Colanta transformó para siempre el consumo de leche en los hogares, aumentando la frecuencia y calidad. De la venta por cada barrio pasó a tener 144 distribuidoras, almacenes y comercializadoras.
En la fría tarde del 24 de junio de 1964, en Donmatías, 65 campesinos se reunieron en un salón. Es fácil imaginar sus caras y el ambiente.
El gobierno departamental acababa de prohibir la venta de leche cruda dejando a 210.000 familias campesinas sin trabajo. Proleche, Paquita y San Martín tenían un oligopolio que dominaba el 95% del negocio y se lo hacían saber a los campesinos imponiéndoles todo tipo de exigencias. Por ejemplo, solo les compraban tandas de 40 litros en adelante, pero la mayoría no llegaba a producir ni 10 litros, pues los suelos del Norte de Antioquia estaban yermos por la minería.
De la reunión salieron con un acuerdo para fundar la cooperativa Coolechera, para hacerle frente a la crisis económica de las familias y abrirse un hueco en el monopolizado negocio.
Pero no todo fue leche y miel. En los nueve años posteriores, Coolechera estuvo al borde de la quiebra tres veces y el sueño de salir a flote a punta de cooperativismo parecía imposible. Cuando a mediados de 1973 la liquidación estaba lista para deshacer la cooperativa, apareció Jenaro Pérez.
El médico veterinario y zootecnista tenía un lema que repitió cada vez que las cosas se ponían duras: “haga lo que deba, aunque deba todo lo que haga”. Y fiel a su máxima tomó un préstamo bancario y se puso a modernizar la que desde ese momento se llamaría Colanta. Viajó al exterior a comprar maquinaria y adquirió el lote en barrio Caribe. A partir de ahí llegaron, uno tras otro, los hitos que hicieron a la cooperativa una de las marcas más importantes en la historia de Colombia.
El 25 de julio de 1976 Colanta vendió su primer litro de leche pasteurizada. Fueron 5.720 de las memorables botellas de vidrio las que se vendieron ese día. Había comenzado la revolución de la leche.
El 1978 nació el departamento de asistencia técnica que transformó el Norte de Antioquia con sus débiles suelos en una potencia pecuaria. Y fueron llegando las plantas pasteurizadoras, pulverizadoras y el frigorífico, todas, reconocidas como las más modernas del país. La cooperativa agroindustrial más importante del país siempre fue un paso adelante. Por eso cuando entró en vigencia el TLC con Estados Unidos (mayo de 2012) y mientras el sector agropecuario se rascaba la cabeza, Colanta estaba preparado y llevaba ocho años exportando yogures y quesos y era la única marca certificada por la FDA en Estados Unidos.
En 2016, tras 43 años al frente, Jenaro Pérez le dio paso a Sergio González Villa. Cambió el mando pero no la visión de la cooperativa. Colanta siguió liderando la pelea para llevar productos de calidad a la mesa de los colombianos.
En 2021, 8.980 toneladas de lactosuero entraron al país, una cifra enorme para un producto que carece de valores nutricionales y por lo tanto su consumo frecuente puede derivar en problemas de salud. No obstante, la importación de lactosuero ese año fue 34,1 % menos que en 2020, en buena medida gracias al aumento en la participación de Colanta en el suministro a la industria colombiana para la fabricación de productos lácteos.
En los 58 años de historia, Colanta ha sorteado las trampas del sector, ha sabido leer los momentos claves y anticiparse a las transformaciones y sus cifras demuestran que apostarle a la calidad de los productos y al bienestar de los campesinos productores es el camino correcto. En 2021 Colanta obtuvo más de $2,91 billones, un crecimiento del 15,98% en relación con el año 2020. Uno de los grandes aciertos fue que incrementó el precio de la leche pagada al productor en un 30% en 2021, cifra récord en el sector.
Con sus cerca de 4.000 asociados, 8.000 trabajadores y 10.000 pequeños productores de leche; su producción de 2,5 millones de litros de leche y derivados lácteos diarios, y sus 16 plantas de procesos (incluyendo una para producir helados), Colanta está lejos de sus inestables inicios y tiene un papel protagónico en la transformación del campo, el sector y en la cotidianidad de los colombianos
CONTEXTO
Quienes conocen la historia de Colanta cuentan que la oficina de Jenaro Pérez siempre estuvo abierta, sin citas ni arandelas, para cualquier empleado y asociado que acudía a él buscando solución a problemas laborales, de producción y hasta personales. Con este estilo de gerencia logró en momentos críticos recibir el apoyo de los asociados y retener el talento que siempre fue apetecido por otras firmas y hasta en el exterior, y que llevó a Colanta a liderar los procesos técnicos y la vanguardia tecnológica del sector.