La industria láctea uruguaya, con una productividad de primer nivel, enfrenta una grave crisis que no se origina en el campo, sino en la falta de planificación y competitividad del sector.
La industria lechera de Uruguay se encuentra en una profunda crisis, pero la causa no está en sus vacas lecheras. De acuerdo con un análisis de un ingeniero agrónomo, el problema es “humano”, yace en la ausencia de un plan estratégico a largo plazo. A pesar de que el país tiene la capacidad de producir lácteos para 30 millones de personas, la incertidumbre y la falta de visión desmotivan a los productores, quienes optan por no invertir, limitan la continuidad de sus negocios familiares y, en muchos casos, abandonan la actividad por completo.
Los problemas de competitividad son el corazón de esta crisis. El artículo señala que un tipo de cambio poco favorable, sumado a los altos costos impositivos y laborales, obstaculiza la capacidad del sector para competir en el mercado internacional. Esta situación es especialmente crítica para los productos de valor agregado, como los quesos, que no pueden competir en precio. Este desequilibrio económico genera un ambiente hostil para los productores, que ven cómo sus esfuerzos no se traducen en rentabilidad a largo plazo.
Si bien la tecnología existe y podría ser un salvavidas, su adopción es un punto débil en la producción lechera uruguaya. Solo un tercio de los productores implementa las innovaciones disponibles, mientras que los dos tercios restantes se estancan y, eventualmente, se ven obligados a cerrar sus tambos. Esta brecha tecnológica, sumada a una industria procesadora con plantas que no se han modernizado, limita la capacidad de exportación y confina a muchos actores a depender de un mercado interno pequeño, incapaz de sostener la producción total.
La falta de planificación se extiende también a la industria, donde el cierre de plantas lácteas es un síntoma de la crisis. Las pequeñas y medianas empresas, incapaces de modernizarse tecnológicamente de forma individual, no logran competir a nivel global. El análisis sugiere que una de las posibles soluciones reside en la colaboración, promoviendo la asociación de estas plantas para especializarse y ganar escala, evitando así la competencia interna y aumentando su eficiencia para acceder a mercados de exportación.
En conclusión, la salida de la crisis de la industria láctea uruguaya no se resolverá con más productividad en el campo, sino con un esfuerzo concertado de todos los actores. Es imperativo que productores, industrias, trabajadores y gobierno acuerden un plan de promoción de la lechería de largo aliento. Solo a través de esta visión compartida, que aborde la incertidumbre y los problemas de competitividad, se podrá garantizar un futuro sostenible para un sector que es fundamental para la economía del país.
Fuente: El Eco Digital