En columnas recientes, el directivo tambero Justino Zavala reflexiona sobre lo que él califica como “el ocaso de la Federación de Trabajadores de la Industria Láctea (FTIL)” y denuncia un modelo de sindicalismo agresivo que —según su visión— ha dejado al sector productivo debilitado en lugar de protegido.
Zavala recuerda casos emblemáticos donde el accionar sindical tuvo un papel determinante en crisis empresariales. Cita especialmente el caso de PILI, donde se propuso una estrategia de reducción de vacantes en Conaprole bajo la promesa de abastecimiento diario. Cuando ese mecanismo falló, PILI cerró, dejando empleados sin cobrar créditos laborales y exponiendo una cadena de decisiones que, según el autor, priorizaron el conflicto sobre la sustentabilidad productiva.
También señala un patrón repetido: cierres de empresas como Calcar, Coleme, Claldy, Parmalat, Gloria o Schreiber tuvieron entre sus causas un costo laboral elevado y convenios rígidos que limitaron la adaptabilidad en planta, afectando su supervivencia dentro de un mercado competitivo.
Para Zavala, el sindicalismo agresivo tiene efectos contraproducentes:
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Promueve conflictos que minan la estabilidad del empleo más que defenderlo
Obstruye negociaciones cuando la empresa busca ajustes para sobrevivir
Genera una cultura de confrontación con escasa voluntad de diálogo
Tomando como referencia la controversia por el cierre de la planta de Rivera de Conaprole, acusa a FTIL de falta de previsión para negociar de buena fe, lo que derivó en pérdidas salariales, despidos y pérdidas de capacidad industrial.
No obstante, Zavala no postula el fin del sindicalismo, sino su transformación: que dejara de ser “radical” y se orientara hacia consensos, corresponsabilidad y defensa social sin comprometer la viabilidad del negocio lácteo.
El llamado final es claro: que el gobierno y los actores del sector reconozcan la urgencia de actuar para frenar la pérdida de empleo, revertir la caída de tambos y preservar la producción rural a futuro.
Fuente: El Observador — “La Tribuna del Agro: ‘El ocaso de la FTIL y el principio del fin de un sindicalismo salvaje’” El Observador