El sector lácteo chileno enfrenta un reto crucial: atraer a los jóvenes a la actividad agropecuaria. La falta de un relevo generacional pone en riesgo la sostenibilidad de la industria, y requiere de acciones conjuntas del sector público y privado.
El sector lechero de Chile se enfrenta a un problema de sostenibilidad a largo plazo: la falta de relevo generacional. Un análisis reciente, con un enfoque en la región de Los Lagos, ha revelado que la industria agropecuaria está perdiendo talentos jóvenes a un ritmo alarmante. A pesar de contar con programas educativos técnico-profesionales, la desconexión entre la formación y la realidad del campo, junto con la escasez de recursos y la falta de oportunidades prácticas, está impidiendo que los estudiantes se queden en el sector.
El impacto de este fenómeno es significativo. La salida de los productores más experimentados, sin una nueva generación que tome su lugar, amenaza la modernización y la continuidad de las operaciones. En un sector que depende cada vez más de la tecnología y la innovación, la falta de jóvenes que puedan integrar estas herramientas frena el potencial de crecimiento de la lechería chilena. Esta tendencia pone en riesgo la competitividad de la industria en el mercado global.
Para enfrentar este desafío, se han implementado iniciativas como el seminario vocacional “Sembrando Futuro”, que busca conectar a los estudiantes con las empresas lácteas y mostrarles el potencial de las carreras del campo. Sin embargo, estas acciones no son suficientes para resolver un problema de esta magnitud. El artículo argumenta que se necesitan políticas más integrales y un compromiso transversal de toda la cadena de valor.
La clave para atraer a los jóvenes radica en un enfoque de colaboración. El sector privado, las instituciones educativas y el gobierno deben trabajar juntos para proporcionar herramientas concretas, apoyo profesional y oportunidades de práctica en los tambos. La experiencia de la Corporación de Desarrollo del Sur en la coordinación de estos esfuerzos demuestra que la articulación entre el sector lechero y el ámbito educativo es posible, pero que debe escalar para generar un impacto real y duradero.
En conclusión, el futuro de la lechería no está garantizado solo con tecnología o una buena situación económica, sino con el capital humano que la impulsará. El relevo generacional es una tarea impostergable que requiere de un plan de acción conjunto, con políticas públicas que apoyen la formación técnica en el mundo rural y un compromiso de las empresas para crear oportunidades. Solo así, el sector lácteo de Chile podrá asegurar su vitalidad y sostenibilidad en los años venideros.
Fuente: Diario Lechero