¿Por qué se ha modificado el algoritmo?
- Revisión de la categoría «bebidas»: Se ha realizado un ajuste para aplicar criterios nutricionales más estrictos a las bebidas azucaradas, incluidos los yogures bebibles. Solo el agua y las bebidas sin azúcar añadido pueden alcanzar la calificación A.
- Nuevos umbrales para macronutrientes: Los niveles de azúcar, sal, fibra y proteínas ahora se valoran de forma más rigurosa. Por ejemplo, se penaliza el consumo de yogures con alto contenido de azúcares, incluso si son naturales, y los edulcorantes no nutritivos son considerados en la evaluación.
- Reclasificación de frutos secos y semillas: Estos alimentos han sido trasladados de la categoría «frutas» a la de «grasas», lo que afecta negativamente a los productos que los incluyen.
- Creación de una categoría de «carne roja»: En respuesta a las recomendaciones de salud pública, se ha introducido una nueva categoría para evaluar de manera más precisa la carne roja, frecuentemente cuestionada en las dietas occidentales.
Oportunidad de negocio
Con todos estos cambios, lo más probable es que los consumidores se sientan aún más confundidos. Sin una mayor educación sobre los indicadores nutricionales y una comunicación clara sobre las razones de estos variaciones, es probable que perciban estas retiradas como un signo de mala calidad.
Ahora bien, hay dos formas distintas de abordar esto por parte de los fabricantes:o bien invertir en I+D para reformular los productos; o reposicionar el marketing en otras etiquetas. En el primer caso, sería adaptarse a esos nuevos requisios de Nutri-Score y reducir así el contenido de azúcar y grasa de sus bebidas lácteas.
En el segundo, apostar por una comunicación basada en etiquetas medioambientales (Planet-Score, Eco-Score). Estas certificaciones, en auge, valoran más las prácticas sostenibles y el respeto del medio ambiente, desviando la atención de la Nutri-Score y respondiendo al mismo tiempo a las nuevas expectativas de los consumidores.