Un estudio recientemente publicado evidencia las consecuencias del incremento del estrés por calor sobre las vacas de alta producción, sobre todo si estos episodios se dan varios días consecutivos, debido a los efectos acumulativos sobre el metabolismo de los animales.
El estrés por calor afecta a la producción y fertilidad de las vacas y también a la calidad de la leche, tanto en su contenido en grasa y proteína como en el recuento de células somáticas. Es algo sabido y muy estudiado a nivel internacional, pero un estudio recientemente publicado constata que estos efectos también se dan en Galicia. “Si bien Galicia tiene un clima menos extremo que otras regiones, la presencia de estrés por calor moderado durante los meses más cálidos causa pérdidas económicas significativas en el sector lácteo”, concluye.
El estudio, titulado Influencia del estrés térmico en la producción, calidad de la leche y en el recuento de células somáticas en Galicia, evidencia que cuando el índice de temperatura y humedad (ITH) supera ciertos niveles críticos, disminuye la producción de leche, pero sobre todo su contenido en grasa y proteína.
El estudio investiga cómo el estrés térmico afecta a la producción, composición de sólidos y recuento de células somáticas en vacas holstein de alta producción en Galicia
Sus autores, Roberto Besteiro, del CIAM, y Ramiro Fouz y Javier Diéguez, del área de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria de Lugo, estudiaron durante seis años (2016, 2017, 2018, 2019, 2020 y 2021) la correlación entre las condiciones climatológicas y la realidad productiva de las granjas.
El ITH es un índice que combina los efectos de la temperatura ambiente y la humedad relativa a los que está expuesto el animal
Con los datos de temperatura y humedad obtenidos de la red oficial de estaciones meteorológicas gallegas (MeteoGalicia), establecieron el índice ITH diario, mediante la ecuación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (1971), vinculándolo a los datos de producción y calidad de la leche obtenidos del Control Lechero (se trabajó con una base de datos de 21.779 vacas de 175 explotaciones).
Pérdidas significativas
Los efectos del estrés por calor sobre los animales tiene importantes consecuencias económicas sobre la rentabilidad de las explotaciones lácteas, también en las condiciones de las granjas gallegas. “Si bien el clima de Galicia es más suave que el de otras regiones, incluso un estrés térmico moderado durante los meses más cálidos provoca pérdidas económicas sustanciales en el sector lácteo”, afirman los autores del estudio.
“Se puede considerar que el ganado en Galicia ha estado expuesto a niveles de leves a moderados de estrés térmico. Sin embargo, estar expuesto solo a condiciones de estrés leves o moderadas no elimina sus efectos negativos”, indican. A modo de ejemplo, citan otro estudio realizado en 2024 en la región del Véneto, en el norte de Italia, también bajo los efectos del estrés térmico moderado, donde se encontraron pérdidas económicas significativas, cuantificadas en −1,46 $ /100 L, a pesar de no haber valores extremos del índice de temperatura y humedad.
Hay que tener en cuenta, además, que los resultados presentados en este estudio realizado en Galicia solo incluyen datos de un mes de agosto, el de 2020. “Dado que los valores más altos de ITH se registraron en ese mes, es probable que las pérdidas de rendimiento reales sean aún mayores, ya que no se pudo estimar el efecto del estrés por calor para un valor de ITH superior a 83”, aclaran Besteiro, Fouz y Diéguez.
Umbrales críticos
“Existen umbrales críticos de ITH más allá de los cuales se deterioran los parámetros de producción y calidad y la acumulación de días consecutivos de estrés térmico exacerba estos efectos negativos. Además, las vacas en la mitad de la lactación y aquellas con mayor producción de leche serán más susceptibles a pérdidas de producción y composición bajo estrés térmico, en comparación con las vacas al inicio o al final de la lactación”, explican.
Por cada unidad de aumento del ITH por encima del nivel crítico, las vacas pueden perder hasta 0,249 kg de leche al día
Los valores climáticos obtenidos de las 46 estaciones meteorológicas más próximas a las ganaderías estudiadas durante los 6 años indican que la temperatura máxima media diaria osciló entre 10,8 °C en enero y 25,1 °C en agosto, mientras que la humedad mínima media diaria fluctuó entre 53% en agosto y 72% en diciembre.
En base a estos datos, se calculó el índice de temperatura-humedad (ITH), que osciló entre los 71 puntos de agosto y los 52 de enero. El 75% de los días del año estuvieron por debajo de un ITH de 68, el 50% de los registros estuvieron en el rango 55-68, y solo el 0,8% de los valores superaron un ITH de 79.
El estrés por calor tiene un efecto más pronunciado en la composición de la leche que en su volumen, especialmente en el contenido proteico
Para la producción de leche, los umbrales críticos de ITH se establecieron en ITH = 72, mientras que el recuento de células somáticas aumentó cuando el ITH superó 78. Para los componentes de grasa y proteína de la leche, los umbrales críticos son inferiores, en 64 y 63, respectivamente. El análisis muestra que por cada unidad de aumento de ITH por encima del umbral crítico, se pueden perder hasta 0,249 kg de leche, 0,008 kg de proteína y 0,006 kg de grasa por vaca por día.
Efecto duradero y acumulativo
El impacto del estrés térmico puede durar entre 7 y 12 días y ser más perjudicial si se acumula durante días consecutivos, especialmente en vacas en mitad de su ciclo de lactación. “Durante los 7 días posteriores al evento estresante, se detectó un efecto significativo del estrés por calor, que partió de un punto de corte en el índice ITH comprendido entre 67 y 78 (valor ponderado de 72), con caídas medias en la producción de leche que oscilaron entre −0,056 kg/ITH/d el primer día hasta −0,249 kg/ITH/d el séptimo día”, detallan.
Los episodios de calor que duran varios días impactan especialmente en las vacas multíparas que se encuentran en los momentos de la lactación de mayor productividad
El efecto del ITH sobre el porcentaje de proteína en leche fue aparente hasta 12 días después del estrés, con un amplio rango de valores de corte causantes de estrés, entre 57 y 79 puntos, con un valor ponderado de 64. La reducción en el porcentaje de proteína en leche desde los puntos de corte detectados se estimó entre −0,001 y −0,010%/ITH, si bien es cierto que en este caso se observan tendencias descendentes incluso desde el umbral inferior de ITH.
Similar comportamiento se observó en la producción diaria de proteína en kg/d, evidenciándose la influencia del estrés hasta 7 días después, con caídas en la producción de hasta −0,008 kg/ITH/d. Las pérdidas de producción de proteína estimadas alcanzan su máximo al tercer día después del estrés, con una pérdida media de −0,041 kg/d.
El efecto del estrés térmico en el porcentaje de grasa de la leche se manifestó principalmente entre el tercer y séptimo día, a partir de valores de ITH de 58 y 77 en el quinto y sexto día, respectivamente (valor ponderado de 63). La caída en el porcentaje de grasa de la leche se estimó en −0,002%/ITH entre el tercer y quinto día después del episodio de estrés, con un máximo de −0,011%/ITH en el sexto día.
La producción de grasa se vio afectada desde un umbral ponderado de ITH de 63, con efectos observados hasta 7 días después del evento. El mayor efecto ocurrió en el cuarto día después del estrés, con una disminución en la producción de −0,006 kg/ITH/d. En la producción de grasa la caída fue nuevamente mayor el cuarto día después del estrés, con una pérdida de -0,031 kg/d de grasa.
A medida que se acumulan los días de estrés, especialmente después de 2-3 días consecutivos, los efectos continúan y son cada vez más significativos
Los recuentos de células somáticas aumentan desde un ITH de entre 73 y 81 en los primeros 9 días después del estrés térmico, con un valor ponderado de 78. El aumento se estima entre 0,008 y 0,136 puntos en el sexto y segundo día, respectivamente.
El estado de salud de la ubre en las granjas gallegas indica una condición óptima, con un 75% de los registros por debajo de 152 células/mL × 1000, nivel considerado adecuado para una glándula mamaria sana, con recuentos de células somáticas que aumentan con la edad del animal y el avance del período de lactancia, así como durante los meses cálidos.
A medida que se acumulan los días de estrés, especialmente después de 2-3 días consecutivos, los efectos continúan y son cada vez más significativos, con caídas de −0,9 kg/día en producción durante 6-7 días y −0,04 kg/d de grasa y proteína para el mismo número acumulado de días.
El número de días consecutivos de estrés térmico no impacta en todos los animales de la misma manera, como lo demuestra el nivel de significancia de la interacción entre el número de días consecutivos bajo estrés y el número de lactación del animal. La concentración de proteína fue significativamente menor en la segunda y tercera lactación con incluso solo un día de estrés. El porcentaje de grasa de la leche muestra una tendencia similar en las vacas entre el tercer y quinto parto.
Respuesta fisiológica y metabólica
“El aumento de la producción de leche en el ganado, junto con el aumento paralelo de su capacidad de consumo, provoca que generen mayor calor metabólico, producido durante la fermentación ruminal, lo que puede dificultar su capacidad para disipar calor en condiciones de estrés térmico”, explican.
“El estrés térmico es la respuesta fisiológica del animal al ambiente cuando produce más calor del que puede disipar. En ambientes húmedos, a medida que aumentan las temperaturas, la capacidad del ganado para disipar calor mediante evaporación se ve considerablemente más afectada que en zonas con menor humedad. Por lo tanto, la humedad es el factor limitante en climas húmedos, mientras que la temperatura tiende a serlo en climas secos”, detallan.
Se analizaron parámetros ambientales para evaluar su efecto en el bienestar y la salud animal, así como para relacionarlos con el impacto sobre la producción
“Existe consenso en que el estrés térmico afecta más al contenido proteico que al contenido graso, pero los mecanismos responsables de la reducción de la producción proteica en la leche debido al estrés por calor no se comprenden por completo. En cuanto a la disminución del contenido graso de la leche, está más asociada con la reducción de la ingesta de fibra y los cambios en el metabolismo de los carbohidratos”, explican.
Los cambios fisiológicos asociados al estrés térmico suelen ir acompañados de alteraciones del comportamiento del animal, como la reducción de la actividad para conservar energía y minimizar la producción de calor, la reducción del tiempo que pasan tumbados para aumentar la superficie corporal disponible para la pérdida de calor, la reducción del tiempo de rumia y el aumento de la frecuencia respiratoria. Además, el ganado reduce su consumo de alimento para reducir la producción de calor metabólico. Estos cambios de comportamiento aumentan el riesgo de acidosis ruminal y cojera, lo que afecta a la producción de leche.
A mayores, la exposición prolongada al estrés por calor puede provocar desequilibrios metabólicos y balances energéticos negativos en las vacas, lo que puede afectar no solo la producción de leche actual, sino también el rendimiento reproductivo futuro.
Consecuencias del cambio climático
Dado que las condiciones de producción, así como la temperatura y la humedad, varían entre regiones geográficas, se necesitan estudios que cuantifiquen el efecto del estrés térmico en la producción de leche, proporcionando así referencias locales en términos de bienestar animal y productividad ganadera, especialmente en un contexto donde el cambio climático intensifica las olas de calor, indica el estudio. En este sentido, consideran que los resultados obtenidos pueden ser de interés para muchas otras regiones templadas que también están cada vez más expuestas a los efectos del estrés térmico”.
Del mismo modo, los autores tratan también con el de concienciar a los ganaderos gallegos de la necesidad de implementar en sus granjas medidas correctoras frente a los efectos de estas olas de calor, que provocan una frecuencia mayor en la acumulación de días con altas temperaturas mezcladas con una humedad ambiental elevada.
Galicia está experimentando un aumento en la frecuencia, duración e intensidad de las olas de calor
“Estos hallazgos resaltan la creciente preocupación por el cambio climático, ya que el aumento de las temperaturas podría exacerbar aún más los desafíos que enfrenta la industria láctea, destacando la necesidad de estrategias para proteger al ganado y garantizar una producción de leche sostenible”, concluyen Roberto Besteiro, Ramiro Fouz y Javier Diéguez.
“Con vacas de alta producción, con un promedio de 10.000 kg por lactación a los 305 días y un aumento anual del rendimiento medio por vaca de aproximadamente el 1,9%, las condiciones del cambio climático, con el aumento de las temperaturas y fenómenos meteorológicos inusuales, hacen del estrés por calor una preocupación creciente en regiones como Galicia”, añaden.
“Para afrontar los efectos del cambio climático, es necesario diseñar estrategias de mitigación del estrés térmico en el ganado, incluso en regiones tradicionalmente menos afectadas, y promover medidas preventivas. Las mejoras genéticas asociadas a la tolerancia al estrés y la adaptación de las instalaciones ganaderas y las prácticas de manejo animal desempeñarán un papel fundamental en este contexto”, defienden.
Principales conclusiones:
- Componentes de la leche como la grasa y la proteína fueron más sensibles al calor que la producción de leche o el recuento de células somáticas.
- La influencia del estrés térmico sobre los parámetros de producción analizados persiste durante varios días, especialmente después de 3-4 días.
- La acumulación de días consecutivos de estrés tiene un impacto creciente en la producción, especialmente en animales en etapas de mayor productividad.
- El estrés por calor tiene un efecto prolongado de hasta 7 días en la producción de leche y hasta 12 días en el caso del porcentaje de grasa y proteína.
- Las variables de composición de sólidos de la leche muestran una mayor sensibilidad al estrés por calor y su efecto es más duradero.
- El tercer o cuarto día después del estrés es el más crítico para la producción así como para la reducción de grasa y proteína.
- Se observó una tendencia general a la disminución de la producción y la calidad de la leche a medida que se acumulan los días de estrés térmico en los animales.
- La acumulación de días de estrés por calor no mostró una influencia significativa en el recuento celular.
- Los animales en etapas más productivas son los que más sufren los días de estrés térmico acumulados, siendo suficientes 2-3 días consecutivos para afectar significativamente a la proteína y la grasa, y 4-5 días en el caso de la producción de leche.
“Hay que estudiar caso a caso y granja a granja las posibles medidas para ayudar a las vacas a sobrellevar los episodios de calor”
Ramiro Fouz, en la Facultad de Veterinaria de Lugo
Ramiro Fouz es profesor del Área de Producción Animal de la Facultad de Veterinaria de Lugo y uno de los autores del estudio, que supone, dice, una llamada de atención para los ganaderos gallegos. “No es novedoso en las conclusiones en cuanto a que ya se sabía que el estrés por calor afecta a la producción, a la calidad de la leche y a la fertilidad, pero se trataba de constatar que en nuestras condiciones climáticas también se producen esos efectos negativos”, asegura.
Además de establecer los umbrales de calor y humedad en Galicia a partir de los cuales el estrés térmico en las vacas tiene consecuencias en su producción (ITH 72), porcentaje de grasa y proteína de la leche (64 y 63 respectivamente) y recuento de células somáticas (78), Ramiro deja claro que “en la reproducción el estrés por calor afecta antes incluso, con un índice ITH 60, que ya se puede dar con 22-23 grados centígrados y una humedad un poco alta”, explica. Son condiciones que en muchas zonas de Galicia se dan 3 o 4 meses al año.
El estrés por calor afecta antes incluso a nivel reproductivo que en la producción o en la calidad de la leche
Ramiro pone el énfasis en las consecuencias para las vacas de soportar varios días de calor seguidos. “Lo que más efecto tiene es la acumulación, 2-3 días seguidos ya repercute mucho sobre las calidades de la leche y sobre la reproducción de las vacas. Un animal que sufre problemas acumulativos a nivel fisiológico, le cuesta mucho recuperarse y volver a poner en marcha ese metabolismo al nivel en el que estaba. Y más si son vacas de alta producción, que tienen un nivel metabólico muy alto, muy exigente”, indica.
En Galicia se considera alta producción a partir de los 37 litros hacia arriba
Los datos utilizados para el estudio proceden de las estaciones meteorológicas más próximas, pero no son los datos exactos de temperatura y humedad en la granja, que pueden incluso ser más elevados y variar de unas a otras. “La afectación es muy diferente aun estando a la misma altitud y a la misma temperatura en función de la ubicación y orientación de la granja. En Terra Chá el aire que sopla suaviza, mientras que en otras zonas de vaguada del interior penaliza mucho más”, explica el profesor de la Facultad de Veterinaria de Lugo.
Con las mismas condiciones meteorológicas, la situación de estrés por calor del ganado en cada explotación puede ser diferente
Por eso, con las mismas condiciones meteorológicas, la situación de estrés por calor del ganado en cada explotación puede ser diferente, porque depende de su ubicación concreta, de la orientación, de aspectos constructivos (de la altura de los techos, del aislamiento, de si hay ventilación o no, etc.) e incluso de la distancia al monte, si hay arboledas, taludes, etc.”, concreta.
Adaptación de los establos
Granja en Taboada, en la provincia de Lugo
Con el estudio publicado, remarcan sus autores, “se trataba de hacer hincapié en que en establos donde hay animales de alta producción hay que contar con sistemas de ventilación para ayudar a las vacas a sobrellevar esos episodios de calor”, insiste Ramiro.
La adaptación de establos antiguos, más propensos a los episodios de estrés por calor del ganado, muchas veces no es sencilla. “A nivel constructivo, en establos antiguos estás limitado, pero muchas veces es tirar paredes para que corra el aire. Pero no se trata de tirar paredes a lo loco, hay que estudiar qué paredes se tiran, porque una cosa es que haya ventilación y otra que haya corrientes. Tienes que evitar que el aire dé directamente en el animal pero sí tiene que haber ventilación para lograr extraer todo ese aire caliente, por ejemplo, mediante aperturas cenitales”, propone.
La misma granja, con un diseño idéntico, no se comporta igual frente a las mismas condiciones meteorológicas en Castro de Rei o en Castroverde
Además de las adaptaciones constructivas a nivel de paredes o techos, o de la instalación de mallas de sombreado, para mitigar el impacto negativo del estrés por calor pueden emplearse sistemas de ventilación forzada y pulverizadores de agua, pero, advierte, “hay que saber bien dónde colocar los ventiladores, a qué altura, si irrigar o no; todo eso hay que verlo in situ”, dice.
Hay que estudiar las condiciones de cada granja de manera individual para aplicar medidas correctoras
“El propio ganadero ya ve cuándo hay problemas térmicos en su granja porque los niveles de ocupación de los cubículos son muy diferentes de unas zonas del establo a otras y eso se debe a que las vacas buscan el fresco”, indica.
“Pero cada granja es un mundo y no se pueden dar recomendaciones genéricas, sino que hay que hacer un estudio individualizado y pormenorizado de cada explotación en función de su situación y de sus condiciones, porque influyen muchos factores”, insiste.