John Rosenow es un productor lechero con tambo en Buffalo, estado de Wisconsin (zona medio oeste del país), y por casi 30 años ha dado trabajo a inmigrantes mexicanos, pero las nuevas políticas migratorias impulsadas por el presidente Donald Trump eso deberá cambiar.
“El 90% de la leche en Wisconsin es cosechada por inmigrantes”, por lo tanto, “si se lleva a los inmigrantes, básicamente no habrá industria láctea”, dijo Rosenow al canal Spectrum News 1.
El sector agropecuario se ha manifestado en alerta por las medias que aplica el Gobierno de Estados Unidos a los migrantes, a pesar de que la semana pasada, Trump dijo que está trabajando en un plan para mantener a los trabajadores agrícolas del país, incluso si están ilegalmente. Según parece deberán irse temporalmente y regresar legalmente. Desde la Casa Blanca se ha dicho que se van a mejorar las visas que permiten a los extranjeros ocupar puestos temporales en la agricultura, pero no se dieron más detalles.
ORDEÑANDO VACAS DESDE HACE 150 AÑOS.
Rosenow es propietario de Rosenholm Dairy y Cowsmo Compost. Su familia se dedica a la agricultura en la localidad de Cochrane (Wisconsin) desde hace más de 150 años. Durante todo ese tiempo, en la familia “hemos ordeñado vacas todos los días, dos veces al día, y nunca hemos perdido un día”, dijo. “En 1990, nos expandimos a una lechería más grande y eso imposibilitó que hiciéramos todo el trabajo nosotros mismos. Tuvimos que contratar gente”, contó al citado canal de televisión.
EL EXTRANJERO HACE EL TRABAJO QUE EL LOCAL NO QUIERE.
A fines de 1990, en contra de su voluntad, Rosenow se vio obligado a acudir a los inmigrantes, porque “se agotó” la mano de obra local dispuesta a hacer trabajos rurales.
Cuando Manuel regresó a su casa “contraté a dos más. Y desde entonces, cuando alguien renunciaba, o algo así, contrataba a un inmigrante porque sabía que conseguiría un empleado muy, muy bueno”, dijo.
Actualmente cuenta con una plantilla laboral de 18 empleados, 13 de ellos son inmigrantes.
Trump dijo que los inmigrantes indocumentados que trabajan en el sector rural, deberán irse del país por 60 días, y luego de ese tiempo podrán regresar como “trabajadores legales”, para lo cual deberán contar con la recomendación del productor donde se van a desempeñar. Sin embargo, Rosenow no cree que ese plan funcione y se opone a él, aunque sus trabajadores son empelados con tarjetas de residencia.
DESCONFIANZA.
Denise Gilman, profesora visitante de Derecho en la Universidad de Georgetown opinó igual que Rosenow sobre los riesgos de no poder regresar.
La desconfianza se fundamenta en que efectivamente, desde la Casa Blanca se ha dicho que se busca mejorar las visas que permiten a los extranjeros ocupar puestos temporales en la agricultura, pero no se han dado detalles de cómo se implementará, además de que los tambos no están incluidos en ese programa de visado porque a diferencia de otras producciones, el tambo requiere mano de obra durante todo el año.
“Si realmente queremos abordar la migración irregular en la frontera, lo que tenemos que hacer es ampliar las categorías de migración legal mucho más allá de los límites que tienen en términos de números en este momento”, dijo Gilman. “Eso es lo que la administración debe hacer, ampliar el número de personas que podrían venir a través de los programas de trabajadores agrícolas existentes, y eso en general sería un avance importante”.
TODOS HABLAN, NADIE RESUELVE.
Hace 20 años que los políticos dicen lo mismo, agregó Rosenow, que van a arreglar el tema migratorio, pero no lo hacen. “Los demócratas dicen: ‘Bueno, no podemos hacer nada porque no tenemos ningún poder’. Y los republicanos dicen: ‘Bueno, no lo voy a hacer hasta que la frontera esté segura’. Entonces les pregunto: ‘¿Cuándo será segura la frontera? ¿Cómo sé que la frontera es segura?’. Y apenas responden con ‘cuando sea segura’”, dijo Rosenow.
Es un problema del que todos hablan y dicen que resolverán, y mientras no lo hacen “tenemos que seguir ordeñando las vacas, todos los días”.
Gilman finalizó expresando: “Dependemos de los migrantes que trabajan en una serie de industrias, y contribuyen a la economía a través de su trabajo, pero también a través de su participación en la economía, sus compras de consumo y también a través de los impuestos que pagan”.
Los problemas manifestados por Rosenow desde la mirada del productor, como por Gilman como conocedora del Derecho, son compartidos por muchos de los expertos en temas migratorios que tiene el país. No es raro encontrar especialistas preocupados por los programas de deportación masiva y sin medidas claras que permita el reingreso de los trabajadores. Eso puede ser devastador para la economía estadounidense.
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Artículo en base a informe de Charlotte Scott para el canal Spectrum News 1; la nota también fue difundida por la Federación Nacional de Productores de Leche (NMPF) con sede en el estado de Virginia (EE.UU.)
Foto BioEconomía.