La mantequilla ha alcanzado precios históricos a nivel global, un fenómeno impulsado por una menor producción lechera mundial y una intensa competencia por la grasa láctea.
La industria láctea mundial enfrenta una presión sin precedentes en la cadena de valor de uno de sus productos más preciados: la mantequilla. De acuerdo con un análisis de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), el índice global del precio de la mantequilla ha alcanzado su punto más alto en la historia. Este incremento no es marginal; en la subasta más reciente del Global Dairy Trade, el producto se cotizó en más de 7,200 dólares por tonelada, lo que representa un aumento de más del 50% en tan solo dos años.
El problema en el mercado comienza en el origen: la oferta global de leche ha disminuido. La industria lechera mundial se ha visto afectada por la reducción de los hatos de vacas lecheras, un fenómeno causado por una combinación de factores, incluyendo sequías prolongadas y la propagación de enfermedades. Las proyecciones para este año son desalentadoras, con un crecimiento de la producción lechera en las cinco principales regiones productoras—la Unión Europea, Estados Unidos, Nueva Zelanda, Argentina y Australia— que se espera que sea inferior al medio punto porcentual.
Esta escasez de materia prima se ve agravada por la dinámica de la demanda y el procesamiento. Dentro de la cadena de valor láctea, la prioridad en la asignación de la leche se da a la producción de productos como leche fluida, yogures y quesos, dejando a la mantequilla en un segundo plano. Al mismo tiempo, el mercado ha visto un auge en la demanda de productos lácteos con mayor contenido de grasa, impulsado por una creciente preferencia de los consumidores en regiones como Estados Unidos, Medio Oriente y Asia, lo que ejerce una mayor presión sobre la disponibilidad de la crema.
Además, el mercado de la mantequilla se enfrenta a una competencia inesperada: la proteína de suero. Lo que alguna vez fue un subproducto de la elaboración del queso es ahora una industria multimillonaria por derecho propio. El valor de la proteína de suero incentiva a los procesadores a priorizar la producción de queso por encima de otros productos. Esta preferencia por el queso reduce la cantidad de crema disponible para la elaboración de mantequilla, creando un cuello de botella en la oferta que contribuye directamente al aumento de su precio.
El impacto de los altos precios de la mantequilla se sentirá más allá de los productores y procesadores. La escalada de costos afectará a la industria de la panadería y la confitería, que ya lidian con precios elevados de otras materias primas, como el cacao. Al final, los costos de producción inevitablemente se trasladarán a los consumidores. Ese croissant dorado y crujiente, que alguna vez fue un capricho asequible, podría convertirse en un lujo, reflejando la compleja y volátil situación de la industria láctea global.
Fuente: Milenio