Entre más de 4.500 competidores de todo el mundo, un queso suizo volvió a conquistar los paladares del jurado internacional: Le Gruyère AOP, elaborado con leche cruda de vaca y madurado durante 12 meses en cuevas naturales, fue coronado como el mejor queso del mundo.
El certamen World Cheese Awards, realizado en Noruega, destacó su textura firme, aroma a nuez y equilibrio entre salado y dulce. Los maestros queseros suizos mantienen una receta casi intacta desde hace siglos, en la que cada rueda de 35 kilos requiere más de 400 litros de leche fresca.
El proceso de maduración, que se desarrolla a temperatura y humedad controladas, permite que las bacterias lácticas transformen lentamente los azúcares en compuestos aromáticos complejos.
El resultado: un queso de sabor profundo, con notas a manteca y frutos secos, que representa la excelencia de la tradición alpina.
“El Gruyère es el emblema del saber hacer suizo, un producto que combina naturaleza, técnica y tiempo”, destacó el jurado del concurso.
Más allá de los premios, este queso es símbolo de un oficio que resiste la industrialización: transformar leche fresca en arte comestible.