Juan Camilo Pinto, gerente de la ganadería Pintalba Agronegocios en el municipio de Belén (Boyacá), decidió reemplazar sus ejemplares holstein por animales kiwicross, raza bovina procedente del país oceánico, a través de la participación en el programa ‘Cadena de valor lácteo Nueva Zelanda y Colombia’.
Pasó casi seis años aprendiendo sobre el modelo neozelandés de producción lechera basada en pastoreo.
“Yo empecé una curva de aprendizaje acelerada porque no sabía ni de vacas. De las 25 fincas que entramos en Belén, solo quedó una o dos, porque ellos no daban fertilizantes, pero sí conocimientos, y algunas ganaderías esperaban recursos físicos”, contó.
Pinto identificó varios problemas con la raza holstein en su finca. “La vaca holstein no se puede dejar de suplementar si está acostumbrada a hacerlo, porque baja la producción”, explicó. Además, estos animales son grandes consumidores de alimento y requieren una infraestructura más robusta para su manejo.
Otro reto fue la planificación reproductiva: “Antes teníamos un ejército de veterinarios detrás de los partos, no podíamos planificarlos, y cuando se insemina con holstein terminaban con problemas”.
“Nos dimos cuenta de que los animales holstein eran muy grandes. Yo tenía miedo del cambio de raza, pero entendí que no se necesita un animal con una capacidad de producción de 40 litros, sino uno que pese menos y produzca leche de manera eficiente”.
El kiwicross ha demostrado ser una raza robusta y adaptable. De acuerdo con Pinto, los kiwicross comen menos que los holstein, pero ofrecen rendimientos de 15 litros al día. Además, estos animales presentan mejor fertilidad, facilidad de parto y resistencia a las condiciones climáticas.
El jerhol, por su parte, también ha sido una alternativa viable. Este cruce entre 1/2 holstein y ½ jersey permite obtener vacas más pequeñas (con peso de alrededor de 400 kilos) con una buena producción láctea y alta rusticidad.
Resultados y desafíos
El cambio de razas y modelo productivo ha tomado ocho años y ha requerido ajustes constantes. Aunque inicialmente se redujeron los niveles de producción, hoy en día la finca ya cuenta con mejores rendimientos. La carga animal también ha mejorado, pasando de un promedio de una vaca por hectárea a tres o 3,5.
“Antes teníamos 20 vacas con un promedio de 20 litros por día. Ahora tenemos 80 animales, que en el punto más alto dan 14 litros por cada una”, precisó.
Uno de los aspectos clave ha sido la planificación de partos, pues procuran que no se den los partos entre diciembre y febrero, cuando las heladas son más intensas y se reduce la comida disponible para las crías.
De esta forma, los costos de producción bajan a 800 pesos en los meses de marzo, abril y mayo, cuando el precio de la leche puede alcanzar los 1.800 pesos, y por ello obtienen un mayor retorno de inversión.
Infraestructura y tecnología
El modelo de “lechería inteligente” implementado en Pintalba también ha requerido mejoras en infraestructura, con el fin de que las vías lleguen hasta los potreros. También cuentan con redes eléctricas, puentes, entre otros avances que les han permitido elevar su eficiencia.
Uno de los aprendizajes ha sido el manejo eficiente del pasto. Pinto recibió asesoría de Manuca, una inversión neozelandesa en Chile, y aprendió que el raigrás debe pastorearse y evitar que se envejezca y pierda calidad.
¿Recomienda el cambio de raza?
Pinto es claro en que este modelo no es para todos, aclarando que “cada modelo tiene sus matices”. A su juicio, la decisión de cambiar de razas debe basarse en la rentabilidad del negocio, más allá de la genética.
Tanto el kiwicross como el jerhol ofrecen ventajas en sistemas pastoriles, pero requieren un enfoque estratégico en la planificación de partos, la gestión de pasturas y la reducción de costos de producción.
“En este modelo no se fuerza al animal a sobreproducir leche“, destaca Pinto, quien ahora maneja su finca con mayor tranquilidad y eficiencia, logrando escalar el negocio sin la carga que representaba el sistema tradicional con ganado holandés.