Hace once años, la familia Van der Eijk trasladó su granja lechera desde Bollenstreek hasta Flevopolder, en los Países Bajos. Pasaron de una granja tradicional en Keukenhof a un establo automatizado de nueva construcción.
vacas

Gracias a una serie de decisiones acertadas, han logrado un gran éxito: trece de sus vacas han alcanzado una producción vitalicia de 100.000 litros de leche.

Una tradición lechera con historia

Pieter van der Eijk, productor lechero, recuerda con orgullo sus inicios en el negocio familiar. En 1979 se unió a su padre en la explotación, donde ordeñaban 170 vacas. “Teníamos una granja lechera, así que cada semana mi padre compraba y vendía vacas en el mercado”, relata Pieter.

En 1988, tomó las riendas de la empresa y, desde el primer día, su padre lo puso a cargo de la contabilidad. “Me entregó un montón de facturas y me dijo: ‘¿Puedes escribirlas? La empresa ahora es tuya’. En retrospectiva, le estoy muy agradecido porque me enseñó a comprender la importancia de lo que entra y lo que sale en el negocio”, explica.

Datos clave de la granja

Número de vacas: 155 (principalmente de la raza R.W.)

Vaquillonas: 60

Producción vitalicia media: 64.500 litros

Superficie: 45 hectáreas (20 dedicadas a maíz)

Sistema de ordeño: 3 robots Lely A3

Alimentación: Lely Vector, con una dieta compuesta por 50% silo de pasto, 50% silo de maíz, trigo triturado y soja como suplemento

Un crecimiento sostenido

Durante sus primeros años en el negocio, Pieter se vio favorecido por altos precios de la leche debido a la introducción del «súper impuesto». Esto lo llevó a establecer una política de crianza basada en vacas sanas con una producción elevada a lo largo de su vida. “Siempre hemos apostado por vacas fuertes y longevas. En nuestra antigua explotación, la primera vaca que alcanzó los 100.000 litros fue una roja y blanca. Fue un gran honor”, recuerda.

La granja sigue siendo un negocio familiar. Pieter trabaja junto a su esposa y sus dos hijos. Su mujer se encarga de la administración, mientras que su hijo Corné gestiona la parte informática. Actualmente, Corné trabaja tres días fuera de la granja, pero espera hacerse cargo del negocio en el futuro. Su hija Vera estudia en la Universidad HAS en Dronten y tiene una gran pasión por la tecnología y la gestión ganadera.

Un traslado que marcó la diferencia

El traslado de la granja fue una decisión clave para su crecimiento. El contrato de arrendamiento en Lisse se rescindió y la finca tuvo que dejar paso a una reserva natural. La familia encontró una nueva oportunidad en una antigua granja en Flevopolder, una región con pocos productores lecheros. “Nos encantó la idea. Sabíamos que esta oportunidad no volvería a repetirse. Aunque solo nos trasladamos 100 kilómetros, sentí que habíamos emigrado”, confiesa Pieter.

Instalaciones modernas y mayor producción

En 2013, con plazos ajustados y un clima desafiante, se construyó un nuevo establo con abundante luz y espacio, lo que favoreció el bienestar animal. Se instalaron zonas de alimentación y descanso amplias, además de un cobertizo con paja. En la parte trasera del establo se construyó una cocina de pienso accesible desde los silos de almacenamiento.

El cambio tuvo un impacto inmediato: “Las vacas que antes producían 25 litros al día en Lisse aumentaron a 30 litros en solo tres meses. Desde entonces, nunca bajaron de esa cantidad”, explica Pieter. En los últimos años, los resultados han seguido mejorando: “Esta primavera tuvimos dos vacas que alcanzaron los 70 litros diarios. Una de ellas mantuvo ese ritmo durante un mes”.

Menos vacas, más leche

El enfoque de Pieter se basa en mantener una menor cantidad de vacas, pero optimizar su rendimiento. Actualmente, tiene 155 vacas y 60 bovinos jóvenes. “Criar una vaca nueva cuesta 2.500 euros y la gestión del estiércol también es un desafío, ya que no tengo suficiente tierra. Prefiero cuidar bien a mis vacas y garantizar su longevidad”, comenta.

Gracias a esta estrategia, la producción media vitalicia de sus vacas ha alcanzado los 64.500 litros. En total, la granja ha producido más de 1.300 toneladas de leche.

La clave del éxito: resistencia y atención al detalle

Pieter destaca que el éxito de su explotación se debe a una combinación de trabajo meticuloso y selección genética. “Criamos principalmente vacas rojas, que tienen una mayor resistencia. Como en el deporte de alto rendimiento, hay que cuidar la alimentación y el bienestar. Incluso los mejores atletas tienen días malos, y lo mismo ocurre con las vacas”, explica.

Además, resalta la importancia de prestar atención a cada animal: “Ponerlas de pie dos veces al día me permite detectar cualquier problema rápidamente. Un establo bien diseñado facilita esta supervisión”.

Para Pieter, cada decisión se toma con cautela. “Siempre analizo bien antes de decir que sí a algo nuevo. Es fundamental estar abierto a mejorar y hacer las cosas de manera diferente. Si los resultados son buenos, lo considero una bendición”.

Fuente:Melkveebedrijf

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