España pierde vacas lecheras. Los ganaderos tienen que sacrificarlas porque es más rentable llevarlas al matadero para que sirvan de carne antes que ordeñarlas y producir leche. Solo en los dos últimos años, desde 2021, las explotaciones ganaderas de todo el país han visto como su cabaña se ha reducido en 35.000 animales, según datos de la Asociación de Ganaderos Productores de Leche (AGAPROL).
El problema radica es que a los ganaderos les cuesta dinero producir leche. Eugenio de la Morena tiene una granja en el pueblo madrileño de Colmenar Viejo. “Tengo a todas mis vacas en el corredor de la muerte”, asegura. “Ahora tengo 580 y en los últimos dos años he tenido que sacrificar 160. Esto es la ruina”.
De la Morena asegura que no se cumple la ley estatal de la cadena alimentaria, modificada en diciembre de 2021, y que estipula que no se puede pagar al distribuidor de un producto, en este caso la leche, menos de lo que al ganadero le cuesta obtenerla de sus vacas. “Actualmente, a mí me cuesta 57 euros producir una tonelada de leche, y me la compran por 57,5 euros, es decir, que solo gano 50 céntimos por tonelada”.
“Pero eso es ahora. Hace un año y medio producir una tonelada me costaba 48,62 euros. ¿Sabes a cuánto tenía que firmar con las distribuidoras porque, si no, no me recogían la leche? ¡A 41 euros! Yo ponía 8 euros y 62 céntimos por tonelada! Lo que me suponía unas pérdidas todos los meses de 10.500 euros”.
La guerra en Ucrania, el mayor productor de cereales de Europa, ha derivado en una fuerte subida de los costes de alimentación del ganado y en un notable incremento de los costes energéticos. A eso se ha unido los efectos de una climatología adversa que, tanto en España como en el resto de la UE, se ha evidenciado en una prolongada sequía que afectó a la calidad de los pastos para la alimentación.
“No solo se han disparado los costes de la alimentación de los animales (pienso y agua), también la electricidad, las medicinas, y el gasóleo para el transporte. “El forraje que comen mis vacas cuesta ahora 360 euros la tonelada, el doble que hace un año. Y cada vaca como 12 kilos al día”, señala De la Morena.
El Banco de España alertó incluso del problema a finales de marzo, señalando que “ante el aumento de los costes, resulta más rentable la venta de las vacas lecheras menos productivas (las de más años) para el aprovechamiento de su carne. Así, en España se habría producido una caída significativa en el stock de vacas productoras de leche en 2022″. Nada más y nada menos que 60.000 ejemplares menos desde 2016.
El ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación tiene datos más actualizados. En marzo de 2023, el censo de vacuno lechero era de 784.000 vacas, por lo que en los tres primeros meses de año se habían perdido otros 14.000 animales con respecto al cierre de 2022. Menos vacas conlleva menos ganaderos. Si en 2016 había 17.800 explotaciones ganaderas en toda España, hoy la cifra es de 10.577. El 77% se concentra solo en tres comunidades: Galicia, Asturias y Cantabria.
En la comunidad de Madrid la situación es más dramática. Hace una década, más de 100 ganaderos se dedicaban a este sector en la región. Hace dos años la cifra había bajado a 28, ahora sobreviven 14. El resto ha decidido cerrar, abandonar y vender su ganado. “Estamos importando leche de fuera. Si dejamos de producir leche abandonamos el sector primario, ¿qué haremos entonces? ¿Compramos la leche a Nueva Zelanda o a China o a Emiratos Árabes? ¿Qué se creen, que va a venir la leche de Nueva Zelanda más barata que la que producimos aquí?”, explica De la Morena. Según los datos oficiales, solo en 2022 hemos importado un 31% más de leche que en 2021. Es decir, España produce menos leche que la que consume.
Menos vacas, menos leche, más cara
La ecuación es sencilla. A menos vacas, menos leche y precios más caros. De momento, la rebaja del IVA al 0% aprobada por el Gobierno en diciembre en los principales alimentos básicos no se ha notado en la leche. Los últimos datos del IPC de febrero de 2023 revelan que la leche es un 33% más cara que hace un año. La segunda mayor subida de la cesta tras el aceite de oliva (un 34%).
La leche es un 33% más cara que hace un año
Alfredo Berrocal, presidente de la Unión de Agricultores, Ganaderos y Silvicultores de Madrid (Ugama), confirma que la situación en la región es crítica. “No hay leche. Lo más grave es que a la industria no le importa que no haya vacas y el ministerio pasa del asunto”. Desde Ugama creen que las Administraciones (Comunidad y Estado) debe usar las herramientas que tienen para que la ley de cadena alimentaria se cumpla. “La reforma de la ley no ha servido para nada, porque hay que analizar qué márgenes se fijan y cómo se reparten esos márgenes, y ver que el eslabón que cojea, el más débil, son los ganaderos”. Hoy en día es más rentable vender la carne que sostener la vaca.
El ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha escuchado las quejas del sector y ha convocado para abril el Observatorio de la Cadena Alimentaria (OCA) para crear precisamente un grupo de trabajo que analice los costes que intervienen en cada etapa de comercialización por las que pasa la leche líquida envasada desde su producción en el campo hasta que llega a la mesa del consumidor.
Para Cristóbal Cano, vicesecretario general de Políticas Sectoriales de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), los distribuidores imponen los precios que pagan a los ganaderos y los precios que pagan los consumidores. “Los más débiles de la cadena somos los ganaderos y los consumidores. Ninguno de nosotros tiene libertad ni para decidir lo que cobra o lo que paga por los alimentos. Hace falta más justicia en la cadena alimentaria”.
El sector lácteo en la comunidad de Madrid representa una cifra de negocios aproximada de 485 millones de euros anuales, lo que supone el 7,2% del total de la industria alimentaria regional. De todas formas, la producción de leche vacuna en Madrid ha ido disminuyendo año tras año. En 1986 se produjeron 123 millones de litros, cifra que bajó a 96 millones en el año 2000, a 59 millones en 2010 y a 61 en 2021 (últimos datos). Quedan menos de 6.000 vacas de ordeño, cuando ha llegado a haber 35.000 cabezas.