El yogur, un clásico que sigue reinventándose
El yogur acompaña desayunos y meriendas en todo el mundo, pero hoy ya no se trata de un solo producto.
Las góndolas ofrecen versiones griegas, naturales, proteicas, sin lactosa, con probióticos… y los consumidores se preguntan: ¿cuál elegir?
Yogur griego: más denso, más proteína
El yogur griego se diferencia por su proceso: se cuela para eliminar parte del suero, logrando una textura cremosa y compacta.
Esto duplica su contenido proteico y reduce el azúcar natural, por lo que es ideal para deportistas o dietas saciantes.
Además, contiene bacterias vivas que ayudan a la digestión y a mantener la flora intestinal.
Según la European Dairy Association, su consumo creció más del 20 % en los últimos cinco años en América Latina, impulsado por la tendencia del “alto en proteínas”.
Yogur natural: el equilibrio clásico
El yogur natural se elabora con leche y fermentos lácticos (Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus).
No se le agrega suero ni se le retira grasa, por lo que mantiene un sabor más ácido y un equilibrio natural entre proteínas, grasas y carbohidratos.
Ideal para quienes buscan un producto más simple y sin agregados, o como base para recetas y postres caseros.
Yogur proteico: la tendencia fitness
El yogur proteico es la estrella de la nueva generación de lácteos funcionales.
Se obtiene concentrando proteínas (a través de filtrado o adición de suero lácteo), y suele tener hasta el triple de proteína que un yogur común.
Algunas marcas lo combinan con saborizantes naturales o endulzantes sin azúcar para mantenerlo dentro de la categoría saludable.
Esta línea crece especialmente entre consumidores jóvenes y deportistas.
¿Cuál elegir?
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Si buscás más saciedad y aporte muscular, el griego o proteico es tu mejor aliado.
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Si preferís sabor neutro y menos procesamiento, elegí natural.
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Y si querés cuidar tu digestión, buscá siempre yogures con fermentos vivos activos.
En todos los casos, leé la etiqueta: algunos “yogures” industriales contienen espesantes, almidones o azúcares añadidos que los alejan del producto tradicional.
El yogur, en cualquiera de sus formas, sigue siendo uno de los lácteos más versátiles y saludables.
Lo importante no es solo el tipo, sino la calidad del proceso y los ingredientes.
En una industria que se moderniza sin perder su esencia, el yogur demuestra que tradición y bienestar pueden convivir en un mismo envase.
Fuentes: