Las sucesivas olas de calor y el aumento de las temperaturas medias en el «cinturón lechero» de Argentina exigen a los productores y técnicos a repensar los sistemas de producción y la genética.
En la primera presentación de la Gira Produgenes por Brasil, el experto Marcos Vinicius Barbosa da Silva, investigador en Bioinformática, Genómica y Mejoramiento Animal del Embrapa – Ganado de Leche se refirió a la necesidad que los productores se plantearon varias décadas atrás en un reperfilamiento de su genética y en inversiones e investigación para mitigar el impacto del estrés térmico, que puede hacer perder hasta un 20% de la producción, unos 1.000 kg. de leche anuales, medidos en los sistemas brasileños.
Barbosa Da Silva dijo en primer lugar que mucho está ayudando la evaluación genómica, es decir la evaluación del ADN de los animales, con foco en los marcadores responsables de la producción de leche.
Brasil tiene unos 15,7 millones de vacas que son consideradas vacas lecheras, aunque algunas están en sistemas de producción de carne.
«Cada raza es evaluada genómicamente», dijo el especialista del Embrapa, quien destacó las virtudes de la raza Girolando, una cruza entre el Gyr cebuino y el Holstein norteamericano, que fue designada raza como tal desde 1997 por el Ministerio de Agricultura de la República Federativa de Brasil.
Hoy el Girolando es una raza insignia de Brasil, que explica una inmensa mayoría de la producción de leche en Brasil, en especial en Minas Gerais, el mayor estado productor de todo Brasil, donde se produce más de 9.600 millones de litros por año, es decir más del 30% de la producción brasileña.
Mitigar el estrés calórico es un buen negocio
En el EMBRAPA de Minas Gerais miden permanentemente los niveles de pérdidas por estrés térmico y trabajan sobre diversas líneas de mitigación, incluyendo siempre la búsqueda de una menor emisión de gases efecto invernadero y un mejoramiento de la producción.
Barbosa da Silva indicó que cada vaca, «a mayor producción de leche, presenta una mayor susceptibilidad al calor». Añadió que las temperaturas que posibilitan confort térmico a las vacas, van de -5 grados, hasta 21 grados para el ganado Holstein», y que esa banda de confort se ensancha hasta los 24 grados para la raza Jersey y hasta 29 grados para las razas cebuinas».
Mixturando diversas situaciones productivas en el mundo subrayó que «el genotipo-ambiente interactúa con la globalización del material genético», que se está produciendo desde los principales centros genéticos, a nivel global.
Destacó que si bien hay variaciones, una vaca puede perder hasta 1.000 kilogramos de leche por lactancia, a causa del estrés calórico, producto de altos índices ITH.
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