Hay cosas que están pasando
Cosas medibles y concretas están pasando, que meten presión a los sistemas de producción. El contraste de temperatura entre los hemisferios norte y sur, llamado asimetría de temperatura interhemisférica (ATI) no mostró una tendencia significativa durante la mayor parte del siglo XX; sin embargo, comenzó una pronunciada tendencia al alza (observando un calentamiento del hemisferio norte más rápido que del sur) a partir de 1980. El hemisferio sur no solo presenta menor consumo de combustible fósil, sino que tiene el 81% de su superficie cubierta de agua, lo que atenúa la variación de temperatura observada intensamente en el hemisferio norte.
Muchos de los cambios del clima están realmente ocurriendo, pero muchos otros se estiman para un futuro muy distante y sobre los efectos mencionados para las próximas décadas hay mucha incertidumbre científica. Por lo tanto, la adaptación al cambio climático que la sociedad pueda considerar factible se reduce a aquellos cambios en un futuro inmediato y sobre los que no hay dudas científicas.
En el sector agropecuario hay una adaptación en curso de tipo autónoma en función de los cambios climáticos que ya vienen ocurriendo, como por ejemplo, en el gráfico siguiente, vemos el desplazamiento del patrón de lluvias motivando fuertemente crecer en superficie con maíz tardío.
Específicamente en el sector de producción primaria de leche hay un proceso de incorporación de nuevas tecnologías orientadas a mitigar los impactos negativos de estos escenarios desfavorables. Escenarios que se resumen en eventos extremos más frecuentes, mayormente la falta o el exceso de lluvias. En este sentido hay un grupo de 500 tamberos empresarios que están marcando la tendencia hacia la intensificación acompañada de tecnología. Son tambos grandes que producen más de 10.000 lt/d, representan el 6% de los tambos totales y aportan el 32% del volumen de leche total en Argentina.
¿Por qué se intensifica?
Hay muchos motivos para intensificar la producción, y destacamos el de los costos que expresados en litros de leche/hectárea, van creciendo a un ritmo de +3% por año y el que no crece se queda afuera. Además, el precio de la tierra también aumenta y con ello los alquileres y la competencia con agricultura. Aumentar la escala permite diluir costos y hoy hay tecnología disponible para facilitar manejar más vacas eficientemente.
Hay muchos tambos que en este rally de crecer quedaron con instalaciones obsoletas sin más capacidad de remodelación, obligando a replantearse un cambio. A esto hay que agregar que ya debemos dar respuesta a nueva legislación de gestión de purines pues el mundo plantea reducir la Huella de Carbono, ese indicador que estima cuánto afecta el medio ambiente la actividad que llevamos adelante.
Los productores de leche permanentemente “viven en la trinchera” y solos los que puedan articular un pensamiento empresario podrán ver un poco más allá de la coyuntura y lograr adaptar su tambo a los desafíos que plantea el mundo hoy.
La producción de leche de vaca va cayendo en la oferta por habitante año (ver gráfico Evolución de la producción de leche mundial). Los países de la Unión Europea van a caer en su producción de leche debido a las restricciones ambientales que se les está imponiendo, mientras que la demanda de lácteos seguirá creciendo. Una oportunidad para los que puedan reconvertirse y avanzar hacia el futuro.