Nueva Zelanda no necesita presentaciones si hablamos de lácteos. Pero sí necesita —y lo sabe— optimizar su modelo.
Hoy el mundo exige sustentabilidad, trazabilidad y productos con historia, y el país más verde del mapa vuelve a desafiarse a sí mismo: duplicar el valor de sus exportaciones para 2034.
El Ministro de Agricultura, Todd McClay, lo dijo sin rodeos durante la Cumbre Mundial de Lácteos: el sector es el corazón de la estrategia nacional.
No se trata solo de vender más leche en polvo —el commodity que durante décadas sostuvo su balanza comercial—, sino de transformar conocimiento, innovación y reputación en valor agregado.
Y el plan tiene una hoja de ruta. El Ministerio de Industrias Primarias (MPI) lanzó un programa de ocho puntos para impulsar alimentos y fibras —con el lácteo como protagonista— enfocado en diversificación, sostenibilidad y nuevos mercados.
La meta es clara: no repetir el traspié de 2015, cuando Nueva Zelanda se propuso duplicar exportaciones para 2025 y no llegó.
Hoy, las proyecciones del propio gobierno son optimistas: un crecimiento del 12% en ingresos por exportaciones agroalimentarias y un salto del 16% en el sector lácteo, hasta los 27 mil millones de dólares neozelandeses.
Pero estos números son apenas la superficie. Detrás de cada tonelada exportada hay una historia que el país busca reescribir: la de un sistema productivo capaz de sostener su liderazgo global sin agotar sus pastos, su gente ni su licencia social.
La otra cara de la estrategia está en el terreno, porque duplicar exportaciones no depende solo de mercados: depende de personas.
Jesse y Sharon Bagley, ganaron el premio Share Farmer of the Year en Northland. Su historia es la de muchos jóvenes neozelandeses que, gracias al mentoring y al trabajo en equipo, se abren camino hacia la propiedad de su propia granja.
Lo que distingue a Nueva Zelanda es su capacidad de convertir la política comercial en una marca país. McClay lo sintetizó en su discurso internacional: “El crecimiento vendrá del valor, no del volumen”.
Es una frase que podría aplicarse a cualquier economía exportadora que aspire a sobrevivir en la era del carbono neutro. Y que, dicho desde una nación que produce leche para 100 millones de personas con menos de cinco millones de habitantes, tiene peso moral y técnico.
Para el mundo lácteo, la estrategia kiwi ofrece más que inspiración: plantea un nuevo estándar de competitividad sostenible.
Mientras Europa discute límites ambientales y América Latina busca cohesión regional, Nueva Zelanda apuesta por su fórmula histórica: abrirse, adaptarse y liderar.
La expectativa de duplicar exportaciones en una década puede parecer un déjà vu, pero esta vez el viento sopla distinto. Hay datos, hay política y —sobre todo— hay convicción.
Nueva Zelanda no está corriendo detrás del mercado: está diseñando el futuro del comercio agroalimentario.
Valeria Hamann
EDAIRYNEWS
Recursos:
https://www.miragenews.com/minister-flies-nz-flag-at-world-dairy-summit-1553349/
Doubling the value of primary sector exports | NZ Government
Celebrating 60 years of insight: DairyNZ Economic Survey highlights sector’s evolution | DairyNZ