Una vez les conté que la altura es un indicador importante de la salud, el desarrollo y el estado nutricional general de los niños, y que se ha estudiado que aquellos que se alimentan con leche de vaca y sus derivados diariamente son más altos en tamaño que los que los reemplazan con alternativas vegetales.
En esta misma línea, y con subsiguientes investigaciones volvemos a probar y comprobar cómo el consumo de lácteos, de leche y sus derivados, nos favorece en todas las etapas de la vida, desde tiempos ancestrales.
La selección natural según predicaba Darwin, junto con la evolución de las especies, hacen que un individuo de una determinada especie se adapte al medio, con lo que encontramos que el mejor adaptado es el que sobrevive… pero no solo queremos sobrevivir, ¿correcto?
Queremos crecer desarrollando de la mejor manera posible, todo nuestro potencial físico e intelectual, que, a lo largo de la historia de la humanidad, entendimos que es… ¿infinito? Yo creo que sí. Pero también estoy segura que no es siguiendo modas nutricionales ridículas que vamos a lograrlo.
En algunas regiones del planeta hubo un marcado aumento de la estatura y la masa corporal de los seres humanos. Lo descubrió un estudio de la Universidad de Western Ontario, y esta diferencia estuvo signada por el consumo de lácteos. Y es dato, no relato.
En esas regiones, los humanos evolucionaron genéticamente al producir enzimas para digerir la leche en edad adulta, o lo que es lo mismo, se volvieron lactasas resistentes.
16 investigadores compararon la estatura y la masa corporal de 3.507 esqueletos provenientes de 366 yacimientos arqueológicos diferentes, y obtuvieron una gran cantidad de datos que les sirvieron para comparar y examinar la variación del cuerpo humano a lo largo del tiempo y la ubicación geográfica.
Los esqueletos hallados en las zonas donde la agricultura no prosperó y las personas pasaron de producir queso y yogur a consumir directamente leche cruda, con niveles de lactosa mucho más altos, fueron de mayor tamaño que en las otras.
En las regiones donde hay evidencia genética de un mayor consumo de leche, también hay aumentos en la estatura y masa corporal.
El legado del consumo de leche en la antigüedad continúa marcando el patrón hoy en día, a través de diferentes tendencias de intolerancia a la lactosa en las distintas poblaciones: los habitantes del norte de Europa toleran la lactosa con más frecuencia que los del sur, por ejemplo.
El consumo de lácteos ha sido culturalmente importante en todos los continentes, que ven es su población el legado genético de las proteínas de la leche, de padres a hijos, de generación en generación, desde antaño.
La leche, sus derivados, son fuente esencial de nutrientes que aportan energía, proteínas de alta calidad, carbohidratos (lactosa) que contribuyen en la absorción de calcio y grasas que son fundamentarles para el transporte de vitaminas liposolubles, son un alimento completo en una dieta balanceada a partir del año de vida, desde siempre y para siempre.
Una alimentación completa, equilibrada y saludable estará determinada por el contexto sociocultural, los hábitos, la accesibilidad de los nutrientes, las características de las personas como su edad, género, si padece de enfermedades crónicas y su grado de actividad física. Sin embargo, los principios para una alimentación saludable vienen dejando su huella de la mano de los lácteos desde hace 7.000 años.
El buen estado físico tiene una gran influencia en la salud y está asociado con un menor riesgo de padecer enfermedades. El desarrollo de nuestras capacidades intelectuales, está directamente relacionado con la calidad de nuestra nutrición, desde nuestras primeras horas en este mundo, y durante toda la vida. El tamaño importa, y el contenido también.
Consumir lácteos hace bien, vos ¿Ya tomaste tu vaso de leche hoy?