vacas localizadas en un free stall. La transición de un sistema convencional a otro intensivo automatizado no fue una tarea sencilla porque requirió un esfuerzo importante por parte de los animales y del equipo de trabajo, pero luego del primer año lograron ir acomodándose para comenzar a estabilizar las producciones.

“Hoy formamos parte de un grupo de tamberos con robots (el cual funciona con metodología CREA) y en la Argentina existen más de 220 robots ordeñadores y otros más en camino; ya dejó de ser una novedad”, expresó el empresario lechero.

El sistema de producción intensivo con ordeño voluntario y automatización de procesos requiere trabajadores que realicen tareas diferentes a las de un tambo tradicional; al reducir al mínimo la necesidad de realizar trabajos operativos, el equipo puede concentrarse en la calidad de los procesos necesarios para brindarle un buen servicio a las vacas.

 

“No hay transformación y cambio en las organizaciones si el proceso no se inicia primero en los líderes, quienes tienen a veces que tener la capacidad de dejar a un lado sus grandes verdades para poder abrir más los oídos y dejar jugar al resto del equipo”, afirmó.
No hay transformación si el proceso no se inicia en los líderes, quienes tienen que tener la capacidad de dejar de lado sus grandes verdades para poder abrir más los oídos y dejar jugar al resto.

En esa dinámica de trabajo, Olmedo dijo que es fundamental tener la capacidad de hacer frente a los errores generados durante los procesos de transformación. “Cuando detectamos un problema, paramos la pelota para plantear los puntos sobre los cuales fallamos; en ese aspecto, la actitud del líder es central frente al fracaso para evitar que el mismo se torne en un condicionante”, precisó.

Si los errores no se procesan de manera adecuada, buscando aprendizajes en lugar de culpables, Olmedo dijo que puede darse el caso incluso de terminar “cambiando los objetivos” con el propósito de evitar la frustración y que eso eventualmente promueva la formación de “círculos viciosos que posteriormente son muy difíciles de parar”.

 

Con el nuevo sistema, ya pudieron detectar vacas con producciones individuales superiores a 60 litros diarios en la temporada alta lechera, de manera tal de contar con información sólida que permita ir armando un seleccionado de vacas estrella adaptadas al sistema intensivo.

Con el nuevo sistema, ya pudieron detectar vacas con producciones individuales superiores a los 60 litros diarios.

El sistema de ordeñe voluntario (VMS, por sus siglas en inglés) cuenta con tranqueras inteligentes que identifican y derivan a las vacas hacia el robot de ordeño o bien a salas de alimentación si el animal fue ordeñado recientemente pero aún desea volver a ingresar para alimentarse con ración. En caso de que una vaca no ingrese al área en un tiempo prudencial, el sistema dispara una alarma para que un encargado pueda localizar al ejemplar y verificar qué sucede con el mismo.

Las mejoras implementadas además incluyen un galpón techado para terneros/as y un “túnel de enfriamiento” con grandes ventiladores que distribuyen chorros de agua durante el verano, además de un galpón de preparto –también tipo free stall– con camas de goma y un sistema de manejo de efluentes, el cual, además de abarcar todos los espacios por donde transitan las vacas, posee un separador de sólidos tipo “tornillo” que permite reutilizar el agua tratada para lavado de pisos por medio de un sistema de flushing.

La empresa también implementó un sistema automatizado de elaboración de raciones, el cual lo único que requiere es medir la calidad de los insumos e incorporarlos a diferentes silos para que, una vez diseñadas las fórmulas por el nutricionista, el equipo las mezcle de acuerdo a los criterios predeterminados. El hecho de poder ofrecer una ración de calidad uniforme en el tiempo permite reducir desvíos que terminan impactando en la productividad de las vacas.

Los robots permiten alimentar a los animales con diferentes tipos de raciones según las necesidades diferenciales de las vacas y vaquillonas en ordeñe. En un futuro, como el sistema permite identificar de manera individual a cada ejemplar, quizás puedan diseñarse dietas en función de las necesidades particulares de cada vaca.

La automatización del ordeño y del sistema de confección y distribución de raciones permite contar con un volumen enorme de datos que, luego de ser analizados, pueden generar la información necesaria para poder detectar aquellas vacas mejor adaptadas a un sistema intensivo. Parte del proceso de selección genética se fundamenta además en el uso de semen de toros Holando validados por métodos genómicos en EE.UU.

El CEO de La Fayuca explicó que el cambio de paradigma en la producción lechera no consiste en el hecho de que un robot ordeñe perfectamente a una vaca, sino en brindar la posibilidad, gracias a la tecnología, de que cada animal decida cuándo quiere comer, ordeñarse o dormir.

Además de los robots, la empresa emplea un conjunto de tecnologías, como arrimadores de comida, sensores de estrés térmico o de condición corporal de las vacas, que permiten generar información útil en tiempo real para gestionar de manera cada vez más eficiente al sistema lechero.

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