Es imperativo es que el sector lechero cuente con un sistema de información que a lo sumo tenga un rezago de 15 días, para saber qué realmente está ocurriendo en el sector, planificar y la transmisión de precios al consumido
Es común para los meses de diciembre o enero, de todos los años, que el precio del queso costeño suba, pues al fin y al cabo indica que el verano llegó y que hay ajuste a la baja en la producción de leche. No ha sido la excepción para la última semana de enero de 2024 en donde el kilo de queso costeño registra un alza de 2% frente al pasado diciembre. Tampoco es diferente con el precio del kilo del queso Caquetá que en el mismo horizonte muestra un alza de 3%.

Sin embargo, el queso campesino sí muestra una disminución de 1,3% en el mismo intervalo. Tales indicaciones de los precios muestran que para esta época la costa Caribe tiene más afectaciones por cuenta del verano, situación que se agudiza por el fenómeno de El Niño, pero en definitiva cada región se comporta diferente frente a anomalías climáticas generalizadas.

Resultaría beneficioso para el análisis poder tener series adicionales de precios actualizadas o al menos con poco rezago temporal, lastimosamente la información de la Unidad de Seguimiento de Precios de la Leche, USP, mantiene sus registros hasta el mes de octubre con un precio promedio de $2.140 por litro (con bonificación), $48 más alto que en el septiembre anterior.

Me fui entonces a revisar los datos de SIPSA, en lo relacionado con los precios de leche reportados en finca, cuyo último informe es del mes de noviembre, a la espera que el del mes de diciembre lo realicen a mediados de febrero: $1.953 por litro, $11 pesos por litro más que octubre.

La indicación de las fuentes oficiales es que por cuenta de clima más seco el precio pagado al productor empezaba a subir, sin embargo, la realidad es otra, de acuerdo con lo que cualitativamente manifiestan los ganaderos. El importante almacenamiento de reservas, o inventarios, que la industria realizó en meses previos, le daba la posibilidad de seguir pagando un precio a la baja a los productores; tendencia que a penas fue transmitido a los consumidores por algunas empresas lecheras.

De hecho, ha sido tan importante el volumen de almacenamiento industrial, que el cupo de leche en polvo vía TLC desde EEUU y UE apenas se ha consumido en 18% y 5% respectivamente en 35 días. Aunque es una buena noticia que se importe menos, el tema durará hasta que se agoten los inventarios en una coyuntura de intenso verano, a pesar de algunas lluvias de los últimos días.

En definitiva, la comercialización de leche y derivados manifiesta su precio de diferente manera, de acuerdo con si es un producto regional, local, si es una marca reconocida o no reconocida, e incluso si su venta está más en lo “formal” o “informal”. Algunos tienen la posibilidad industrial de agregar la variable “inventario” para mitigar las presiones del mercado, o al contrario presionarlo, lo que puede esconder ciertas dificultades del sector; otros solo compran y venden en el día a día lo que incluso refleja mejor la transmisión de precios.

Pero lo que resulta imperante es que el sector lechero cuente con un sistema de información que a lo sumo tenga un rezago de 15 días; claro esto demanda esfuerzos y recursos, pero las tecnologías de información hoy ya están inventadas para sobrellevar tales demandas. ¿Quién lo liderará?

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