ESPMEXENGBRAIND

14 Sep 2025
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14 Sep 2025
La producción de leche enfrenta críticas ambientales, pero está avanzando en sostenibilidad, energía limpia, manejo regenerativo y mejora del bienestar animal.
Lácteos y Sostenibilidad Críticas y Cambios Ya en Marcha
La sostenibilidad, en este sentido, no puede ser simplemente una lista de compromisos con organizaciones internacionales; debe ser un logro concreto sobre el terreno

Metano y el ciclo del carbono: Ciencia vs. titulares

Una de las principales acusaciones contra la industria láctea son las emisiones de metano de las vacas lecheras. El metano es un gas de efecto invernadero, sí, pero conviene aclararlo.

A diferencia del CO₂ fósil, que se acumula en la atmósfera durante siglos, el metano de los rumiantes tiene un ciclo mucho más corto: aproximadamente de 10 a 12 años. Tras este período, se transforma en CO₂ biogénico, que las plantas reabsorben mediante la fotosíntesis.

Esto no significa que las emisiones no importen; al contrario, deben entenderse en su contexto natural y no confundirse con los efectos de los combustibles fósiles.

Agua y suelo: Los verdaderos frentes de batalla

Más allá de la controversia sobre el metano, la industria láctea se enfrenta a innegables desafíos ambientales. El uso eficiente del agua es uno de ellos. En las regiones áridas, cada litro cuenta, y la gestión responsable del riego se convierte en un requisito indispensable para la supervivencia.

El suelo es otro problema fundamental. Su degradación compromete no solo la producción actual, sino también la viabilidad futura de la actividad. En estas zonas, la rotación de pasturas, el uso de biofertilizantes y la reducción de productos químicos se convierten en estrategias necesarias para mantener la productividad sin comprometer el ecosistema.

En definitiva, mientras algunos debates globales se centran en eslóganes, los productores deben abordar cuestiones concretas: cómo producir más y mejor, protegiendo al mismo tiempo el agua, el suelo y el bienestar animal.

Innovación en progreso: De la teoría a la práctica

El concepto de sostenibilidad no siempre es solo palabrería. La producción lechera mundial ya muestra ejemplos concretos de innovación:

  • Biodigestores que transforman el estiércol en energía limpia, generando electricidad para granjas lecheras y reduciendo la dependencia de combustibles fósiles.
  • Sensores de precisión que permiten monitorear en tiempo real la salud y el comportamiento de las vacas, optimizando la alimentación y reduciendo el desperdicio.
  • Gestión regenerativa de pasturas, donde la hierba no solo alimenta al ganado, sino que también captura carbono y mejora la biodiversidad.
  • Una economía circular aplicada a la agricultura familiar y a las grandes industrias: el suero del queso se transforma en proteínas, suplementos o bioplásticos.

Estas prácticas a menudo no llegan al público en general, pero demuestran que la sostenibilidad puede ser más que solo palabras.

La Agenda 2030: Entre los Objetivos Globales y las Realidades Locales

Los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030 han puesto al sector lácteo bajo escrutinio. Reducir las emisiones, mejorar el uso del agua, garantizar el bienestar animal y la seguridad alimentaria son exigencias que abarcan toda la cadena.

Aquí surge una tensión central: las grandes marcas buscan alinearse con las demandas globales para mantener el acceso al mercado, mientras que los productores deben adaptarse a los recursos disponibles.

La sostenibilidad, en este sentido, no puede ser simplemente una lista de compromisos con organizaciones internacionales; debe ser una acción concreta sobre el terreno.

¿Etiqueta de marketing o motor de cambio?

En una era en la que los consumidores se preocupan cada vez más por las etiquetas, es lógico que la sostenibilidad se haya convertido en un argumento de venta. En los supermercados abundan los envases ecológicos, las certificaciones climáticas y los eslóganes sobre “neutralidad de carbono”.

La industria láctea no debe idealizarse. Es necesario reconocer que existen desafíos ambientales que requieren un cambio urgente y sostenido.

Pero también es justo destacar los avances tecnológicos, las prácticas regenerativas y los esfuerzos de miles de productores que buscan equilibrar la eficiencia, la rentabilidad y la responsabilidad ambiental.

La sostenibilidad no es una etiqueta de moda: es la condición para la supervivencia futura de la industria láctea. Sin embargo, no debe convertirse en retórica vacía, diseñada únicamente para apaciguar a la opinión pública. La diferencia entre ambos radica en la transparencia, la innovación y la coherencia entre lo prometido y lo entregado.

Un Futuro por Construir

El sector lácteo tiene la oportunidad de liderar un modelo de producción sostenible basado en la ciencia, la innovación y el respeto por los ciclos naturales. El camino no será fácil: requerirá inversión, cambios culturales y la capacidad de interactuar con un consumidor cada vez más informado y exigente.

La verdadera sostenibilidad no se mide en eslóganes, sino en granjas lecheras que producen leche protegiendo el agua y el suelo, en vacas sanas que forman parte de un ciclo equilibrado del carbono, en tecnologías que convierten los residuos en energía y en comunidades rurales que prosperan sin comprometer a las generaciones futuras.

Fuentes: eDairyNews (2023), FAO (2019-2020), Naciones Unidas (2015), IPCC (2021).

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