La Asociación Pro Calidad de la Leche y sus Derivados (Aprocal), celebró esta semana su décimo episodio de “La vaca alrededor de la ubre”, con una gran asistencia de público de distintos países de América Latina, que presenciaron en forma virtual el evento encabezado por la coordinadora de la Comisión Técnica de Factor Humano de la organización, Lic. Marcela Evans, y coordinado por el editor de MOTIVAR, Luciano Aba.
En el primer bloque del encuentro, Evans disertó sobre el “Bienestar laboral en el tambo: su impacto en los equipos y en la productividad de las empresas. Y arrancó citando las palabras del destacado MV y especialista en el tema, Mario Sirvén: “Es imposible lograr el bienestar de las vacas, si no se ha alcanzado antes el bienestar del personal que trabaja con ellas”.
¿Qué es un entorno saludable de trabajo?
Bajo esta pregunta disparadora, Evans explicó que, según la OMS, se considera bajo este concepto a “aquellos lugares en los que tanto los trabajadores como los directivos colaboran en un proceso de mejora continua para proteger y promover la salud, la seguridad y el bienestar de todos los trabajadores y la sostenibilidad del lugar de trabajo”.
- Trabajar en aquello para lo que tenemos habilidad.
- Trabajar en lo que nos gusta.
- Trabajar en buenos climas laborales.
- Encontrar equilibrio entre vida personal y laboral.
- Crecer en el lugar de trabajo.
- Recibir reconocimiento.
- Tener seguridad y estabilidad.
- Encontrar sentido a la tarea que realizamos.
- Disponer de autonomía para tomar decisiones y poder opinar. Ser escuchados.
- Encontrar beneficios más allá de la remuneración.
¿Qué es el bienestar laboral?
Sin vueltas: “Bienestar es estar bien”, resumió Evans. Y en el trabajo, “es un estado de satisfacción, salud y felicidad de los colaboradores en su puesto. Engloba aspectos físicos, mentales, emocionales, sociales y se centra en crear un entorno de trabajo donde las personas se sientan valoradas, apoyadas y motivadas”.
En ese sentido, la profesional, que también es directora de la consultora “Tambo en Equipo”, trajo a colación una encuesta elaborada por CREA Santa Fe Centro en 2012, la cual revelaba que por entonces, en los establecimientos de lechería el 50% de los trabajadores eran jóvenes de menos de 30 años, con bajo nivel educativo, y sujetos a una alta rotación en tambos y puestos de trabajo.
El relevamiento también daba cuenta de factores de incomodidad externos que padecían los trabajadores tamberos, vinculados a las instalaciones, el barro, la lluvia y los horarios. La mayoría de los ordeñes eran entre las 2 y las 4 de la madrugada.
Esos mismos encuestados habitaban en viviendas que no satisfacían las necesidades de las familias, y más del 70% de ellos trabajaba más de 8 horas diarias, con francos y vacaciones desorganizados.
Finalmente, en informe señalaba una dificultad en la comunicación y el trabajo en equipo.
El equipo como motor
Evans consideró que el trabajo en equipo es fundamental en el sector, porque “el tambo es una de las actividades agropecuarias más sensibles al trabajo coordinado”. De allí que “nos fuimos dando cuenta que trabajar en equipo era una herramienta muy poderosa tanto para el crecimiento de las personas como para el crecimiento de las organizaciones”, señaló.
“En esa metodología de espacios participativos, de encuentro entre directivos, mandos medios y colaboradores, se iba creando casi sin querer este entorno saludable de trabajo que iba trayendo todo el bienestar. Porque de alguna manera al estar juntos y preguntarnos cómo estamos, cómo venimos trabajando, qué necesitamos para trabajar mejor, fueron atendiendo algunos factores psicosociales de trabajo”, remarcó.
“Estos equipos permitieron que se conozcan, que puedan resolver problemas más rápidamente, que puedan ser mucho más productivos, donde de alguna manera todos ganan, porque crecen las personas, los equipos y las empresas”, añadió.
Prácticas naturalizadas a transformar
Para prevenir “riesgos psicosociales”, es decir, evitar que se afecten “aquellos factores que tienen que ver con la organización del trabajo o la cultura organizacional que se acercaron a lo que las personas verdaderamente quieren encontrar”, Evans detalló una serie de prácticas naturalizadas que se deben transformar a esos fines, como el trabajo rutinario, presión en el trabajo, inestabilidad laboral, temor a la pérdida de empleo.
También es perjudicial la comunicación deficiente, la falta de incentivos, exigencias que llevan a un desequilibrio entre la vida personal y laboral, estilos de liderazgos que no acompañan el crecimiento, falta de autonomía, indefinición de roles, ausencia de un plan de carrera y el fomento de una cultura organizaciones que no acompaña la evolución del equipo.
Propuestas de valor para mejorar el entorno
La coordinadora de Factor Humano de Aprocal trazó una propuesta de valor para los colaboradores, enfocada a los factores psicosociales que se deben atender, mejoras en la organización del trabajo como la realización de reuniones de equipo, fijar horarios de ordeñe y de trabajo que contemplen la vida personal, social y laboral; establecer perfiles de puestos, profesionalizar los ingresos y promocionar la salud a través de actividades físicas, francos y vacaciones bien organizados.
Asimismo, y para facilitar el entorno de trabajo, lo ideal es que el empleado pueda acceder a una vivienda digna, crear espacios físicos para reuniones, brindar una buena conectividad, actualizar las instalaciones y maquinarias para mejorar la eficiencia y la comodidad de los operarios.
Otro punto importante es el fomento de la participación a través de un clima laboral positivo, la celebración de reuniones, realización de encuestas y eventos.
Y no menos importante es el fomento de la capacitación continua para profesionalizar las tareas y generar el desarrollo de habilidades sociales y técnicas.
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