Si bien la dinámica de importación pareciera ser menor, comparada con años anteriores, aun genera impactos importantes en la economía ganadera, fundamentalmente en la lechera.
Precisamente, en el caso de lácteos los volúmenes importados sumaron 6.461 toneladas, 3% más que en el enero de 2024, pero sustancialmente menor al promedio 2020 – 2024 que alcanzó 13.684 toneladas. Lo que sigue teniendo mayor dinamismo importador es la leche en polvo descremada con 2.941 toneladas, seguido por los lactosueros con 1.625 toneladas, quesos con 957 toneladas y la leche en polvo entera con 836 toneladas.
Hay que tener en cuenta que, aunque puedan ser menores las cifras, más de 6 mil toneladas de leche y derivados al fin y al cabo significa no utilizar más de 51 millones de litros de leche nacional, equivalentes al 8% de la producción lechera y 18% del acopio formal. Ahora bien, el 45% del total importado proviene desde Estados Unidos, lo que indica que la preocupación seguirá siendo este TLC más cuando en nueve meses ya se tendrá libre comercio para leche en polvo.
Pero lo más decepcionante es que se importe leche desde Chile, 11% del total, y desde Bolivia, 8%; países con menor tradición ganadera y hatos sustancialmente menores al nuestro. Me pregunto entonces si la industria lechera colombiana no tiene capacidad de competir con la leche chilena o boliviana que además debe asumir una logística de transporte recorriendo en promedio más de 4.500 km.
Pero además hay que tener en cuenta que el 29% de leche y derivados se trajo desde la Unión Europea, lo que otorga un plan B para cuando EE. UU. tenga dificultades o se encarezca su leche, poniendo también sobre el radar que en 33 meses se tendrá libre comercio de leche en polvo con el viejo continente. Es decir, la competencia internacional llegó para quedarse.
La tasa de cambio ha sido buena, no la mejor, pero se mantiene sobre los $4.100; y el precio de su principal materia prima, la leche cruda, ha estado a la baja. Las posibilidades de mejorar la exportación se vieron en 2024 con mayor dinámica hacia afuera, sin embargo, para hacerlo no siempre debe ser con recursos que subvencionen la competitividad de la industria transformadora, también debe ser a título propio.
Entonces mayores envíos al exterior depende también de que se cierren brechas en los demás eslabones: empezando por el transporte, en un país que cada vez echa más para atrás en la calidad de sus vías terciarias; en la industria lechera que geoestratégicamente está lejos de los puertos y si estuviera cerca apelaría al argumento que la calidad de la leche es mejor en la zonas de trópico alto; y sobre todo de la necesidad de modernización tecnológica de todos sus eslabones con herramientas que ya están inventadas pero que cada vez parecen estar más alejadas del campo. Para acercarlas se requieren Estados fuertes y gobiernos focalizados en lo rural y lo agroindustrial.
