Las bebidas vegetales ganan terreno con promesas de salud y sostenibilidad, pero ¿qué tan real es todo esto? Desarmemos el mito que las rodea y hablemos de por qué no pueden compararse con la verdadera leche.
vegetales
Los extractos vegetales no pueden, bajo ningún punto de vista, considerarse equivalentes nutricionales a la leche de vaca.

Aunque se habla de que el 75% de la población mundial es intolerante a la lactosa, hay que contextualizar esta cifra, porque la  prevalencia de la intolerancia a la lactosa varía enormemente según las regiones y los grupos étnicos. 

En África y Asia, la intolerancia a la lactosa es común, mientras que en Europa y América del Norte, donde la domesticación del ganado impulsó una mayor tolerancia, los niveles son más bajos. En América del Sur, la intolerancia varía ampliamente según la mezcla de poblaciones indígenas y europeas, alcanzando niveles intermedios. Por ejemplo, en Europa del Norte solo el 5% de la población es intolerante.

La capacidad de digerir lactosa de adultos es una mutación genética en poblaciones con una tradición láctea fuerte, por lo que hablar de un aumento generalizado de la intolerancia es, como mínimo, inexacto.

En términos de evolución, la capacidad de digerir la lactosa es lo que ha aumentado. 

Estudios recientes no muestran un aumento de la intolerancia, sino más bien una mayor conciencia de la condición y, posiblemente, una sobrediagnosis.

El mercado de las bebidas vegetales creció significativamente, especialmente en países como Estados Unidos, donde las ventas alcanzaron 2,9 mil millones de dólares en 2023, representando un 15% del mercado de “leches”. 

Sin embargo, la cuestión central aquí es que muchos consumidores de “alternativas” vegetales no necesariamente abandonan los lácteos. De hecho, estudios de mercado revelaron que el público no es nuevo, sino que son mayoritariamente consumidores de lácteos que agregan bebidas vegetales a su dieta, ya sea  por variedad o por una falsa percepción de salud. 

Un estudio publicado en 2021 en Journal of Dairy Science mostró que, aunque el consumo de “alternativas” vegetales creció, el consumo de leche de vaca sigue siendo fuerte, especialmente en hogares con niños pequeños, donde se valoran los nutrientes clave como el calcio y las proteínas de alta calidad. 

Las bebidas vegetales, a menudo vistas como más saludables, en realidad carecen de la densidad nutricional de la leche de vaca, lo que plantea si realmente están ofreciendo una alternativa mejor.

Llamar “leche” a una bebida vegetal que no proviene de la glándula mamaria de un mamífero es una distorsión del término. Los extractos vegetales no pueden,de nningún modo, considerarse equivalentes nutricionales a la leche de vaca. 

Si bien muchas marcas fortifican sus productos con vitaminas y minerales, esto sigue siendo una intervención artificial que no replica la matriz compleja de nutrientes que se encuentra naturalmente en la leche de vaca.

A saber, el calcio presente en la leche de vaca es de mayor biodisponibilidad que el añadido a las bebidas vegetales, lo que significa que el organismo lo absorbe mejor. De igual manera, las proteínas de la leche animal, como la caseína y el suero, son de mayor valor biológico que las proteínas vegetales, que a menudo carecen de uno o más aminoácidos esenciales.

Entonces, ¿es correcto llamarlas “alternativas”? Si no ofrecen lo mismo ni en cantidad ni en calidad, me parece que nos están engrupiendo. 

El impacto ambiental, uno de los principales argumentos para el auge de los extractos vegetales, se basa en un análisis incompleto. Si bien es cierto que la producción de leche de vaca emite más gases de efecto invernadero que la producción de bebidas vegetales como la de soja o avena, este cálculo no tiene en cuenta todo el ciclo de vida de ambos productos.

La producción de bebidas vegetales requiere un procesamiento industrial intensivo, desde la maquinaria para la extracción hasta el transporte y almacenamiento de los ingredientes. Además, muchas de estas bebidas están enriquecidas con aditivos, que requieren energía para ser producidos y distribuidos. El consumo de agua, en especial en el caso de la leche de almendra, es otro factor preocupante. Un litro de leche de almendra puede requerir más de 3,700 litros de agua para producirse, mientras que la leche de vaca utiliza menos de la mitad en promedio.

Por otro lado, los gases de metano producidos por las vacas forman parte de un ciclo biogénico corto, en el cual el carbono emitido es reabsorbido por las plantas que luego alimentan a las mismas vacas, lo que no ocurre con los combustibles fósiles utilizados en el procesamiento de las bebidas vegetales. 

Además, estudios recientes han demostrado que la ganadería puede ser parte de la solución climática, al mejorar la gestión del suelo y los pastizales para capturar carbono.

El consumo de bebidas vegetales no es dañino, pero venderlas como una alternativa más saludable o más sostenible es una gran estafa. La leche de vaca sigue siendo una fuente insustituible de nutrientes esenciales, y su impacto ambiental, cuando se evalúa correctamente, no es la catástrofe que muchos sugieren.

Combatir la desinformación es clave. Las bebidas vegetales no son comparables en términos de nutrición, por lo que es crucial mirar el panorama completo antes de tomar decisiones. Como consumidores, tenemos derecho a elegir, pero también a estar informados con precisión.

 

Valeria Hamann

EDAIRYNEWS

 

Ahora puedes leer las #noticias más importantes en los canales de #Whatsapp de #eDairyNews!!

🇦🇷 eDairy News ESPAÑOL: https://whatsapp.com/channel/0029VaPqM3eAu3aInae2Qt0V

Te puede interesar

Notas
Relacionadas

Más Leídos

Destacados

Sumate a

Mundo

Seguinos

Suscribite a nuestro newsletter