La emblemática cooperativa láctea argentina SanCor, fundada en 1938 en Sunchales (Santa Fe), fue durante décadas un modelo de integración para pequeños y medianos productores del sector lácteo, abasteciendo tanto el mercado interno como externo. Desde 2017, sin embargo, comenzó a mostrar señales de graves dificultades económicas, con caída de producción y acumulación de pasivos. Para el año 2024 el escenario era crítico, y en 2025 la empresa seguía sin hallar el rumbo.
El pasivo y el rol sindical
A comienzos de 2025, SanCor solicitó el concurso preventivo de acreedores con una deuda estimada entre US$ 250 y 400 millones, que incluye obligaciones fiscales, laborales y comerciales. En febrero, los asociados aprobaron la presentación del concurso con el objetivo de reestructurar deuda y encontrar vías de solución. No obstante, la cooperativa enfrenta también dos pedidos de quiebra: uno de ex empleados que aceptaron retiros voluntarios y otro promovido por el sindicato ATILRA.
El sindicato es señalado como responsable directo de la crisis por un plan de lucha que, según se denuncia, implicó incumplimientos de salarios, aguinaldos y retención indebida de aportes. La deuda histórica laboral supera los $69.000 millones, y el pasivo laboral actual se calcula en más de $14.000 millones, con unos 1.860 créditos laborales pre-concursales aprobados en asamblea.
Operativamente, la caída es también significativa: la producción diaria se redujo de millones de litros a alrededor de 50.000 litros diarios, los productos prácticamente desaparecieron de las góndolas y la plantilla laboral cayó de aproximadamente 1.350 a 850 empleados, como resultado de despidos, jubilaciones y retiros voluntarios.
Los intentos de rescate mediante fideicomisos y las claves para la reingeniería
En 2022 se intentó un fideicomiso privado denominado “SanCor Capital” con una meta de US$ 60 millones, que fracasó por conflictos de poder, deficiencias de diseño técnico y falta de materialización del financiamiento. En 2023 se lanzó un nuevo fideicomiso financiero “SanCor Láctea” para emitir Valores Representativos de Deuda (VRD), pero también fracasó: la Comisión Nacional de Valores (CNV) detectó subestimaciones de la deuda real, discrepancias contables y sindicales, y una proyección laboral que implicaba despidos forzados.
Según analistas, para que un fideicomiso funcione como herramienta de reestructuración sostenible debe cumplir varios requisitos: diagnóstico realista y transparente del pasivo; plan de negocios con equipo gestor idóneo; alineación de incentivos entre inversores, cooperativa y acreedores; estructura de cesión de flujos robusta; negociación sindical adecuada y supervisión institucional. En el caso de SanCor, esta estructura aún no se logró articular.
El rescate exitoso de SanCor, indican los expertos, requiere una reingeniería organizacional profunda, integral y estratégica. Esto implica revisar el management, reconvertir líneas de productos, renegociar bajo el criterio de productividad, y fundamentalmente, limitar el poder sindical extorsivo. Cabe destacar que el rol del Estado, en este análisis, se ve más bien como facilitador de un marco macroeconómico y jurídico estable —más que como salvador directo del negocio.
SanCor se encuentra en una encrucijada terminal: si no logra presentar un plan viable y ampliamente consensuado, corre riesgo de liquidación forzada. Su recuperación dependerá de un trabajo sinérgico y profesional, que asuma que no hay “magia financiera” que reemplace la gestión real de producción, estructura, coste, equipo y acuerdos. Para la cadena láctea argentina, la suerte de SanCor —símbolo cooperativo del sector— adquiere una relevancia estratégica: su éxito o fracaso pueden marcar precedentes en el camino de reconversión de la industria.
Fuente: Infocampo – “SanCor: del colapso inminente al rescate inteligente”






