La FAO mantiene su pronóstico sobre la producción mundial de cereales en 2023 en 2.819 millones de toneladas, lo que representa un incremento del 0,9% (26 millones de toneladas) respecto a la producción del año anterior.
El índice de cotización de los alimentos comercializados a nivel mundial se situó en octubre en un promedio de 120,6 puntos, lo que supone un 10,9% por debajo de su valor de hace un año, según datos publicados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).

Asimismo, la FAO informó de que el indicador de referencia de los precios mundiales de los productos alimenticios disminuyó de forma moderada en octubre, en concreto un 0,5% desde septiembre. Solo subieron los productos lácteos dentro del grupo de cinco alimentos básicos que observa este organismo: carne, lácteos cereales, aceites vegetales y azúcar.

Por productos, el índice de precios de los cereales de la FAO descendió un 1% en octubre, mientras que los precios internacionales del arroz cayeron un 2% ante una demanda mundial de importaciones más bien pasiva. Los del trigo, por su parte, disminuyeron un 1,9% depreciados por la abundante oferta en Estados Unidos y la fuerte competencia entre los países exportadores. Por el contrario, las cotizaciones de los cereales secundarios subieron ligeramente, encabezadas por el maíz debido a la reducción de la oferta en Argentina.

En cuanto a los precios de los aceite vegetales, estos disminuyeron en octubre un 0,7 %, ya que la bajada de los precios mundiales del aceite de palma, a raíz del aumento estacional de la producción y la atonía de la demanda mundial de importaciones, compensaron con creces la subida de los precios de los aceites de soja, girasol y colza. Los precios del aceite de soja subieron como consecuencia de la fuerte demanda del sector del biodiésel.

El precio de otro alimento básico, el azúcar cayó un 2,2% en octubre, pero se mantuvo un 46,6% por encima del nivel registrado en el mismo mes del año pasado. El descenso obedeció principalmente al dinámico ritmo de producción en Brasil, aunque la caída se vio frenada por la preocupación acerca de las perspectivas de una oferta más limitada durante el año próximo.

Finalmente, el precio de la carne descendió un 0,6% debido a que la apatía de la demanda de importaciones, en especial de Asia oriental, provocó una caída de los precios internacionales de la carne de cerdo que compensaron con creces los aumentos marginales de los precios de las carnes de aves de corral, bovino y ovino.

En el lado opuesto, el índice de precios de los productos lácteos de la FAO subió un 2,2% en octubre, con lo que puso fin a nueve meses de descensos. Los precios mundiales de la leche en polvo fueron los que más se encarecieron como consecuencia del aumento repentino de la demanda de importaciones respecto de los suministros tanto a corto como a más largo plazo, así como de cierto grado de incertidumbre acerca de los efectos de las condiciones atmosféricas de El Niño en la próxima producción lechera en Oceanía.

Más producción de cereales

La FAO mantiene su pronóstico sobre la producción mundial de cereales en 2023 en 2.819 millones de toneladas, lo que representa un incremento del 0,9% (26 millones de toneladas) respecto a la producción del año anterior. La organización de la ONU para la alimentación estima que la relación entre las reservas mundiales de cereales y su utilización a escala mundial en la campaña 2023-24 se establecerá en el 30,7%, es decir, “una situación cómoda de la oferta desde una perspectiva histórica” y ligeramente por encima del nivel del año precedente, del 30,5%, de acuerdo con la FAO.

De este modo, la producción mundial de cereales en 2023-24 ascenderá a 469 millones de toneladas, lo que supone una contracción del 1,6% respecto del año precedente. La demanda de importación por parte de la UE, más fuerte de lo que se había previsto anteriormente tanto en el caso del maíz como del trigo, impulsó las perspectivas del comercio mundial de cereales secundarios y trigo desde el mes de octubre.

En lo que respecta a las exportaciones, las ventas de maíz en Argentina y Paraguay, mayores de lo que se había previsto anteriormente, también contribuyeron a la revisión al alza de este mes del pronóstico relativo al comercio mundial de cereales secundarios.

En cuanto al trigo, la revisión al alza de octubre se vio respaldada por el aumento de los envíos procedentes de Turquía. Sin embargo, pese a estas revisiones al alza, se prevé que en la campaña 2023-24 tanto el comercio mundial de cereales secundarios como el de trigo se contraiga en un 2,8% y en un 1,8%, respectivamente, en relación a sus niveles de 2022-23.

En lo que respecta al arroz, para 2024 se estima una comercialización de 52,8 millones de toneladas, próxima a los niveles de este año. La FAO refiere que la disminución de las compras de Indonesia y parte de África Oriental las compensarán las importaciones en el Lejano Oriente y Latinoamérica.

Guerras y hambre

Según el último informe Perspectivas de cosechas y situación alimentaria, una publicación trimestral del sistema mundial de información y alerta sobre la alimentación y la agricultura de la FAO, la persistencia y la intensificación de los conflictos está agravando la inseguridad alimentaria, y la moderación de los precios internacionales de los productos básicos alimentarios se ve contrarrestada por la debilidad de las divisas en muchos países de ingresos bajos. Las evaluaciones realizadas confirman que un total de 46 países de todo el mundo, 33 de ellos en África, necesitan asistencia alimentaria externa.

Se estima que, ya en 2022, más de la mitad de los residentes en la Franja de Gaza se encontraban en situación de inseguridad alimentaria aguda. La escalada del conflicto en la zona incrementará las necesidades de asistencia humanitaria y de emergencia. Al hecho de que el acceso a la zona afectada sigue siendo una preocupación alarmante, hay que añadirle el hecho de que los efectos derivados del conflicto podrían empeorar la inseguridad alimentaria en el Líbano.

Dietas poco saludables

La FAO alerta en su estudio sobre El estado mundial de la agricultura y la alimentación, de que nuestros sistemas agroalimentarios actuales comportan enormes “costos ocultos” para nuestra salud, el medio ambiente y la sociedad, que equivalen, al menos, a 10 billones de dólares anuales (9.358 millones de euros) según un análisis pionero llevado a cabo por la organización, que comprende 154 países.

La mayor parte de los costos ocultos, esto es, más del 70%, viene determinada por dietas poco saludables con alto contenido de alimentos ultraprocesados, grasas y azúcares, que son causa de obesidad y enfermedades no transmisibles y provocan pérdidas de productividad de la mano de obra. Estas pérdidas son especialmente elevadas en países de ingresos altos y de ingresos medianos altos. Asimismo, una quinta parte de los costos totales se deriva de las emisiones de gases de efecto invernadero y nitrógeno, los cambios del uso de la tierra y la utilización del agua.

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