Brasil ha dado un paso audaz hacia la vanguardia de la innovación alimentaria con la presentación del Proyecto de Ley 3357/2024, promovido por el diputado Jorge Goetten (REPUBLIC/SC), que establece las normas para la producción y comercialización de alimentos obtenidos por cultivo celular.
Un golpe estratégico que, si bien promete posicionar al país como un líder global en el emergente mercado de las proteínas alternativas, podría ser una amenaza directa para una industria láctea ya atormentada por altos costos y competencia externa.
La iniciativa, celebrada como un “marco legislativo” por Gabriela Garcia del Good Food Institute (GFI), busca fomentar el desarrollo de carnes y otros productos alimenticios sin recurrir al ganado, utilizando menos recursos y generando un impacto ambiental reducido.
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¿Cuáles serían las repercusiones para los productores lecheros locales, quienes padecen sin solución de continuidad los elevados costos de producción y las crecientes importaciones de Argentina y Uruguay?
Para la producción láctea brasileña, la llegada de los alimentos de cultivo celular podría ser un golpe de gracia. Imaginen ya no solo competir con las importaciones, que llegan a menor precio de sus principales proveedores, sino también contra una incipiente revolución verde que “promete” productos “más saludables, sostenibles y baratos”.
A medida que el PL 3357/2024 se abre camino en el Congreso Nacional, con el apoyo del GFI y otros actores globales del mercado de proteínas alternativas, no es descabellado pensar en un posible aumento en la financiación y los incentivos fiscales., redirigiendo recursos y atención de las autoridades hacia un sector que, inevitablemente emerge.
Es decir, mientras los lácteos brasileños luchan por mantenerse a flote, un nuevo jugador en el mercado podría estar recibiendo todo el amor del gobierno.
¿Otra Batalla por la Soberanía Alimentaria?
No es ningún secreto que Brasil enfrenta altos costos de producción láctea en comparación con otros países productores en la región.
La reciente escalada del precio del maíz y la soja, ingredientes clave para la alimentación del ganado, ha dejado a muchos productores locales en apuros. Con márgenes de beneficio cada vez más reducidos, las importaciones han avivado el temor a una invasión “exterior” que socave la producción interna.
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Ahora, con el PL 3357/2024, podría haber una nueva amenaza en el horizonte, me pregunto si los defensores de la soberanía alimentaria nacional darán su grito de guerra contra lo que podría ser otro ataque a la producción local.
Pero, aunque lleno de riesgos, el escenario no es del todo oscuro. El auge de las proteínas alternativas podría, paradójicamente, empujar a la industria láctea brasileña una salida: la adopción de nuevas tecnologías para reducir costos y aumentar la sostenibilidad de su propia producción.
Invertir en innovación, mejorar la eficiencia energética y apostar por prácticas agrícolas más sostenibles podría ser el camino para competir con este nuevo frente. Lo que no se sabe es quién pagará la factura.
Mientras los debates se calientan en el Congreso Nacional, el tiempo corre. Si no reaccionamos rápido, la lechería podría tambalear en un mercado que se mueve hacia alternativas “más sostenibles”.
En última instancia, la introducción de alimentos de cultivo celular representa una llamada de atención para la industria láctea. La batalla por mantenerse competitiva no solo será contra Argentina o Uruguay, sino contra el futuro mismo de los alimentos.
Es un recordatorio de que el futuro no espera a nadie y el que aquellos que no se adapta, se extingue.