En las diferentes columnas que he escrito sobre la crisis láctea —que es cada día más crítica—, he señalado que su origen es estructural y común a todas las crisis temporales y cíclicas de este siglo XXI, pero que la actual ‘rompió el molde’. ¿Por qué razón? Por la caída del consumo, que se constituyó en el detonante de la gravedad y la duración tan desmedida de las dificultades para el sector, y cuya solución demanda precisamente reactivar el consumo.
Las cifras demuestran la magnitud de la crisis. Entre 2021 y 2023 el consumo por habitante se redujo en ¡20 litros! —el 12,3%—. Pasamos de consumir 162 a 142 Lts/hab/año en tan sólo 2 años, quebrando nuestra meta de lograr el tan anhelado 170 Lts/hab/año que recomienda la FAO.
Desde el punto de vista de la producción, pasamos de producir 7.821 millones de litros de leche que produjeron los ganaderos en 2021 a 7.098 millones de litros en 2023, reduciendo en un 9,2% la producción del país. El desfase entre lo producido y lo consumido nos convirtió en un país excedentario en leche, sin que hayamos incrementado nuestra producción en los últimos dos años, sino que por el contrario la hemos disminuido entre otras causas por factores climáticos.
Los aportes de la industria a la crisis
A la gran industria láctea y de alimentos del país le debemos mucho del desarrollo lechero nacional, desde la modernización del modelo productivo de muchos de los 370.000 productores primarios, hasta el desarrollo y consolidación de cuencas lácteas tan importantes como el Caquetá, para nombrar una sola.
Sin embargo, la primera de las observaciones a nuestra gran industria es su renuencia para implementar los contratos de proveeduría, así como la asistencia técnica que desde la industria se debe realizar salvo algunos casos puntuales. La producción de leche debe ser planificada previamente por parte de la industria, y para ello se requiere de la negociación y planeación con sus ganaderos proveedores, para que exista un verdadero gana-gana.
La segunda, el desbordado crecimiento de los precios de la leche al consumidor. En 2021 el precio del litro se incrementó en 12%; en 2022 el alza fue de 37%; y en 2023, 12%, en tanto que el incremento del salario mínimo en esos mismos años fue 10.07%, 16% y 12.1%, respectivamente. Literalmente el ingreso de las personas subió por las escaleras y el de la industria por el ascensor. Esto unido al olvido de los estratos bajos que tienen un déficit de consumo históricamente alto y a las fallas en logística y costos de la distribución que en mucho dependen de la industria y sus estrategias de comercialización.
La tercera, el creciente volumen de importaciones, aprovechando las facilidades de comercio que permiten los tratados de libre comercio. En estos tres años el país vio el ingreso de 205.578 toneladas de leche en polvo y sus derivados (60.756 toneladas en 2021; 72.588 en 2022; y 72.223 en 2023). Importaciones que se hicieron cuando había suficiente leche nacional para cubrir el consumo interno.
En sólo 2023, este volumen —representado en leche en polvo entera, descremada y quesos (sin contar con la gran cantidad de lactosuero importado) —, equivale a más de 240 millones de litros de leche líquida. Vale la pena señalar que durante el primer semestre de 2024 se han importado 34.032 toneladas de leche y derivados.
El alto inventario en las bodegas de la industria a 31 de diciembre de 2023 y el obvio incremento de la producción nacional por el mejor régimen de lluvias, ha sido utilizado por los industriales como argumento para explicar la disminución de precios de compra pagado a nuestros campesinos ganaderos de más de 15% del precio durante ya 15 meses. Los ganaderos hemos ya aportado una cuota alta a la solución del problema, sacrificando sus ingresos con la baja de precio de su producto, y a través del Fondo de Estabilización de Precios – FEP (que son recursos de los ganaderos) se ha aportado una importante suma para que la industria pueda mejorar sus altos inventarios, sin que los precios reacciones al alza.
Habrá evidentemente quien tenga argumentos de libre mercado, de desarrollo sectorial, de competitividad y de diferentes puntos de vista para minimizar responsabilidades o buscar otros responsables como el productor mismo o los gobiernos pasados y actual, pero las cifras son claras.
El acuerdo con el Consejo de Exportación de Lácteos de EE. UU. (USDEC) y la Federación Nacional de Productores de Leche (NMPF)
La cereza del pastel —y con lo que personalmente no puedo comulgar pese a mi admiración y respeto por la industria láctea pues he sido orgullosamente parte de ella— es la actual visión y política desarrollada desde la industria y que llevó a ASOLECHE a firmar en medio de esta grave crisis un acuerdo con el Consejo de Exportación de Lácteos de EE. UU. (USDEC) y la Federación Nacional de Productores de Leche (NMPF) de ese país, que en muchos de sus puntos muy filosóficos y de desarrollo competitivo, podrían pasar desapercibidos. Recordemos que ASOLECHE es el gremio que reúne a las más grandes industrias lácteas del país.
El punto 11 de este acuerdo es el que preocupa, y en grado sumo. Este punto dice:
“Pursue holistic and integral trade facilitation and well as the elimination of trade barriers in the dairy sector and in all levels of the agro-industrial supply chains”
“Buscar la facilitación holística e integral del comercio y la eliminación de las barreras comerciales en el sector lácteo y en todos los niveles de las cadenas de suministro agroindustriales.”
Si la competencia entre productores estadounidenses y colombianos fuera equitativa, la indignación seria exclusivamente de origen nacionalista. ¡Pero no! Las diferencias son infinitas, sin contar con el desequilibro inmenso que se origina en los subsidios y apoyo del gobierno americano a sus productores de leche.
Así las cosas, ¿cómo se explica, frente a las cifras de importación —su efecto en el precio al ganadero colombiano y la cláusula 11—, que los dos firmantes americanos hayan elevado ante las autoridades colombianas una protesta por la apertura de la investigación a subsidios que están prohibidos expresamente en el tratado de libre comercio?
El ministro de Comercio, Industria y Turismo, Dr. Luis Carlos Reyes, valientemente y muy consciente de la gravedad de la inequidad para nuestros productores, abrió hace unas semanas esta investigación que busca generar un mecanismo de compensación como herramienta establecida dentro del acuerdo de comercio. Sobra decir que estamos comprometidos con esta investigación y con la implementación necesaria de esta medida que ya tiene detractores dentro de la industria estadounidense y nacional como sucedió años atrás cuando desde FEDEGAN solicitamos una Salvaguardia similar y que esperamos que el gobierno nacional se juegue a fondo en la defensa de los productores nacionales.
Desde otro ángulo, no hace sentido que al interior del Consejo Nacional Lácteo y en conversaciones con el gobierno y con ganaderos, ASOLECHE manifieste compromiso con la ganadería nacional, y luego firme un acuerdo con un punto como este con los productores americanos y menos en la actual situación que tiene gravísimas consecuencias sociales y económicas para un gran sector rural y sus familias. Sobra recordar a varias de las industrias láctea agremiadas en ASOLECHE, que han sido los ganaderos del país los que les han proveído la materia prima de su operación por décadas, permitiendo su crecimiento, y más aún, los han apoyado en épocas muy criticas donde de la mano de los ganaderos se han superado crisis económicas muy fuertes en algunas de estas empresas.
Existen sí, como gran ejemplo, algunas empresas que no están en ASOLECHE y que iniciaron años atrás como importadoras pero comprometidas con el país — como es el caso de Cosmolac—, que ha invertido en una planta de pulverización de última tecnología que le permite competir con la leche importada, buscando acopiar hasta el 100% de su mercado nacional y con miras de exportación de nuestra leche. Aplausos de pie para la industria que le apuesta en el discurso y en la acción, a la producción nacional.
Lo anterior me lleva a hacer un llamado respetuoso pero firme, a ASOLECHE y la industria de alimentos del país, para que crea y le apueste más a lo nuestro, a consolidar el desarrollo nacional en beneficio del país en general teniendo presente la seguridad alimentaria nacional.
Propuestas para salir de la crisis lechera
A la luz de los anteriores acontecimientos vale la pena reiterar las propuestas que desde hace tiempo venimos presentando al gobierno nacional y que resumimos en 14 puntos como hoja de ruta para superar la crisis siempre comprometidos con el país y los ganaderos nacionales.
A- MEDIDAS DE CHOQUE. De tomar ya pues si no se hace no habrá tiempo para las demás que quizá son más importantes, pero menos urgentes.
1- Compras públicas fortaleciendo o creando consumo en población vulnerable, ejército, policía, ICBF, PAE, población carcelaria entre otros.
2- Revisión de minutas y dietas con suministro de proteína láctea en dietas ICBF y PAE que se reflejen en las compras.
3- Alianzas público-privadas para la compra de excedentes actuales de leche.
B- MEDIDAS DE CORTO PLAZO
4- Fondo tripartito (FNG-Industria-Gobierno) Permitiendo apoyo a compras publicas y fomento del consumo de manera mucho más robusta y permanente.
5- Campañas promocionales de fomento del consumo y sello 100% leche colombiana. Apoyados en los nichos de mercado y productos caracterizados por regiones y valor nutricional de la leche.
6- Fortalecimiento del control de calidad por el INVIMA e implementación un Sistema Nacional de Trazabilidad de Leche en Polvo y lactosueros importados.
7- Contratos de proveeduría entre industria y productores ganaderos – Agricultura por contrato
8- Reducir estratégica de la producción de leche en fincas o diversificación temporal de líneas de producción.
C- MEDIDAS MEDIANO PLAZO
9- Plantas regionales de pulverización, UHT y quesos en alianzas público-privadas. Fortalecimiento de plantas existentes o creación de nuevas estratégicamente ubicadas y en modelos público-privados.
10- Salvaguardias al comercio. En proceso de investigación que esperamos se culmine favorablemente.
11- Sistema nacional de asistencia técnica. Desarrollado con gremios con capacidad técnica y EPSEAS, con visión de mediano plazo y enfoque de sostenibilidad.
12- Impulso a sistemas silvopastoriles sostenibles. Líneas de financiación e incentivos a la creación de sistemas de ganadería sostenible y rentable.
13- Impulso a alianzas productivas y proyectos de encadenamiento. Los encadenamientos y la integración de la cadena desarrollando nichos de mercado y productos caracterizados por regiones.
14- Reducción de la informalidad con estímulo a los pequeños industriales y comerciantes informales.
Estas medidas y nuestra postura técnica las hemos presentado en el Ministerio de Agricultura y Desarrollo Rural, en el Consejo Nacional Lácteo, en el Congreso de la República, en las Asambleas Departamentales, en foros y medios de comunicación; y en cada escenario que sea necesario, desde FEDEGAN estaremos prestos a aportar y a defender a los campesinos ganaderos productores de leche del país, siempre con visión de cadena, porque ¡ser buena leche es la clave!
Ricardo Arenas Ovalle: Médico Veterinario, Especialista en Finanzas y Negocios Internacionales, Especialista en Gerencia de empresas agropecuarias, Consultor agroindustrial. Experto en producción y calidad de leche.
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