En el segundo de los días de estas convocantes jornadas que se realizaron en el marco de la expo TodoLáctea, hubo un interesante enfoque en “Los que deciden”, que estuvo compuesto por productores que siguen apostando de diferentes formas a la actividad tambera.
Marcos Snyder, además de ser un gran analista del sector es gerente del Grupo Duhau, un tambo donde se instalarán 96 robots, para unas seis mil vacas en ordeño, en galpones freestall con cama de arena, generando una transición desde un sistema de pastoreo tradicional.
“Un tambo que no tiene un plan, no puede progresar”, dijo sobre el análisis de la progresión de producción en el tambo de Arenaza, que se dio con énfasis desde 1995. Con 2.500 vacas en ordeño actualmente y en dos tambos, el objetivo es llegar a tener más del doble, contando hoy con una base fuerte en la alimentación de silo de maíz, para contener el aumento en la carga y la reducción del consumo de pasto.
En el establecimiento ya hay en desarrollo tres galpones, incluyendo uno para maternidad, se trabaja en toda la estrategia del manejo de efluentes (el objetivo es recuperar el 50% de los purines) y luego seguirá una instancia de dos galpones más, todos de una dimensión de 80 por 240 metros de largo, para 1.500 vacas en ordeño y 24 robots, con tres callejones, donde se entregará cien por ciento de materia seca.
“Lo que va a cambiar, de tener las vacas afuera a los galpones, es seguir creciendo. Ninguna empresa puede evolucionar si no crece al menos el dos por ciento de su facturación anual”, explicó Snyder.
“El robot lo elegimos para optimizar la mano de obra, porque es el recurso más dificil de conseguir”, indicó sobre un sistema de circulación libre y alimentación de precisión, para optimizar la calidad de la leche en todo sentido, con reducción de uso de antibióticos.
Un robot cuesta entre 2.000 y 2.400 dólares por vaca, es una inversión inicial muy grande, sin financiación y teniendo la “decisión de pasarse a la lechería digital, disponiendo de datos online”.
“La lechería 4.0 es dejar de trabajar sobre oberservaciones y pasar a trabajar con datos online, con la ingeniería de datos”, agregó.
Con costos en constante alza, sobre todo con el aumento en el costo de la tierra al 1,7%, hay que trabajar para no seguir sacando litros de la rentabilidad.
Haciendo un análisis pormenorizado de las oportunidades para los lácteos y el sector, Snyder concluyó que “al mundo le van a faltar 20 mil millones de litros de leche para 2035, que nadie sabe de donde van a venir”, así que “pongan vacas y a ordeñar, muchachos”.
Otro de los ejemplos de crecimiento estuvo dado por Agustín Roberi, ex gerente de una fábrica de electrodomésticos, que hace tres años incursionó en el universo del tambo, siendo productor agropecuario desde hace 25 años.
“No teníamos idea que era tanto lío, porque si sabíamos no empezábamos”, comentó graciosamente sobre Doña Eva, la empresa que nació en 2020 con la compra de un tambo de mil cabezas en la localidad de Luque, que actualmente tiene 400 animales en ordeño y en 2024 tuvo una integración vertical y comenzaron a fabricar quesos.
Trabajan 519 hectáreas, siendo 439 propias, el 85 por ciento de la tierra, donde trabajan de forma directa 10 personas, e igual número en forma indirecta. La leche es el 82% de la facturación, los quesos representan 15 puntos y el restante corresponde a la rentabilidad por los animales de refugo.
Con el objetivo de mejorar las condiciones de trabajo del personal, mejorar el bienestar animal y optimizar el uso del suelo, se rediseñó la producción y se recuperaron 24 hectáreas productivas, se hicieron diez corrales, piso para alimentación y conservación de alimentos, calles, 500 metros de galpón, con una inversión de 400 mil dólares. Lo primero que hicieron fue construir tres casas nuevas para el personal.
Con una tarea de “llegar a acuerdos” con el personal para ir modificando la forma de hacer algunas cosas, mejoraron la sala de ordeño, comenzaron a preparar el galpón para la quesería, mejoraron la recuperación de desechos, sólidos y líquidos, pensando ya en la instalación de un biodigestor, para aprovechar la energía que hoy se desperdicia.
Con un “rendimiento de 27,2 litros por cabeza en el tambo”, cifra que quieren mejorar, pero de la cual el diez por ciento destinan a una pequeña fábrica de quesos, comercializando a terceros el resto de la leche.