Por estas horas deberían estar en manos del Fideicomiso Financiero de Administración Reestructuración SanCor, los primeros $600 de $1.200 millones asignados desde el Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES), por decisión administrativa de Juan Manzur y Sergio Massa.
La cooperativa láctea tendrá que rendir cuentas -el 70% lo debe destinar a compra de leche, el otro 30% a insumos- como condición para recibir otro tanto más. La empresa que tiene capital emocional, trascendencia social, valor de marca, un centro de distribución en el Gran Buenos Aires y cuatro plantas industriales activas, arrastra un pasivo que no puede afrontar si no logra capital de trabajo suficiente por sus propios medios.
¿Sirve la ayuda nacional? Nadie responde que el aporte del gobierno central es la solución. Se trata de una salida de emergencia tras el fracaso de otro fideicomiso -SanCor Capital- que la cooperativa consintió por gestión del gremio Atilra y bajo promesa de un crédito estatal.
En esa instancia participaban los empresarios José Urtubey, Marcelo Figueiras, el abogado Leandro Salvatierra, Gustavo Scaglione y el especialista Jorge Estévez. Urtubey negó en Santa Fe a El Litoral, que sea un esquema de “capitalismo de amigos”. El ministro Matías Kulfas fue separado del cargo y quienes se presentaron para administrar un crédito del Banco Nación, intentaron salir al mercado con emisión de deuda; nunca llegaron los US$60 millones anhelados.
“Yo me veo en la obligación de aclararles que aquél fideicomiso hoy no está funcionando, porque los empresarios que supuestamente iban a trabajar en la empresa no están, no aparecieron”, explicó el secretario de Relaciones con la Sociedad Civil y Desarrollo Comunitario, Fernando “Chino” Navarro, cuando Atilra reclamó con amenazas de paro por aquel esquema fallido. El Fideicomiso que ahora recibe el subsidio nacional, es anterior y el fiduciario es el BICE, Banco de Inversión y Comercio Exterior.
La situación de la empresa
SanCor procesó -entre julio de 2021 y junio de 2022- 533 mil litros de leche por día promedio (1,7% del mercado nacional). Hoy está por debajo de esa cifra, lejos de los 700 mil litros que le permitirían no perder plata en el día a día, y más lejos aún de poder pagar sus cuentas con la producción propia.
Manfrey procesa -según el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina- 437 mil litros diarios y muestra que el formato cooperativo es viable si los gerenciamientos son eficientes y eficaces, algo que por ahora no se demuestra, el menos en los términos del desafío planteado en SanCor.
También que es una excepción en un mundo dominado por capitales privados, internacionales como la canadiense Saputo (3,8 millones de litros diarios en Rafaela), la Milkaut en manos de la francesa Savencia (660 mil litros) o nacionales como Mastellone (La Serenísima, 3,4 millones de litros diarios).
La Argentina debe bajar expectativas tamberas por estas horas; por los efectos de la sequía y del dólar soja, que dejan menor productividad y costos elevados, la concentración a manos de los más grande es una tensión latente. Si el gobierno central amenaza con cerrar exportaciones en procura de “precios justos” en las góndolas, la cadena se resentirá por su exposición a los efectos de la inflación.
A SanCor, Venezuela le debe unos US$18 millones. Un contable serio pasaría esa cuenta a pérdidas; Maduro no la va a pagar. En un país sin dólares ni moneda, no hay financiamiento ni inversores internacionales a la vista. Menos en un año electoral. El horizonte de la cooperativa que le dio gran parte de su vida a Sunchales y a vastas regiones del país, está acotado no sólo por su herencia de gerenciamientos depredadores, sino por una macroeconomía agobiante.
De los que ya están, las principales firmas exportan la mayoría de su producción, mientras en el mercado interno ganan espacio las Pymes que cuentan con la competitividad de mejores costos y otras ventajas menos formales. Del otro lado de la tranquera, los tamberos reciben pagos bajo la línea de flotación, mientras asumen mayores costos de alimentos por los dólares soja pasados y los que podrían venir.
SanCor ya vendió su línea de frescos (evita distribuir cada día y ahorra costos logísticos) y algunas plantas industriales; para muchos especialistas, aún tiene pendiente una mayor “reestructuración”, que no será incruenta -sobre todo en materia de personal- si procura sustentabilidad. Busca alternativas en eventuales nuevos socios, alquilando capacidad ociosa para trabajar “a fasón”, con joint-ventures… pero sin un plan concreto, la ayuda nacional sólo gana tiempo. O lo pierde.