Para el número 251 de la revista Frisona Española tuvimos la oportunidad de hablar con Fernando Estellés Barber sobre el impacto ambiental de la ganadería para romper mitos sobre la contaminación que emiten las vacas.

Fernando Estellés es Doctor Ingeniero Agrónomo por la Universitat Politécnica de València, de la que es Profesor Titular, y Subdirector del Departamento de Ciencia Animal en el Instituto Universitario de Ciencia y Tecnología Animal, donde ejerce también como investigador.

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El impacto medioambiental de la producción ganadera ocupa el centro del debate público desde hace un tiempo. ¿Qué cambio de modelo debería ofrecer el sector agropecuario para mejorar su imagen?

El sector agropecuario no es ajeno, en absoluto, a los problemas de contaminación ambiental que estamos viviendo. No sólo como una de las actividades con impacto sobre el medio, sino como un sector que se ve afectado por los efectos del cambio climático. La aparición de nuevas enfermedades, el estrés térmico, la incertidumbre en las cosechas que condicionan los precios de los alimentos son algunos de los ejemplos. Esto hace que sea imprescindible adaptarse, tanto a reducir el impacto como a la nueva realidad. Las granjas de los próximos años van a tener que tener un control muy detallado de su consumo de recursos y el uso de los subproductos generados (estiércoles y purines), además de hacer mejoras en alimentación, genética, instalaciones, manejo de los animales y otros ámbitos para ser más eficientes desde el punto de vista ambiental.

Reconectar la producción ganadera con la agrícola se me antoja también fundamental. La ganadería necesita de la agricultura y viceversa, es fundamental que se reconecten ambos mundos en términos de circularidad de nutrientes y se reduzca la distancia entre los sitios donde se producen los alimentos de los animales y donde éstos los consumen, facilitando así el uso adecuado de estiércoles y purines como fertilizantes.

En la Reunión Nacional de Mejora Genética Animal celebrada el pasado junio en Madrid, impartió la ponencia ¿Hay que dejar de producir animales para salvar el planeta? en defensa de la producción ganadera. ¿Cuál sería la respuesta más sencilla para el público que se expone a una información incompleta?

La cuestión es que no hay una única solución mágica a día de hoy a los problemas de contaminación. La ganadería tiene un impacto sobre el medio, eso es innegable, pero se ha magnificado mucho. Muchas veces se presenta información sesgada o descontextualizada que apoya determinadas teorías preconcebidas. Para poner un ejemplo, hay un estudio en el que se simuló el efecto sobre la producción de gases de efecto invernadero en EEUU si toda la población abandonara el consumo de productos animales y la reducción de emisiones no alcanzaría el 3 % del total. Es casi anecdótico.

La emisión de metano por parte de nuestras vacas se apunta desde ciertos sectores como uno de los máximos responsables del cambio climático. ¿Comparte esta opinión?

En absoluto. Las vacas no son siquiera la principal fuente de metano en el mundo, se encuentran por detrás de los vertederos, por ejemplo. Es más, las emisiones de gases de efecto invernadero de todo el sector ganadero (incluyendo la producción de alimentos para los animales, el transporte de los mismos, etc.) suponen menos del 15 % del total de emisiones. Y ahí entran también otros gases como el óxido nitroso y las emisiones de otros animales como pollos y cerdos. Por tanto, no, no puedo compartir esa opinión porque no está fundamentada.

“… las emisiones de gases de efecto invernadero de todo el sector ganadero (incluyendo la producción de alimentos para los animales, el transporte de los mismos, etc.) suponen menos del 15% del total de emisiones.”

¿Se pueden compensar estas emisiones con el manejo, la alimentación, etc.?

Se puede reducir pero no compensar. Se podría estimar que se pueden reducir las emisiones entre un 20 y un 30 % con las medidas que conocemos actualmente, pero siempre dependiendo del caso y de las características de la granja.

¿Cómo podrían ayudar a la captura de carbono las vacas en pastoreo y las vacas en ganadería intensiva?

La captura de carbono es una forma de reducir las emisiones globales del proceso de producción. Es un proceso mediante el que parte del carbono que hay en la atmósfera se secuestra en el suelo a través de la mejora en su estructura añadiendo materia orgánica. Para ello se tienen que dar dos condiciones, en primer lugar que la carga ganadera sea baja y la gestión del territorio adecuada. No se va a producir una captura de carbono con densidades ganaderas altas. En segundo lugar que el suelo sea pobre en materia orgánica y tenga margen de mejora. Si un terreno se ha manejado durante muchos años de forma correcta podemos decir que ya no ‘le cabe’ más materia orgánica y no puede capturar carbono. Así que la captura de carbono no es para siempre ni en todos los casos. Un buen manejo del suelo es fundamental y puede aportar mucho a la reducción de emisiones, pero tampoco va a ser la panacea.

¿En qué líneas de investigación se está trabajando actualmente para minimizar el impacto medioambiental de las producciones ganaderas?

Se está trabajando a todos los niveles: desde la alimentación, mejora genética, manejo del rumen, mejora de los alojamientos, gestión de los estiércoles y gestión del suelo. Afortunadamente, en España tenemos equipos de investigación de referencia en todos estos ámbitos trabajando intensamente en colaboración con investigadores a nivel internacional. Estos trabajos se han desarrollado desde hace varios años y ya se han producido avances muy significativos en la reducción del impacto ambiental. Ahora bien, aún necesitamos transferir al sector los resultados de la investigación. Tenemos que redoblar los esfuerzos por parte de todos los actores: sector, administración y academia, para que este conocimiento se implante en nuestras granjas de forma más global.

Centrándonos en el sector de vacuno lechero, ¿cuáles son los principales desafíos?

Si hablamos de vacuno, siempre aparecerá el metano como gran caballo de batalla, pero en mi opinión no debe cegarnos. Es clave trabajar sobre la alimentación de los animales encontrando materias primas con menor impacto, a ser posible locales que reduzcan también la volatilidad de precios. Tenemos que ser capaces de aprovechar mejor la capacidad de las vacas para aprovechar alimentos que no son útiles para humanos, cerdos o pollos como los subproductos de la industria alimentaria, que tienen un bajísimo impacto ambiental asociado. Creo que hay margen para mejorar la eficiencia en las explotaciones, producir más con menos, a través de la genética y del manejo. También hay que optimizar el uso de los estiércoles y purines como fertilizantes, reduciendo así el uso de fertilizantes de síntesis que tienen un elevado impacto ambiental en su producción.

“Tenemos que ser capaces de aprovechar mejor la capacidad de las vacas para aprovechar alimentos que no son útiles para humanos, cerdos o pollos como los subproductos de la industria  alimentaria, que tienen un bajísimo impacto ambiental asociado.”

No solo se ha demonizado la producción pecuaria, sino el consumo de carne y productos lácteos. ¿Qué consecuencias cree que traería al campo la reducción de nuestra cabaña ganadera? ¿Qué efectos tendría, en su opinión, sobre la alimentación humana?

La reducción de la cabaña ganadera pude tener implicaciones muy negativas para el tejido social en el ámbito rural. La producción de alimentos (tanto agricultura como ganadería) está íntimamente ligada a la población rural, y la pérdida de parte de este tejido tendría implicaciones muy graves sobre la estructura de la población, desplazando aún mas a la población a las ciudades y agravando el problema de despoblamiento y abandono rural. A nivel nutricional, lo primero que quiero señalar es que no soy un experto en el ámbito, pero sí considero que los alimentos de origen animal tienen una elevada calidad nutricional y nos aportan muchos nutrientes y micronutrientes. Es difícil de entender que renunciemos a este tipo de alimentos. Por otro lado, más allá de nuestro caso como sociedad occidental en la que la mayor parte de gente tiene acceso a la comida, es importante recordar el gran papel que juega la producción ganadera en la seguridad alimentaria (entendida como la provisión de alimentos) en muchas otras partes del planeta. Hay zonas en las que la ganadería es la única forma de obtener los nutrientes para asegurar la salud y nutrición de muchos estratos sociales.

Otra gran preocupación es el bienestar animal. ¿Cómo se compatibiliza con el cuidado del medioambiente y los condiciones de manejo y alimentación que conlleva?

El bienestar animal es una herramienta más para mejorar la eficiencia de las explotaciones. Si los animales están en mejores condiciones de bienestar van a ser menos propensos s sufrir enfermedades y estrés y esto se traduce en conseguir producir lo mismo o más, con menos. Muchos ganaderos ya se han dado cuenta de esto y el bienestar ya es su prioridad hace años. Esta mejora en la eficiencia redunda directamente en un menor impacto ambiental, así que hay que pensar que, en general, cuando mejoramos el bienestar, mejoramos también la sostenibilidad ambiental de las granjas.

“Si los animales están en mejores condiciones de bienestar van a ser menos propensos s sufrir enfermedades y estrés y esto se traduce en conseguir producir lo mismo o más, con menos.”

¿Cuál es el papel de la selección genética en la consecución de animales sanos, rentables y adaptados a las normativas medioambientales?

La selección genética es fundamental hoy en día como lo ha sido en las últimas décadas. Los objetivos de selección han ido amoldándose a las necesidades de las sociedad y ahora mismo se trabaja en conseguir animales no sólo productivos, sino más robustos y que sean ambientalmente más eficientes. Hay un proyecto en marcha en España desde hace años en el que se está tratando de identificar aquellos animales que menos metano producen pero que siguen siendo productivos y robustos, y los resultados son muy prometedores.

¿Qué posición ocupa España –entre otros países de nuestro entorno– respecto a medidas implantadas para la asegurar la sostenibilidad del medio ganadero y agrícola?

Es difícil poder hablar de la posición que ocupamos como país en comparación a nuestros vecinos puesto que no hay un registro exhaustivo. España, como país miembro de la UE lleva muchos años trabajando con políticas medioambientales que tratan de reducir el impacto ambiental de las actividades agrícolas y ganaderas. La sensación es que hemos empezado un poco más tarde que otros países del centro y norte del continente, pero nos estamos poniendo al día aceleradamente aprendiendo de sus experiencias.

Por último, ¿cómo se imagina el sector ganadero (ganaderías y efectivos) a medio y largo plazo y cuáles considera que son las claves para su viabilidad económica y social?

Creo que la ganadería va a seguir existiendo como una actividad estratégica para proporcionar alimentos y asegurar la estructura social de la población rural. Durante las últimas décadas se ha visto una tendencia a tener cada vez menos explotaciones pero más grandes y especializadas que permiten ajustar mejor los márgenes de beneficios y sobrevivir a nivel económico. Esta evolución tiene ventajas (mayor eficiencia a nivel global) pero también desventajas (menor efecto positivo a nivel social y de distribución de la riqueza y mayor dependencia de pocos agentes). En mi opinión, hay una tendencia a atajar esta tendencia, pero debe verse apoyada por un valor añadido en los productos (e.g producción familiar, de cercanía, etc.) o con compensaciones públicas que valoricen el impacto positivo a nivel social y territorial. Volver a ligar la ganadería a la tierra se me antoja como un factor clave para asegurar su competitividad y supervivencia. Producir los alimentos que se consumen en la explotación y reutilizar los estiércoles como fertilizantes de forma racional es clave. Sólo de este modo se reducirá la dependencia de agentes externos y la volatilidad de las materias primas y la energía. Desde luego, no habrá ganadería si no es más respetuosa con los animales y el medio ambiente, pero también con las personas involucradas en la producción (ganaderas y ganaderos). En general soy optimista respecto al futuro de la ganadería, pero vamos atener que replantearnos los paradigmas de la producción de los últimos 50 años.

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