Nicolás Barnetche, de 35 años, es nacido y criado en la ciudad de Mercedes (a tan solo 100 kilómetros de Capital Federal). Desde pequeño, con su hermana Mia Paz, eran fanáticos de los helados: casi todos los fines de semana “si se habían portado bien” iban a un pueblito cercano a deleitarse con un vasito o cucurucho de cremas heladas.
Hoy, en pleno centro de esa ciudad, en una antigua casona con ventanales blancos, se esconde una pequeña heladería artesanal que con sus novedosos “potes” causan sensación en el barrio. Se trata de “Pot” , el novedoso emprendimiento con el que los hermanos y la novia de Nicolás, en poco tiempo, han logrado cautivar a los vecinos y turistas que los visitan a diario cada fin de semana. Recientemente, sus cremas heladas desembarcaron en Recoleta, frente a la plaza Vicente López. Incluso conquistaron los paladares de reconocidos chefs, y en un futuro sueñan con expandirse internacionalmente.
Gustos de chicos, negocios de grandes
“Para nosotros eran los mejores. Siempre me gustaba pedirme menta granizada, un sabor bastante polémico para un niño (risas)”, rememora Nicolás de aquella pasión infantil, quien, cuando terminó la escuela secundaria, se anotó a estudiar Administración de Empresas. Sin embargo, admite que su interés por la gastronomía y, en particular, por los helados siempre estuvo latente. ¿Y si armamos nuestro propio emprendimiento? Pensó junto a su hermana, abogada y pastelera y su novia, Victoria Aschero, nutricionista. Le estuvieron dando vueltas al proyecto en varios asados y reuniones familiares. Entre todos iban armando un gran “brainstorming” con brillantes ideas. Meses más tarde, en la quinta de sus abuelos, con ayuda de su tía y prima, surgió el preciado nombre: “POT”.
Casualmente, tiene una historia y significado especial: “En inglés, Pot significa “Pote” y nuestros helados son envasados cuidadosamente allí para conservar al máximo su calidad; por el otro hace referencia a una maceta ya que queremos fomentar la reutilización de los mismos como macetas de plantas. En este sentido, con cada compra podés pedir que te entreguen diferentes semillas de hierbas aromáticas para poder cultivarlas en ellos”, detalla el emprendedor. Así su slogan principal pasó a ser “del helado a la planta”. “Además, tenemos envases compostables para las paletas e intentamos siempre utilizar frutas agroecológicas y orgánicas”, afirma. Luego de capacitarse y realizar diferentes cursos para aprender el arte de hacer helados, con mucho esfuerzo, el 21 de noviembre de 2019, llegó el primer local en su ciudad natal, ubicado en la Calle 23 № 772, Mercedes.
Sin vasito ni cucurucho
Lo sorprendente es que llegaron con una propuesta bastante disruptiva a la ciudad: su producto iba a venderse en “potes” de un solo sabor. Se alejaron de la famosa tradición del vasito y el cucurucho. A muchos clientes les generaba curiosidad y también cierta resistencia, sin embargo tuvieron muy buena aceptación. Actualmente, ofrecen dieciséis gustos y para llegar a su desarrollo realizaron cientos de pruebas de ingredientes y especias. “No queríamos tener tantos sabores como las heladerías tradicionales, para poder enfocarnos en lograr lo mejor en cada uno. El dulce de leche granizado y el tiramisú fueron los que más prueba y error llevaron. Queríamos tener el mejor dulce de leche, por lo que probamos muchas combinaciones de diferentes dulce de leche para llegar al resultado final y también chocolates con diferentes porcentajes”, cuenta.
Materia prima de calidad: orgánicos, productores locales y cacao de Ecuador y Perú
Para Nicolás, la clave para lograr un buen helado es la calidad de la materia prima y una buena receta. Ellos realizan helados naturales (sin conservantes y aromatizantes) con productores locales, azúcar orgánica y huevos de gallinas libres de jaula. “Las frutas son agroecológicas de distintas regiones del país, pero intentamos priorizar las que conseguimos cerca de Mercedes”, cuenta. El cacao es importado de Ecuador y Perú. Utilizan leche de vaca Jersey para la crema y el tramontana; y Mascarpone para el tiramisú y el dulce de leche con mascarpone. Entre los preferidos, están el pistacho, dulce de leche granizado, tiramisú, sabayón y chocolate con avellanas. En invierno es un éxito el de mandarina. Dentro de los frutales también ofrecen de ananá, durazno, ciruela y maracuyá. El preferido de Nico es el pistacho y asegura que combina a la perfección con el de mandarina invernal. “Compramos los pistachos al proveedor, los tostamos, procesamos y refinamos en un molino de piedra donde obtenemos la pasta para luego hacer el helado”, detalla. Los potes vienen en presentación de 120cc, 250cc y 500cc.
En Pot trabajan en equipo. “Siempre estamos pensando o generando ideas nuevas, conversamos, hacemos pruebas y definimos entre todos si sale o no”, asegura. También desarrollaron sus propias paletas heladas como la de avellana, chocolate al 70% con cobertura de chocolate blanco, frutilla a la crema y yogurt, entre otros. Y las galletas con chips de chocolate o nueces pecan rellenas con helado y dulce de leche natural.
De Mercedes a Recoleta y a trabajar con reconocidos Chefs
Tras el éxito en su ciudad, llegaron al barrio de Recoleta con su segunda sucursal sobre Montevideo al 1208. “Nos gustaba la zona de plaza Vicente López para que nuestros clientes puedan comprar los helados e irlos a tomar a la plaza”, dice. Rápidamente, llamaron la atención de varios chefs. Entre ellos, Narda Lepes, Julieta Oriolo, Olivia Saal, Christian Petersen y Toti Quesada. Quienes les solicitan las especialidades para sus emprendimientos o eventos.
Nico sueña con seguir construyendo un lugar donde él se sienta orgulloso por el producto y que además los clientes lo elijan por la calidad de lo que ofrece. “Es un lindo desafío”, concluye quien de pequeño era amante de la menta granizada y ahora prefiere el pistacho. Porque sobre gustos y, en especial con los helados, no hay nada escrito.