Cuando hablamos del bienestar de los animales, estamos también hablando del bienestar de las personas, ya que los animales que viven con bienestar producen alimentos más saludables y de más alta calidad nutricional.
La responsabilidad de las personas que trabajan con los animales es mantenerlos sanos, bien alimentados y en un buen estado emocional para que su organismo tenga las condiciones óptimas para funcionar de manera adecuada.
“Los animales necesitan un buen lugar para vivir donde puedan comer, beber agua, descansar y expresar las conductas normales propias de su especie.”
Las instalaciones deben proporcionar lugar adecuado para descansar y mantener sus pezones limpios y secos todo el tiempo. Es muy importante tomar en cuenta que las vacas lecheras necesitan pasar el 60% de su tiempo echadas, rumiando, ya que durante este tiempo es cuando las vacas hacen la digestión de sus alimentos mientras la ubre produce la leche.
El área de descanso debe ser un lugar limpio, blando y seco y debe mantenerse así todo el tiempo. Se prefieren los materiales para cama inorgánicos como la arena lavada y la piedra caliza molida, a los orgánicos como el aserrín, la paja, la viruta de madera y el estiércol reciclado.
La importancia de la higiene en la cama de las vacas
El material de cama se puede contaminar rápidamente durante su uso. Por ello se debe remover la cama todos los días mientras las vacas están en la sala de ordeño y retirar el material sucio para remplazarlo con otro fresco y limpio para evitar el contacto prolongado y cercano con las puntas de los pezones, lo cual favorece la entrada de las bacterias que causan mastitis ambiental.
La mastitis es una enfermedad causada por bacterias que invaden la ubre, se multiplican y producen toxinas que causan daño al tejido productor de leche. Se debe detectar oportunamente y tratar lo antes posible, ya que ocasiona mucho dolor a las vacas y grandes pérdidas económicas.
Mantener las camas limpias y el buen funcionamiento del sistema de ordeño favorecen un proceso higiénico y la salud de la ubre. Esto se puede evaluar observando los registros históricos de la cantidad de células somáticas en la leche. Menos de 100,000 células somáticas por mililitro está relacionado con un alto nivel de bienestar.
El aire es un elemento muy importante para la salud. Las granjas lecheras deben tener corrales bien ventilados con una buena circulación de aire limpio y fresco.
Bienestar emocional, un parámetro fundamental
Pocas personas son conscientes de que también es importante cuidar el estado emocional de los animales. Las emociones negativas tales como el dolor y el miedo afectan significativamente la salud y la productividad.
El dolor es una manifestación de alarma ante un problema de maltrato. Se puede entender como una sensación desagradable que resulta de una agresión que implica un daño tisular en una parte del cuerpo. Un estado de dolor que se prolonga por varias horas o días tiene un efecto nocivo en el resto de los sistemas corporales porque puede causar la depresión del sistema inmune y alterar el metabolismo.
El dolor en los animales de producción, como es el caso de las vacas lecheras, es un tema que recibe poca atención debido a que se ignora su verdadera importancia y el efecto negativo que tiene sobre la productividad.
Un animal siente dolor cuando es agredido físicamente o cuando padece una enfermedad y se torna en sufrimiento cuando persiste en un estado continuo.
Un animal que sufre un estado de dolor prolongado reduce su actividad física y el consumo de alimentos. En consecuencia, disminuye la producción de leche o deja de ganar peso, según sea el caso.
Esta condición lo puede llevar a un estado de deterioro general de la salud que puede ser la causa de su muerte.
“La muerte de los animales significa siempre una pérdida económica cuyo resultado final es el aumento de los costos de producción.
La detección oportuna de los animales con estados de dolor, debe ser una práctica indispensable para poder dar el tratamiento efectivo que resuelva la causa y sus efectos antes de que se vean afectados los parámetros de producción.
Para lograr esto se requiere que las personas que tienen a su cargo el cuidado de los animales, tengan mucha experiencia y estén bien capacitados en la detección del dolor y las enfermedades que lo causan.
La mayoría de los seres humanos creen que los animales tienen un lenguaje muy limitado o inexistente y que es casi imposible que ellos nos comuniquen que se encuentran sufriendo por algún estado de dolor. La realidad es que son capaces de expresar su propio sufrimiento.
El dolor puede ser detectado oportunamente cuando se tiene claro el conocimiento de sus signos clínicos.
- Respiración profunda y prolongada.
- Reacciones violentas al manejo.
- Rechinidos de dientes.
- Quejidos.
- Postura rígida (inmovilidad)
- Apatía.
- Expresión de angustia.
La evaluación del dolor es algo que resulta difícil cuando la actitud de los seres humanos está determinada por la apatía, ignorancia y la ineptitud.
La apatía ante el dolor por parte del médico veterinario, además de ser un acto de insensibilidad, es una falta de Conciencia Ética. Por parte del productor, es un acto de ignorancia, ya que el desconocimiento del efecto negativo del dolor sobre la productividad constituye una falta de conciencia económica.
La contaminación acústica, un factor que se debe considerar
Otro aspecto al que se le da poca importancia es el ruido, puesto que la contaminación acústica afecta considerablemente a las vacas lecheras.
El ruido es el sonido no deseado, continuo o intermitente, que contamina el entorno, se considera como un factor estresante si afecta el comportamiento de los animales y sus niveles de producción o si induce cambios fisiológicos.
La exposición continua a altos niveles de ruido puede tener efectos adversos en la salud y el bienestar. Cuando se reducen los sonidos ocasionados por las personas, equipos y maquinaria, el manejo de los animales se hace más fácil, se reduce el nivel de estrés y baja el riesgo de accidentes.
Los oídos de las vacas tienen una mayor sensibilidad que el de los seres humanos. La sensibilidad del oído humano está entre las frecuencias de 1,000 a 3,000 Hertz mientras que la de los bovinos anda entre los 8,000 Hz y los 21,000 Hz.
La importancia de las buenas prácticas en el manejo
La manera en que los seres humanos actúan dentro de los corrales para mover a las vacas es otro aspecto que requiere mucha atención. Es un error común de los ganaderos y sus empleados que usen gritos, silbidos y golpes para arrear o hacer mover a los animales de un punto a otro.
Las personas que trabajan en las granjas deben recibir un entrenamiento sobre los fundamentos de la conducta de los animales. Por ejemplo, conocer y entender cómo funciona la zona de fuga de los bovinos les ayudaría a entender que los animales se pueden manejar de manera gentil, sin correr, brincar ni hacer movimientos rápidos porque eso puede espantar a los animales y provocar su huida con el riesgo de que sucedan accidentes graves.
Por ninguna razón se justifica golpear a los animales. Las vacas lecheras aprenden pronto a ser conducidas de manera apropiada, facilitando el trabajo que se hace con ellas dentro de los corrales, pasarlas de un corral a otro o llevarlas a la sala de ordeño.
“Las vacas no deben permanecer entrampadas más del tiempo que necesitan para comer. Es importante optimizar el tiempo que se requiere para realizar algunos manejos al momento de la alimentación, como la aplicación de vacunas, medicamentos hormonales o la inseminación artificial.”
Es muy importante evitar que las vacas pasen mucho tiempo paradas sobre pisos duros, de esta manera recibirán menos presión sobre sus pezuñas y tendrán más tiempo para estar recostadas, rumiando, haciendo la digestión de los alimentos y produciendo leche.
Y finalmente, atención en el área de partos
El área de partos debe brindar un buen alojamiento, ya que la vaca necesita un espacio amplio, tibio, limpio y seco, con sombra y agua limpia suficientes, lejos del ruido y el tráfico de personas y vehículos.
Una buena cama en esta zona es una primera condición de bienestar para los animales. Es lo primero que tiene contacto con la boca, la nariz y el ombligo de las becerras. Una cama sucia es la fuente de las enfermedades infecciosas que afectan a las crías durante los primeros días de vida.
Las hembras recién nacidas deben ser tratadas como los bebés que son. Nunca deben ser jaladas de las patas, las orejas o la cola. Las debemos levantar abrazadas para subirlas al carrito transportador antes de llevarlas desde el corral de partos a otro lugar.
Si el primer contacto que tienen con los seres humanos es gentil y amoroso, les generará bienestar y confianza, pero si es un trato rudo y grosero, puede derivar en un trauma que nunca olvidarán.
Cuidar el bienestar de las vacas lecheras desde el primer día de vida es determinante para que se mantengan sanas y vigorosas a lo largo de su proceso de crecimiento y durante toda su vida productiva.
Los pequeños detalles hacen las grandes diferencias