Contrario a lo que algunos piensan, sólo las multinacionales Saputo, y ahora Savencia, que acaba de adquirir íntegramente a Ilolay, operan en Argentina.

Los últimos datos publicados por OCLA, el Observatorio de la Cadena Láctea Argentina, revelan que los tres procesadores lácteos más grandes del país, son en 1° lugar la canadiense Saputo, con el 11,9 % de la totalidad de la leche procesada, en 2° lugar la local Mastellone Hnos., con el 10,8% y hasta ahora Williner, también
local con el 4,3%, que de una manera u otra, a través de Savencia Formage & Dairy, seguirá entre las 3 primeras, ahora sumando el porcentaje de Milkaut del 2,1 % que ya estaba en manos de la francesa.

El resto está súper atomizado. No existe monopolio en nuestra lechería. Son 24 las demás procesadoras lácteas que detentan entre el 3% y el 0,3% del volúmen de leche industrializada total del país, cada una.

Por mencionar sólo algunas, tenemos Nestlé, García, Verónica, Sancor, Danone, Manfrey y Ramolac.

Sí. Las razones y los números de la venta de Williner son señal de que algo está muy mal por estas tierras, pero si lo vemos desde otro punto de vista, es esperanzador que capitales europeos inviertan en nuestras empresas.

Williner procesa 540 millones de litros de leche al año produciendo leches larga vida, dulce de leche, leche en polvo, yogures, flanes, postres, manteca, crema y quesos rallados, fundidos, blandos, semiduros y duros.

Savencia es el segundo grupo quesero de Francia y quinto del mundo, con una facturación de 5.600 millones de euros y 21.900 empleados.

Aunque la suma no llegue a 100

Para que se den una idea, en los últimos meses, la láctea peruana Gloria, adquirió a la chilena Soprole con u$s 640 millones.

Con capacidad para un manejo de volúmenes similares de leche que Soprole, Williner le costó a los franceses de Savencia, la bicoca de un poco menos de u$s 100 millones.

Lo barato sale caro

Para los capitales extranjeros invertir en Argentina es barato… pero peligroso.

Sin embargo, por algún motivo estas gigantes siguen apostando. Y es que las probabilidades de crecimiento aquí son infinitas si las cosas se llegan a poner en orden.

Como están las cosas hoy, criar ganado lechero y hacerlo producir, no es negocio. Industrializar la materia prima, y luego venderla, actividades todas llevadas a cabo por distintos eslabones de la cadena, no es negocio; y es por eso por lo que algunas empresas se retiran, como los Williner, o como Lactalis (Parmalat), otra francesa que con presencia en 70 países alrededor del mundo, terminó de cerrar todas sus operaciones en Argentina en marzo pasado.

Cada medida que toma el gobierno es otro cimbronazo que demuele el valor de la lechería argentina. El último “Dolar Agro”, hundirá aún más al sector.

Se elevarán los costos de producción arriesgando la viabilidad del negocio tambero, además de gatillar un incremento en el precio de todos los productos lácteos.

Así lo advirtieron desde Apymel, entidad que nuclea a las pequeñas y medianas empresas lácteas, y pidieron que se contemple a las exportaciones lácteas en una
cotización diferencial para no seguir perdiendo.

lácteos

Panic Attack

El temor por la extranjerización hizo su aparición allá por 2015, cuando algunos empresarios señalaron que un proceso económico con bases similares a las del menemismo generaría un nuevo retroceso histórico que pondría en jaque a la reindustrialización nacional, que ya atravesaba un clima tormentoso, sin crecimiento y con ausencia de creación de empleo los 4 años anteriores.

La inversión internacional en empresas con grandes puntos de distribución, abría la posibilidad de que abastezcan al mercado local pero con productos provenientes de la importación.

Por eso, en ese momento la alianza de la alimenticia Arcor con la láctea La Serenísima, significó un fuerte respaldo de los sectores industriales a la política de empresas argentinas que realizaban acuerdos comerciales para mantener el sello nacional, en productos masivos de primera necesidad.

En el sector lechero, la fusión de las firmas Arcor de Luis Pagani -que incluyó a su socio Bagley, de la francesa Danone pero que la Argentina controla la mayoría de acciones- con La Serenísima de Mastellone, le sirvió a la alimenticia para explorar un nuevo sector productivo.

Temor fundado

La canadiense Saputo en 2003 compró Molfino Hermanos, con sus dos plantas de producción en Rafaela, Santa Fe y en Tío Pujio, Córdoba, desde donde comercializa La Paulina y Molfino.

La cantidad de empleados se redujo drásticamente. En tanto, el grupo francés Bongrain aprovechó en 2011 la crisis del sector que generó deudas millonarias a la Asociación de Unión de Tamberos, y terminó de comprar casi la totalidad de las acciones de Milkaut.

Valeria Hamann

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