Estamos en una transición complicada. La fuerte devaluación del dólar oficial efectuada por el ministro Caputo llevó la divisa al valor con que ya operaba el mercado desde las sombras. Todos los concentrados y subproductos usados en la alimentación de los tambos habían sufrido correcciones anteriores en un mercado que procedió a cubrirse, con lo que los incrementos actuales solo agregarán algo más de ansiedad a la ya existente.
El precio de la leche
Luego de cinco meses de caída del valor del litro de leche en pesos constantes, en noviembre se comenzó a recuperar en términos reales. Como podemos ver en el gráfico “Evolución del precio de la leche al productor”, la curva de 2023 presentó una caída entre agosto y octubre, por debajo de los años anteriores, ubicándose en noviembre en el nivel de 2020, plena pandemia.
Hay dos drivers de envergadura para determinar el precio de la materia prima para la industria procesadora de leche: el nivel de existencias en las cámaras y el umbral de recibo diario de leche. La merma en las exportaciones causada por el atraso cambiario y los derechos de exportación, generaron una sobreoferta de lácteos en el mercado interno y una acumulación de stocks, presionando sobre los precios. A su vez la remisión de leche en el acumulado anual venía apenas 2% por debajo del año anterior.
Por cierto, las existencias tienen correlación con el precio a pagar al mes siguiente. Los drivers que influyen son multivariados: nivel del consumo interno, precio de la mercadería en el mercado internacional, tipo de cambio, presión tributaria, controles de precios, y la percepción del empresario del escenario actual y futuro de estos factores, más los intrínsecos de cada empresa. Para algunos actores quedarse con stock representa un “clavo”, para otros es especulación.
Los factores de la producción también son multifactoriales, pero con un agregado particular: que si bien el tambero remite diariamente la leche, pesan en los envíos de manera retroactiva la historia reciente, como el impacto de la sequía o la posibilidad de haber podido mantener los suministros de alimentos, repercutiendo en la producción de las vacas y en tasa de preñez.
Punto de inflexión
Una luz roja titila en los tableros de control industrial. Octubre 2023 registró una caída con respecto a la producción diaria de septiembre, cosa solo observada cuatro veces en 40 años de lechería (2001, 2016 y 2023). Entre septiembre y octubre se acabó el silo de maíz en la gran mayoría de los tambos argentinos.
En este contexto las compras de suplementos y concentrados experimentaron aumentos inusuales, acumulando 40 o 50% más en dos meses, mientras el precio percibido crecía menos del 10% mensual. Los productores no tienen financiamiento, ni bancario ni comercial, experimentan costos crecientes y acuden a la venta de vacas, lo que termina aumentando sus costos fijos. El que puede intentará pasar sus pesos a dólares sembrando o cambiando alguna máquina.
Toda la cadena láctea viene perdiendo plata; la industria procesadora tampoco la está pasando bien. Según el último informe del convenio IAPUCo/INTA, en los últimos 12 meses todos los actores acumulan pasivos, pero el 87% de dicho pasivo pesa sobre la producción primaria.
El tipo de cambio actual, aún con retenciones, permite pagar valores superiores a 220 $/l. La exportación consumirá el stock rápidamente (mayormente quesos) y la producción global en franca caída augura un otoño con recomposición fuerte del negocio.