El tercer mayor productor de leche del mundo está inundado de leche no deseada, ya que la caída de la natalidad y los consumidores preocupados por los costes han recortado la demanda, forzando a los ganaderos más pequeños a abandonar el negocio y reduciendo los envíos.
Pekín publicó en septiembre unas directrices para que los ganaderos controlaran la producción láctea, optimizaran las estructuras de los rebaños eliminando las vacas más viejas y menos productivas y apuntalaran el consumo.
“El número de vacas lecheras en stock se ha ajustado y optimizado gradualmente, y la producción láctea global se ha mantenido estable”, declaró el ministerio.
“Se espera que la contradicción entre la oferta y la demanda en la industria láctea se suavice gradualmente en la segunda mitad del próximo año, pero la presión del exceso de leche en la primera mitad del año seguirá siendo relativamente grande”, añadió.
La producción de leche durante los 11 primeros meses de 2024 alcanzó los 26,95 millones de toneladas, un descenso del 2,4% respecto al año anterior.
La producción en 2023 había aumentado hasta casi 42 millones de toneladas, superando el objetivo de Pekín para 2025 de 41 millones de toneladas, en medio del descenso del consumo de alimentos de mayor precio como el queso, la nata y la mantequilla.
El ministerio de Agricultura afirmó que aún existe potencial y margen para el crecimiento del consumo en el futuro.
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