Una experta en nutrición advierte que, aunque los yogures se presentan como opciones sanas, su composición puede variar drásticamente: azúcares añadidos, espesantes o falta de fermentos vivos los hacen muy distintos entre sí.
Envases llamativos y etiquetas “light” pueden inducir a error: una nutricionista advierte sobre azúcares, grasas y aditivos ocultos en algunos yogures.
Los supermercados exhiben una enorme variedad de yogures que, a simple vista, parecen opciones saludables. Sin embargo, detrás de etiquetas que destacan lo “natural” o lo “light”, se esconden productos que distan de ser beneficiosos para la salud.
Una especialista en nutrición, desde Fitgeneration Nutrición, advirtió en redes sociales que no todos los yogures son iguales y que, en muchos casos, la publicidad resulta más convincente que la realidad nutricional.
Los riesgos detrás de la góndola
Los principales factores que convierten a un yogur en una mala elección son los azúcares añadidos, espesantes, aceites vegetales de baja calidad y un exceso de grasas saturadas. Estos ingredientes reducen el valor nutricional y, a largo plazo, pueden favorecer problemas de salud si su consumo es habitual.
Por ello, la recomendación de la experta es leer siempre la etiqueta y no quedarse únicamente con la imagen del envase.
Ranking de yogures: del peor al mejor
La nutricionista elaboró una clasificación para orientar a los consumidores:
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Yogures industriales con azúcar: son la peor opción. Suelen contener chocolates procesados, espesantes y aceites vegetales que los vuelven muy calóricos pero poco nutritivos.
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Yogur natural con nata: pese a su imagen tradicional, contiene altos niveles de azúcar y grasas saturadas.
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Yogur con edulcorantes: aunque evita el azúcar añadido, carece de fermentos vivos y suma ingredientes como aromas y almidones modificados.
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Yogur griego desnatado: considerado la mejor opción láctea, con menos grasas saturadas, buena textura y aporte proteico.
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Yogur de soja con fermentos: se posiciona como alternativa, gracias a su sencillez (agua, soja y fermentos).
Elegir con conciencia
El mensaje final es claro: no todo yogur es sinónimo de salud. La clave está en analizar la información nutricional, distinguir entre productos ultraprocesados y aquellos que realmente aportan beneficios, y mantener un consumo equilibrado dentro de una dieta variada.
📌 Fuente: OkDiario