El dulce de leche argentino es uno de los productos que más representa al país en el exterior. Compite a nivel internacional con la pasta de avellana (que es fuerte en Europa) y con la mantequilla de maní (muy representativa en Estados Unidos). El principal exportador es una empresa nacida en Santa Fe, hace 84 años, fundada por Ignacio Rodríguez Soto. De allí nace el nombre de San Ignacio.
“Ignacio Rodríguez Soto creó una mezcla del dulce de leche, que primero la hace para sus amigos y después como un negocio”, cuenta Alejandro Reca, dueño de Establecimientos San Ignacio desde 2013, cuando compró la empresa con Alejandro Bertin.
La pyme láctea francesa Laiteries H. Triballat, una experta en la producción de quesos, compró la mayoría accionaria en 1996. Con el paso de los años, fueron aumentando su participación hasta que en 2013 decidió retirarse de la Argentina y se hicieron cargo de la empresa los actuales dueños.
Alejandro Reca, CEO de San Ignacio desde 2022, compró la empresa junto con dos socios en 2013 a un grupo francésSantiago Filipuzzi
Años antes, en 1978, San Ignacio fue la primera empresa argentina en exportar dulce de leche. “Abrió el camino a la exportación en su momento y hoy lo sigue haciendo, ya que fue la primera compañía en conseguir el certificado de alimentos BRC GS, necesario para exportar a la Unión Europea. Muchas veces estamos en una feria internacional y la primera pregunta para comenzar a hacer negocios es si tenemos esa certificación. También es necesaria la habilitación de por lo menos un tambo y de la planta”, dice Reca.
En la actualidad, San Ignacio exporta dulce de leche a 15 países, entre los que se encuentran Barein, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Estados Unidos, España, Francia, Israel, Italia, Japón, Nueva Zelanda, Portugal, Uruguay y Vietnam.
Entre las mayores herencias que dejó el paso de los accionistas franceses fue la incorporación del queso azul a su cartera de productos, que también se exporta a Bolivia, Chile, Perú, Uruguay y Rusia. “La producción del queso azul se incorpora cuando ingresa en San Ignacio el grupo francés, a quien después nosotros compramos el paquete accionario. Con ese ingreso y la compra de una planta que está en Hipatia, Santa Fe, comenzamos con la elaboración de queso azul para el mercado doméstico y para el de exportación”, dice Reca.
San Ignacio exporta dulce de leche a 15 países, entre los que se encuentran Barein, Bolivia, Brasil, Canadá, Chile, Estados Unidos, España, Francia, Israel, Italia, Japón, Nueva Zelanda, Portugal, Uruguay y Vietnam
El empresario ingresó a la compañía en 2011, junto con Bertin. Ambos son ingenieros agrónomos. “Comenzamos a gerenciarla y dos años después decidimos comprarla. Cuando adquirimos el paquete accionario, las exportaciones representaban apenas el 3% de la facturación total. Ahora explican el 17% de los ingresos”, dice Reca, que está por cumplir 10 años como dueño de la empresa.
La empresa produce por mes 800 toneladas de dulce de leche, 60 toneladas de queso azul y 200 toneladas de queso crema.
“En 2013, la empresa estaba infelizmente barranca abajo. Había un inversor francés que quería irse de la Argentina. Tenía un desencanto con la inversión en el país en general. La experiencia en la Argentina no había sido buena. Primero llegamos a un acuerdo de gerenciamiento y luego a una compra del paquete societario”, cuenta.
La primera persona que contrataron bajo la nueva gestión fue a Juan Patricio Anderson, como gerente de Exportación. “Era una empresa chica, pero queríamos exportar”, dice.
“Es una quimera”
Ganar un cliente en el exterior es una tarea difícil. Pero más complicado es mantener los envíos cuando hay devaluaciones y cambios en la presión impositiva, que modifican la matriz de costos de un día para el otro. “Es una quimera”, dice Reca sin tapujos. “Es un debate de todos los días en el equipo gerencial, donde algunos preguntan si vale la pena seguir exportando. Nuestra respuesta es que sí, por eso invertimos en esta compañía. Queremos ser la referencia de dulce de leche en el mundo. Para ello, a veces sacrificamos margen, como también lo hacemos en el mercado interno con el proceso súper inflacionario”, agrega.
Si bien el dulce de leche compite con la pasta de avellanada (como Nutella) a la hora de acompañar las tostadas, Reca dice que son dos productos bien diferentes. “Uno es básicamente vegetal y el nuestro es un producto animal. Tuve la oportunidad de vivir en Estados Unidos y era muy interesante ver cómo las familias comían pasta de maní. Hay oportunidades de conquistar los consumidores de la pasta de avellanada y de maní. La Argentina es un productor fenomenal de maní y de pasta de maní, pero no lo consumimos en el mercado doméstico”, cuenta.
San Ignacio nació en Santa Fe, donde tiene la planta industrial de Sauce Viejo (foto) y la de Hipatia
El producto más conocido de San Ignacio es el frasco de vidrio de dulce de leche, pero la empresa también exporta la versión para el maestro heladero, y el repostero para pastelería. En cuanto al queso azul, la compañía compite por precio con el queso roquefort en la región y en Rusia. A este destino llegó luego de la guerra comercial de sanciones cruzadas entre ese país con Estados Unidos y la Unión Europea.
Entre los planes a futuro de la empresa es seguir aumentando las exportaciones. Para ello, están ampliando la capacidad de producción de queso azul y la de queso crema, en la planta de Sauce Viejo. “Estamos haciendo mejor el dulce de leche. Siempre se puede tener mejoras productivas”, indicó.