Ante la moderación de la demanda china, la región se vuelve más importante para la economía uruguaya. Brasil y Argentina muestran situaciones contrastantes.
ARGENTINA
"Con la caída de los precios internacionales a partir de 2015 y entrando China en una etapa de crecimiento menos dinámico, las economías de la región empezaron a tener problemas"
Más allá de sus defectos y virtudes propias, la economía uruguaya ha tenido siempre una fuerte dependencia de lo que sucede en la región. En especial desde que dejó atrás la etapa de la sustitución de importaciones y comenzó a zurcir lazos regionales más firmes, primero con los acuerdos bilaterales con Brasil y Argentina (PEC y Cauce) y luego más plenamente con el Mercosur.
Pero en el bloque los asuntos han estado lejos de la armonía; además -luego de las crisis de 1999-2002- Brasil emergió claramente mejor que Argentina. Los norteños mantuvieron su preocupación por los equilibrios macro y la estabilidad; Argentina cayó en default y su relación con el sistema financiero global ha sido permanentemente conflictiva, además de incurrir en crecientes desequilibrios.

Esta divergencia no se expresó de inmediato, pues en aquellos años -sobre todo a partir de la segunda década de este siglo- la gran expansión china benefició el crecimiento de ambos vecinos; también Uruguay se benefició, por efecto directo y por la mayor dinámica regional.Con la caída de los precios internacionales a partir de 2015 y entrando China en una etapa de crecimiento menos dinámico, las economías de la región empezaron a tener problemas, y Uruguay con ellas.
Luego llegó la pandemia, con impacto más agudo en Argentina. Al superarse el trance sanitario, Brasil logró retomar el crecimiento, mientras Argentina no fue mucho más allá de un rebote: la economía cayó el año pasado y lo hará de vuelta este año. Los desbalances y default terminaron pasando factura.
Según las proyecciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), al comparar este 2024 con 2019 (año pre pandemia) Brasil quedaría con un PIB 10% superior, Uruguay con un 8% de avance y Argentina caería otra vez a los niveles prepandemia este año (gráfica). Visto con un poco más de plazo, la economía argentina básicamente no ha crecido en los últimos 8 años, mientras que Brasil y Uruguay han logrado avances, aunque modestos.

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Parte de la explicación de este comportamiento tan diferente reside en la voluntad que ha tenido Brasil -aún con diversos gobiernos y conflictos políticos- de sostener ciertos equilibrios macroeconómicos básicos (cuando esto estuvo en riesgo, sobrevino el cambio político), con un Banco Central independiente que apunta permanentemente a mantener baja la inflación.

Uruguay ha hecho algo parecido, con las diferencias y particularidades de cada caso y las grandes diferencias de dimensión en la economía. Argentina ha ido por otro carril, lamentablemente sin consensos mínimos para la estabilidad macroeconómica, lo que ha derivado en problemas agudos de inflación, riesgo de hiperinflación, caída del PIB y los salarios, aumento de la pobreza y -hoy- un escenario de ajuste fiscal extremo con recesión.

Impactos

El panorama externo ha tenido cambios importantes para la economía uruguaya. China sigue siendo su principal mercado en las exportaciones de productos, pero su demanda se ha moderado, por lo que resulta más importante aún el impacto de la situación regional. Y dada la descripción previa, es claro que la incidencia de Argentina y Brasil es muy diferente.

Argentina está en fuerte recesión y difícilmente traccione a la economía uruguaya con mayor demanda. Sí puede esperarse que -luego de la gran devaluación de la moneda el año pasado- los precios relativos mejoren para Uruguay. Es lo que ha sucedido en las últimas semanas: con dólar más estabilizado y una inflación récord, Argentina se encareció fuertemente en estos últimos meses.

Ya hay comerciantes en el litoral uruguayo que están observando cierta recuperación en el consumo local, lo que adjudican a dicho efecto (que hay que ver cuánto dura…).

En el caso de Brasil se está dando una mejora en el salario real y en el ingreso en los hogares. El crecimiento económico, la baja de la inflación y la ampliación de planes sociales explican este desempeño, que tiene fundamento no solo en las políticas actuales del gobierno de Lula, sino también en las reformas en el mercado laboral que se aplicaron durante el gobierno de Bolsonaro, que incidieron para una mejor dinámica de empleo.

El salario real en Brasil ha subido más de 4% en el último año, según datos del IBGE (en Argentina, el salario real de los trabajadores formales cayó 16% en el último año).

Con este escenario puede esperarse que Brasil siga teniendo impacto positivo en la economía uruguaya. De hecho, hoy está peleando con China el primer puesto como destino de las exportaciones, al tiempo que también es origen importante de nuestras importaciones.

El balance comercial con Brasil en bienes es deficitario para Uruguay, aunque esto puede variar año a año. A su vez, los datos del turismo muestran a Brasil como un origen de turistas dinámico y con tendencia a aumentar en el gasto en Uruguay: dicho gasto pasó de 275 a 334 millones de dólares entre 2022 y 2023 (una suba de 21%).

Así, puede esperarse que mejore la demanda de bienes y servicios desde el país norteño, aunque esto también depende de que el tipo de cambio bilateral se mantenga.

En los últimos meses el peso uruguayo se ha apreciado respecto al real: antes de la pandemia la relación era 8,5 $/Real, luego cayó a 8 y ahora está por debajo de 7,5 $/Real. Mantener una relación cambiaria razonable es clave para que el mencionado impacto positivo de la economía brasileña en Uruguay se concrete.

Desde Argentina es difícil prever lo que va a suceder siquiera en los próximos meses. Si el gobierno de Milei logra encauzar las principales variables macroeconómicas y efectivamente bajar la inflación, se podría abrir una etapa algo más auspiciosa; de lo contrario -y más allá de las fluctuaciones cambiarias que ahora juegan a favor- Argentina difícilmente se configure en una fuerza positiva para la economía uruguaya.

De ahí la necesidad de abrir más mercados y ampliar el abanico de relaciones comerciales, más allá del Mercosur.

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