Que en una exposición lechera haya una constructora no es producto de una equivocación. Es el caso de Menara en Todo Láctea 2025, que acercó al sector una propuesta que poco a poco empieza a tomar fuerza en la cuenca lechera: Tener a las vacas bajo techo.
Tienen sus resortes en el sector energético, minero y en la construcción tradicional. Pero la decisión de abocarse a la construcción de galpones para tambos estabulados, hace 2 décadas, hoy les atrae mucha clientela del agro. Incluso más allá de Rafaela, la ciudad de donde es oriunda esta empresa familiar que acumula 60 años de historia.
Darle a las vacas lecheras su propia casa no es esnobismo, y ya hay más de 300 establecimientos en el centro del país que lo han implementado. “Lo que están evitando es que la vaca quede al aire libre, así se siente más confortable y produce más litros de leche”, resume Fernando Novello, representante de la empresa.
Si la lechería argentina se “subió” a esa tendencia mundial es, sobre todo, por su promesa productiva. Si bien requiere de una gran inversión inicial, Novello asegura que se gana en logística y en cantidad de leche producida. Y eso es porque se puede hasta 200 vacas en un sólo galpón, sin exponerlas al estrés térmico y trasladándose más fácilmente.
Mirá la entrevista completa con Fernando Novello:
Las vacas del futuro ya están en la cuenca lechera. Tienen su propia casa con cocina y habitación y hasta pueden elegir salir cuando lo deseen. La cama para que se acuesten se hace con un material especial, que no es sólo aserrín, y el momento de la limpieza es cuando salen para el ordeñe, en el que se ingresa con un tractor al galpón.
Tan efectivo es el sistema, aseguran desde Menera, que lo han implementado para un productor con un tambo rotativo de 24 horas y ha funcionado sin problemas.
En cuanto al diseño, para tener su casa propia las vacas no pueden darse gustos ostentosos y cuentan con 2 modelos. Uno más chico, que tiene una calle en el medio y espacios a ambos lados para que se alojen los animales; y otro más amplio de 40X160 metros, en donde la calle se coloca a un costado.
Para alimentarse, ya no sale la vaca en busca de las pasturas, sino que es el productor el que se las acerca al galpón. Eso evita que caminen largas distancias y se expongan al sol o al barro, en caso de lluvias, y hace más eficiente la producción.
“Es el futuro”, asegura Novello. Tal vez la noticia en algunos años ya no sea la construcción de galpones, sino las “amenities” que se les puede sumar.