La decisión del gobierno nacional de mantener un crawling peg del tipo de cambio oficial en torno al 2% mensual genera, según los sectores exportadores del campo, problemas de competitividad porque los costos aumentaron por encima de ese ritmo.
En ese contexto, los referentes esperan que puede haber una ralentización de las operaciones de venta afuera. Con un tipo de cambio oficial planchado [el sector exportador liquida con un 80% al oficial y 20% al CCL] y la inflación que siguió creciendo, en tres meses el tipo de cambio real bajó 30%.
En el caso particular de los granos, al no haber comenzado a entrar todavía la cosecha gruesa, no hay proyecciones claras de cómo se procederá. David Miazzo, economista de DATA Miazzo, explicó que hasta tanto no comience el ingreso no se pueden hacer afirmaciones definitivas, pero entiende que la combinación de precios bajos y dólar bajo puede determinar que las operaciones sean “lentas” porque “no hay incentivos para el productor”.
“No hay motivos para apresurarse para aprovechar ni dólar alto -existiendo la expectativa de una unificación cambiaria- ni tampoco precios internacionales elevados”, definió el economista ante LA NACION.
Por el lado de las exportaciones de carne, si bien hasta hace unas semanas el consenso era que las ventas afuera serían la llave del negocio ganadero este año, analistas del sector consultados por este diario coincidieron en que hay problemas de competitividad y apuntaron a un “atraso cambiario”.
El punto problemático es que el precio de hacienda en dólares está casi un dólar por encima del Mercosur y los precios internacionales en baja, entonces el dólar efectivo blend menos 9% de retenciones no da competitividad. De hecho, hay algunos frigoríficos que suspendieron turnos para reducir el nivel de operaciones.
Miguel Gorelik, director de Valorcarne.com, precisó que, mientras a nivel local la hacienda está a US$4, en Uruguay cuesta US$3,60; en Paraguay alrededor de US$3,30 y en Brasil, US$3,20: “Esa diferencia, pensando en mercados internacionales es importante y genera problemas; a punto tal que hay empresas frigoríficas que prefieren alternar días de producción para no operar con rentabilidad negativa”.
Las alternativas, explicó, pasan por un aumento del tipo de cambio –”lo que parece que no sucederá, por los dichos del gobierno”- o baja del precio de la hacienda. Sobre ese aspecto, indicó que US$4 “no es especialmente alto; en moneda constante es igual al promedio de los últimos diez años, por lo cual la solución no puede pasar por ahí”.
Escenario
¿Por dónde podrían venir las soluciones? Según Gorelik, una posibilidad es la unificación cambiaria y la eliminación de las retenciones. Los derechos de exportación en la Argentina marcan una diferencia con los países vecinos.
Sin embargo, admitió que esa salida “no parece una solución a la vuelta de la esquina”. En esa línea, planteó que puede haber una baja de los volúmenes exportados y que el año se cierre en los mismos niveles de 2023. “La inestabilidad todavía es muy grande más allá de los deseos del gobierno; no se terminó la historia”, resumió.
LA NACION también consultó opiniones en el sector lácteo. Para Alejandro Leveratto, productor lechero, el principal freno a las exportaciones pasa por el saldo exportable, ya que la producción nacional cayó fuerte por las condiciones climáticas y el mercado interno presenta “precios atractivos” para la industria.
Por su lado, Ércole Felippa, productor lechero y presidente en Manfrey Cooperativa de Tamberos, señaló que las exportaciones de leche en polvo -representan casi 50% de las operaciones afuera- van bien porque no hay retenciones y el tipo de cambio es “competitivo; no de la misma forma que un mes atrás, pero permite seguir adelante”