Los anuncios de suspensión de retenciones al sector lácteo y el aumento de los subsidios a los tamberos vienen con condiciones que generarán otras distorsiones, ahora diferentes a las que existían.
Un repaso rápido a las medidas anunciadas (luego habrá que ver las resoluciones oficiales) indicaría que se dio un paso positivo dentro de la cadena al lograrse las suspensiones de las retenciones al sector lechero por el término de 90 días.

A su vez, se anunció un aumento del 20% del impulso tambero y se insinuó su continuidad hasta fin de año, esto supone que habrá una tercera parte de este programa. Claramente las medidas buscan aliviar la carga que están sufriendo los tambos en los últimos meses agobiados por la sequía y con precios en tranquera que se han atrasado y mucho frente a la inflación, en especial el último trimestre que es cuando ésta más creció.

Pero estas medidas son un llamado de atención a lo que puede venir y anticipan un debate que la cadena no está dando y puede dejar a más de uno fuera de juego.

 

Las distorsiones del factor argentino

La lechería no ha sido un sector lo suficientemente rentable como para soportar un impuesto tan distorsivo como las retenciones, por lo que su desaparición temporal tiene que ser valorada como positiva, pero no debemos dejar de ver el panorama completo, porque en un país acostumbrado a tanta intervención una no desaparece sin que otra la reemplace.

Las retenciones no deberían haber existido nunca, ha quedado demostrado a lo largo de los años que lo único que lograron fue frenar el crecimiento del sector. Hay que entender que es un tipo de impuestos que genera más daño durante su aplicación que los beneficios que puede aportar su eliminación.

La aplicación de retenciones al sector lácteo, distorsionadas en cuanto a aranceles según producto, terminó siendo determinante en la reconfiguración del mapa empresarial. Las diversidades en los tipos de producciones y mercados favorecieron o perjudicaron a algunas industrias. Hoy, su suspensión va a producir otras distorsiones que pueden afectar y mucho a varias empresas, en especial las Pymes que atienden el mercado local.

Para acceder al beneficio, las empresas, deben congelar sus precios hasta fin de año y comprometerse a que la transferencia será directa a los tamberos remitentes. ¿Cómo harán para competir las empresas que no exportan cuando las otras puedan salir al mercado con un diferencial de un 9% sobre el precio del mes anterior?

Con los precios cuasi congelados por tres meses, les permitirían un aumento cercano al 2%, y una inflación que en septiembre volverá a ser de dos dígitos, lo que incrementará a ese nivel los costos, incluidos los sueldos de los empleados, la pregunta que muchos se están haciendo es cómo sobrevivir hasta fin de año.

Como vemos, las buenas intenciones, las buenas noticias, no son para todos iguales. Es probable que ahora le toque pagar los daños a otros actores que tal vez se hayan vistos protegidos en los últimos años con las retenciones. ¿Estarán preparados?

 

Un adelanto de lo que se viene

Pero el tema clave que debe enfrentar la cadena es el de un cambio brutal en las reglas de juego durante el próximo gobierno. Esto, incluso si se diera el milagro de que Massa llegue a la presidencia.

Es que más allá de quien gane las próximas elecciones, ha quedado claro que hay una demanda muy fuerte por parte de la ciudadanía y de muchos empresarios de achicar las intervenciones estatales que han propiciado todas estas distorsiones.

Pero por el momento no se ve que el sector esté entendiendo lo que puede significar jugar con las mismas reglas que el resto del mundo. Es que nos hemos acostumbrado a jugar al fútbol con la mano y cuando tengamos que usar solo el pie tal vez no sepamos como pegarle a la pelota.

Repasemos algunas medidas que se vienen a partir del año próximo.

– Seguramente una de ellas será la quita definitiva de retenciones al sector, la apertura comercial de argentina va a ser mayor en los próximos años y esa medida es ineludible.

– Al mismo tiempo, seguramente desaparecerán las retenciones de manera definitiva para otras economías regionales, tal como sucede estos meses. El complejo manisero ha sido uno de los favorecidos por esta medida. Córdoba es la provincia manisera por excelencia, y es a su vez la que más leche produce en el país. Un maní sin retenciones es un competidor muy fuerte por la tierra lo que puede aumentar los costos de acceso a la tierra a muchos tambos que trabajan con campos alquilados.

– Se quitarán los subsidios a la energía, esto elevará de manera directa los costos de producción, tanto primaria como industrial, basta mirar lo que pagan de luz, agua o combustible los países vecinos para saber cuánto subirá el costo de producción e industrialización de un litro de leche.

– Es probable que más temprano que tarde la brecha entre el dólar oficial y el de mercado se achique hasta llegar a unificarse en algún momento. Esto no es ni más ni menos que una devaluación más acelerada que la actual con sus respectivos aumentos de los costos de los insumos que tienen precio en dólares. También es cierto que puede significar acceder a un precio real en dólares, pero ya sabemos todos que la velocidad de uno y de otros es asimétrica. Habrá que pasar más de un invierno para lograr el equilibrio.

– Tal vez no de manera acelerada, pero posiblemente suceda, habrá bajas de retenciones a la soja y el maíz, dos precios que influyen y mucho en la producción primaria, tanto en la alimentación del ganado como en el alquiler de tierras.

– Probablemente se eliminen los programas de precios cuidados, vigilados máximos o mínimos. ¿Habrá mercado que pueda pagar lo que van a valer los productos luego de todas estas medidas anteriores?

Mucho para debatir, pocas voluntades que se vean lo están haciendo.

Damián Morais

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