Una ambiciosa iniciativa de economía circular está transformando 6,4 millones de envases de yogurt y postres en mobiliario funcional, demostrando el potencial de la industria láctea para liderar en sostenibilidad y reducción de residuos.
Un innovador proyecto de economía circular en Chile está redefiniendo el futuro de los residuos plásticos en el sector alimentario. Una alianza estratégica ha logrado convertir 6,4 millones de envases de yogurt y postres en 20.000 estantes modulares, un hito que demuestra la viabilidad de la cadena de valor del reciclaje. Esta iniciativa, parte del programa “Recircula: unidos por el reciclaje”, es un ejemplo concreto de cómo la industria láctea puede asumir un rol de liderazgo en la lucha contra la contaminación.
El proyecto es el resultado de la colaboración de cuatro actores clave: la empresa láctea Soprole, los minoristas de Walmart Chile, el fabricante Wenco y la consultora Thinking. El objetivo central es abordar el desafío del reciclaje del poliestireno (PS6), un tipo de plástico que tradicionalmente se considera difícil de procesar. A través de este programa, los envases son recolectados y revalorizados, transformando lo que antes era un desecho en un insumo de alto valor, creando una nueva cadena productiva que beneficia a todos los involucrados.
El proceso de transformación es una cadena de valor integrada. Primero, Soprole se encarga de la recolección de los envases a través de su programa “Sonrisa Circular”. Luego, el fabricante Wenco recibe este material y se encarga de su procesamiento y de la fabricación de los estantes. Finalmente, Walmart Chile, a través de sus supermercados, comercializa el producto final. Cada estante modular está compuesto en un 52% por poliestireno reciclado, lo que equivale al uso de 260 envases de yogurt, un ejemplo tangible del impacto del proyecto.
En términos de impacto, la iniciativa es un caso de éxito tanto ambiental como social. A nivel ambiental, ha logrado revalorizar 32 toneladas de plástico posconsumo, con el ambicioso objetivo de alcanzar las 1.000 toneladas para 2027, lo que equivaldría a 200 millones de envases. El impacto social se manifiesta en la creación de un producto útil y accesible para los consumidores, disponible en los supermercados chilenos, lo que cierra el ciclo de la economía circular y demuestra que la sostenibilidad puede ser rentable.
En conclusión, este proyecto de reciclaje de envases plásticos es mucho más que una simple iniciativa de reducción de residuos; es un modelo innovador para la industria láctea y el sector alimentario en general. Al demostrar que es posible transformar el poliestireno en un producto de consumo, la alianza entre Soprole y sus socios establece un nuevo estándar de sostenibilidad y responsabilidad corporativa, abriendo el camino para futuras colaboraciones que promuevan la reutilización y la creación de valor a partir de lo que antes se consideraba un desecho.
Fuente: Publimicro.cl