Las exigencias para el control del cambio climático vuelven escasos y encarecen los alimentos. Con miedo, con hambre, sintiendo indigna su existencia sobre la tierra y trunca su capacidad de valerse por sí mismo, el humano es fácilmente manejable.

Que el clima cambia es algo que está fuera de discusión. Lo que nos cuestionamos es el consenso de la opinión científica sobre que las causas son predominantemente, antropogénicas.

El cambio climático es un proceso complejo que involucra muchos factores interrelacionados ajenos a la humanidad, como las erupciones volcánicas y las variaciones en la radiación solar. La actividad del hombre sobre la tierra es uno más, con el que no está mal que nos involucremos y comprometamos, pero sí lo está que nos inmolemos, ciegos, en su nombre.

Podrán llamarnos negacionistas, pero la libertad también se defiende no es comprando paquetes cerrados que nos quitan la posibilidad de pensar, analizar y sacar conclusiones.

Los villanos que quieren dominar el mundo sí existen, y no son Pinky y Cerebro. Aprendamos a pensar, y reclamemos la posibilidad de hacerlo, o ¡que la inocencia nos valga!

El calentamiento global podría ser otra de las mentiras del socialismo, dijo el diputado argentino Javier Milei: “hace 10 o 15 años se discutía que el planeta se iba a congelar. Ahora discuten que se calienta, aquellos que conozcan cómo se hacen esas simulaciones van a ver que las funciones están sobresaturadas en determinados parámetros a propósito para generar miedo”.

Lo cierto es que las medidas que se toman por causa del cambio climático vuelven escasos y encarecen los alimentos. Lo vimos en Sri Lanka y ahora en Gran Bretaña.

Con miedo, con hambre, y sintiéndose indigno de existir y de valerse por sí mismo, el hombre es cada vez más manejable.

Un millón de oportunidades comerciales se abren con el argumento del cambio climático

Nos diseñan enfermedades a medida, desprestigian la producción y el consumo de los alimentos básicos y nos vuelven cada vez más dependientes.

Las empresas y corporaciones que se dedican a la producción y venta de tecnologías verdes, energías renovables, sistemas de adaptación, están de parabienes, así como las empresas de seguros que pueden vender pólizas para la protección de los riesgos del cambio climático, ni hablar de las compañías que ultraprocesan rebuscadísimos alimentos que calzan justo con las nuevas, “sostenibles” y ¿espontáneas? modas alimentarias: las oportunidades comerciales son infinitas… y son una bomba de daños colaterales.

Las herramientas de marketing que generan nuevas necesidades para vender nuevos productos son discutibles pero válidas, lo inaceptable es el sometimiento mundial ante políticas de empobrecimiento que nos llevan de regreso al medio evo.

Es importante que la comunidad científica sea independiente y objetiva, sin verse influenciada por intereses espurios; que esté guiada por la búsqueda de la verdad y la comprensión del mundo, y no por incentivos económicos o políticos; y que sus resultados se comuniquen de manera clara y objetiva a la sociedad.

En última instancia, abordar el cambio climático requiere la cooperación y la acción de todas las partes interesadas, incluyendo la ciencia, la política, la industria y la sociedad en general, pero no puede dejar de contemplarse el progreso, la dignidad humana y el derecho a producir bajo circunstancias razonables y no amañadas por caprichos ideológicos creados por los verdaderos villanos.

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