Los productos de alternativas vegetales cobran cada vez más relevancia en la dieta del consumidor. Según el informe elaborado por la Asociación de Fabricantes y Distribuidores (AECOC) titulado ‘El consumidor de alternativas vegetales a los lácteos’, siete de cada diez españoles opta por las alternativas vegetales a los lácteos y se espera que el 42% de ellos aumente su volumen de consumo.

El último estudio elaborado por la consultora Nielsen, llamado ‘El mercado de las alternativas vegetales en Europa: ¿Cuál es su tamaño real?’, constata que el sector europeo de alimentación basada en plantas crece sin parar, alcanzando un valor total de ventas de 3.600 millones de euros el pasado 2020. Este estudio, se enmarca dentro del proyecto llevado a cabo por la Unión Europea (UE) denominado ‘Smart Protein’ que tiene como objetivo desarrollar ingredientes y productos proteicos alternativos para humanos que tengan un impacto positivo en la bioeconomía, el medio ambiente, la biodiversidad, la nutrición, la seguridad alimentaria y la confianza y aceptación del consumidor.

En España, según los datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, la venta de productos ecológicos en 2021, alcanzó el 2,3 % sobre el total de las ventas de alimentación. Dentro de este sector ecológico español, las bebidas vegetales representan el 5,7% del total. De hecho, las ventas de leche vegetal o preparados vegetales, lideran el mercado en la mayoría de los países de nuestro entorno, seguidas de la carne vegetal. En concreto, según el estudio financiado por la UE, el mercado de la leche vegetal creció un 36% en términos de valor de ventas entre 2018-2020.

El mercado de la leche en cifras

A lo largo de los años, y especialmente en la última década, se ha extendido notoriamente el consumo de bebidas alternativas a la leche en el mundo, de hecho, en el 2021, se consumieron cerca de 6.700 millones de kilogramos de estos sustitutos según el portal Statista. Pero el mercado de la leche tradicional sigue siendo mucho mayor. Las ventas de leche convencional generan unos ingresos de alrededor de 120.000 millones de dólares en el mundo, mientras que, las bebidas vegetales generan siete veces menos de ingresos.

El volumen total de consumo en España fue de 246 millones de litros, equivalentes a 318 millones de euros en 2020. Estos datos del informe Smart Protein, indican que los españoles somos los europeos que más litros de bebidas vegetales consumimos por persona: 5,20 litros por persona al año. Según la organización ProVeg Internacional, los españoles consumimos, preferentemente, bebidas vegetales de avena (39%), soja (29%) y almendra (18%), lo que suma el 86% del mercado total. Calculan que estos preparados vegetales ya están en el 37 % de los hogares españoles.

Este incremento de las bebidas vegetales índice negativamente en la venta de la leche animal. El Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación constata que el sector lácteo tradicional está decreciendo. La leche líquida (entera, desnatada, semidesnatada y enriquecida) ha tenido un consumo anual de 70,43 litros por persona durante el año 2022 lo que supone un descenso global del 4,2%. El portal Statista constata, que el consumo de la leche entera, ha decrecido significadamente en la última década, pasando de los 49 litros per cápita en el año 2000 a los 19 litros per cápita en el año 2021.

Por qué el consumidor opta por las bebidas vegetales

Desde la Fundación Española de la Nutrición insisten en la importancia de beber leche de vaca durante todas las etapas de la vida. Consideran que “es el mejor aporte de calcio, vitaminas y otros nutrientes necesarios para la formación de huesos, durante la infancia y la adolescencia”. Además, recomiendan consumir leche al menos 2 veces al día, junto con otros derivados lácteos. Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) y la Organización Mundial de la Salud (OMS): «La leche contribuye de manera importante a satisfacer las necesidades del cuerpo humano de calcio, magnesio, selenio, riboflavina (vitamina B2), vitamina B12 y ácido pantoténico (vitamina B5)». Por su parte, desde la Federación Nacional de Industrias Lácteas (FENIL) indican que los lácteos y las bebidas vegetales no son realmente comparables desde el punto de vista nutricional y afirman que los productores españoles han reducido su contenido mediano en azúcares añadidos por encima de los objetivos marcados para hacerlos más saludables.

A pesar de todo lo indicado anteriormente, para ProVeg Internacional, en la actualidad, hay una fuerte corriente entre los consumidores que aboga por sustituir estos productos lácteos animales por sustitutos vegetales que, según indican, es consecuencia de varios factores:

• Intolerancias y alergias: La lactasa que es la enzima intestinal que permite digerir la lactosa presente en la leche. Por este motivo, entre un 30 y un 50 % de las personas en España padece intolerancia a la lactosa, según la Sociedad Española de Patología Digestiva. Además, la alergia a la leche afecta a entre el 1 y el 3 % de la población, resultado de la reacción inmunológica a ciertas proteínas de la leche. Las bebidas vegetales sin lactosa son más ligeras y fáciles de digerir y son aptas para los intolerantes y alérgicos a la leche.
• Concienciación ecológica: La producción de leche de vaca produce entre dos y tres veces más gases invernadero que la de las bebidas vegetales y tienen una huella de carbono de menor, algunas entre un 63 % y un 78% menor que la leche de origen animal. Además, se necesitan 9 metros cuadrados de tierra y 628 litros de agua por cada litro de leche de vaca producido, según un estudio realizado por Poore&Nemecek frente a los 0,7 kg de la leche de almendras, los 0,9 de la leche de avena y 1 kg de la leche de soja. Por su parte, con el agua ahorrada al optar por leche de soja en lugar de leche de vaca, ahorramos el equivalente a 6 duchas.
• Opción de dieta saludable: Las bebidas vegetales, como la leche de soja, contienen ingredientes como las isoflavonas, que las hacen especialmente beneficiosas en la dieta porque ayudan a prevenir el riesgo de enfermedades cardíacas, así como algunas formas de cáncer y osteoporosis.