Desde la publicación de la Resolución 957/2024 de Senasa, en la que se aprobó la incorporación de dos nuevas cepas al plan de vacunación nacional contra la brucelosis bovina, los investigadores en biotecnología de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) están de festejo.

La razón es que luego del desarrollo y aprobación de la vacuna ARVAC contra el Covid-19 en humanos, esa casa de estudios logró colocar en el mercado local un nuevo inoculo de producción propia. Se trata de la vacuna Delta PGM, con la que se busca disminuir la incidencia de una enfermedad que provoca graves pérdidas en la producción ganadera, y que también puede afectar a los humanos.

En rigor, esta vacuna existe desde 2013, pero no fue sino hasta este año que Senasa permitió que sea utilizada de forma voluntaria en aquellos establecimientos ganaderos del país con casos de brucelosis, que estén registrados en el Sistema Integrado de Gestión de Sanidad Animal (SIGSA). Es por eso que hasta ahora la misma solo era exportada a países de la región, de la mano del laboratorio de capitales nacionales Agropharma.

“La vacuna la desarrollamos desde hace muchos años. Lo novedoso es que ella sirve para revacunar adultos. Para brucelosis bovina, vos tenés una vacunación obligatoria bajo plan, que se aplica antes de los 6 meses del animal. La vacuna que se usa en la actualidad es la S-19, tiene casi 80 años, y no permite revacunar adultos porque interfiere con el monitoreo serológico de la enfermedad. Por eso los animales se inoculan de tan jóvenes, porque cuando llegan a madurez sexual, ya no tienen serología positiva para la vacuna”, explicó a Bichos de Campo Juan Ugalde, investigador de la Escuela de Bio y Nanotecnologías (EByN) de la UNSAM, y del Conicet.

“Como con cualquier vacuna, la inmunidad no es algo que dura para siempre. Por eso desarrollamos esta cepa, que permite revacunar y generar mayor protección durante el periodo de gestación, que es donde más complicada se torna la enfermedad”, añadió el investigador, que comparte este desarrollo con Diego Comerci, biólogo e investigador de UNSAM y Conicet.

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Es importante recordar que la brucelosis, causada por la bacteria Brucella, provoca no solo abortos a término en bovinos sino también mermas en la producción de leche y carne. Además, al ingresar en un establecimiento, puede llegar a afectar hasta un 40% del rodeo, por lo que muchos optan por sacrificar a los animales.

“Sacrificar a los animales es una locura desde el punto de vista productivo, pero lo cierto es que faltaba una herramienta de saneamiento. Eso es lo que viene a suplir la vacuna PGM, que levanta la inmunidad del rodeo y permite que se corte el ciclo de distribución de la enfermedad, cuando ya no tenés nada para hacer. Si vos no generás inmunidad de rebaño, por más que vos saques al individuo, la enfermedad va a seguir circulando”, sostuvo el investigador.

Un punto a destacar de esta nueva vacuna es que la misma es considerada como de “tercera generación” ya que, si bien es a cepa viva atenuada al igual que la vacuna ya existente, esta involucró edición génica por parte de los especialistas, que lograron modificar el DNA de la bacteria.

 

“En el caso de la cepa S-19, que se obtuvo por metodologías tradicionales, el aplacamiento de la virulencia de la enfermedad se generó de forma azarosa, que era como se trabajaba décadas atrás. Básicamente la bacteria, que está contenida en el laboratorio, en un momento pierde su capacidad de causar la enfermedad porque va mutando. Nosotros lo que hicimos fue un diseño más racional que azaroso, y realizamos edición génica, a partir de la cual tenemos control de qué modificamos en esa bacteria”, detalló Ugalde.

Ahora, con la nueva normativa empleada por Senasa, se definió que aquellos establecimientos que deseen vacunar deberán contar con un diagnóstico negativo de sus animales que no supere los 6 meses de antigüedad.

Además, se determinaron como categorías susceptibles a la vacunación estratégica antibrucélica las hembras bovinas adultas, con una edad mayor o igual a 24 meses, que se encuentren comprendidas en un período de pre-servicio y/o post-parto y que hayan sido vacunadas previamente con cepa 19, entre los 3 y 8 meses de edad.

La nueva vacuna seguirá siendo producida en convenio con Agropharma, laboratorio que es además uno de los principales productores de la cepa S-19.

“Nuestra idea es que esto se aplique prioritariamente en Argentina. Esta es una herramienta de desarrollo nacional, de una Universidad pública y producida por una PyMe”, celebró Ugalde.

 

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