El Codex Alimentarius, el más alto organismo internacional en materia de normas de alimentación, subsidiario de la ONU para la Agricultura y la Alimentación FAO y de la OMS, crea normas uniformadas universalmente, que sirven para proteger a los consumidores de los alimentos no seguros y para permitir a los productores, fabricantes y comerciantes, el acceso a los mercados eliminando obstáculos artificiales. Se basa en sólidos presupuestos científicos y es aceptado como marco de referencia.
Sus normas hablan del etiquetado, de los aditivos, de los métodos de análisis y pruebas, la higiene alimentaria, la nutrición y los alimentos para las dietas especiales, la importación y los sistemas de inspección y certificación, entre otras cosas.
Es un código de moral y de ética, no sólo para el comercio internacional, sino para que los consumidores sepamos sin lugar a dudas que lo que nos estamos llevando a la boca es lo que dice ser y no “algo por el estilo”.
Cuando de garantías se trata es de suma importancia llamar a las cosas por su nombre
Para el Codex Alimentarius leche es la secreción mamaria normal de animales lecheros obtenida mediante uno o más ordeños sin ningún tipo de adición o extracción, destinada al consumo en forma de leche líquida o elaboración ulterior; y lácteo es un producto obtenido mediante cualquier elaboración de la leche, que puede contener aditivos alimentarios y otros ingredientes funcionalmente necesarios para la elaboración.
Dice lo propio el Código Alimentario Argentino en su Artículo 553, Capítulo VIII referido a los alimentos lácteos.
No existe tal cosa como un lácteo vegano
¿Por qué nos molesta tanto que se llamen lácteos a alimentos en los que no interviene la leche ni por asomo? ¿Somos tan celosos de nuestras vacas que no queremos prestarle el nombre de su más noble producto a otras cosas? Y tal vez un poco sí, pero para ser objetivos, resemantizar es un juego tan de moda como peligroso, que puede llevarnos a lugares dónde no quisiéramos estar.
La FDA es la Agencia de Alimentación y Medicamentos de los EEUU, y sus determinaciones son influyentes para el mundo. Tanto que estamos todos espantados porque ha publicado una guía de etiquetado para las bebidas vegetales, que permite usar «leche» en su denominación.
El valor nutricional de la leche no puede ser sustituido por el de ninguna bebida vegetal. No hay nada en esos productos, más que el color, que pueda compararse con la verdadera leche. Ah, pero sugieren una declaración voluntaria de los valores nutricionales en comparación con la legítima leche.
Giuseppe Ambrosi, presidente da Asociación Láctea Europea (EDA) dice que existe un mercado válido para todos estos productos vegetales, y que no tendría que ser un problema esta convivencia, siempre que se promueva un fair play. Pero parece que no lo hay.
A Andrea Passerini la conocemos todos los que estamos vinculados con la lechería, ella es productora lechera, de auténtica leche de vacas, y cual si se tratara de un colmo de colmos, su hijo compró por error un producto vegetal disfrazado de mozarella, muy bien camuflado entre una góndola de quesos.
En apariencia es idéntico. Incluso podemos identificar una vaca en su empaque, para reforzar visualmente que es ¿un qué? ¿lácteo? Yo no estaría contenta si alguien usa mi imagen para para prestigiar un producto que no es otra cosa que un fraude ¿Serán felices esas vacas? Pues no, porque no existen.
Pero si ponemos mucha atención, está disponible la verdad de la milanesa (que claramente no será napolitana porque… no estaría teniendo queso) en la información que provee, lo que ¿exime legalmente? a sus fabricantes.
“Utilizan esos vericuetos como “felices las vacas” para engañar la percepción del consumidor; asociando éste que ese producto cuida el bienestar animal. Cosa muy distante a lo que realmente es y lo que se pretende desde esa filosofía. No obstante, los grises de la reglamentación y las leyes dejan abierta la posibilidad del engaño” dice Pablo Rach, médico veterinario de Elortondo, Santa Fe.
La FDA se basa en que se supone que el consumidor ya sabe que la bebida vegetal no es leche, pero la Federación de Industrias Lácteas de EEUU, dice que el hecho de que se haya arraigado el error de haber permitido usar el término leche para las bebidas vegetales en un principio, no es razón para seguirse equivocando en el presente.
En tanto el Pleno del Parlamento Europeo votó la prohibición del uso de denominaciones propias de los productos lácteos para productos de origen vegetal en 2020, reafirmando la prohibición ya existente.
¿Y por casa?
En casa sabemos, y por eso te lo contamos incansablemente, que consumir lácteos hace bien. Y ahora también te decimos, que estés atento y leas muy bien las etiquetas, porque las “no vacas” están a la vuelta de la esquina, pensando día y noche como engañarte mejor.