Desde Rosario al mundo, Jorge Susini viajó a Holanda en 1958 para perfeccionar la técnica láctea que dio origen a un clásico argentino.
De Rosario a Ámsterdam: el origen de una idea
A fines de los años 50, un grupo de emprendedores rosarinos encabezado por Jorge Alberto Susini, ingeniero químico y docente, decidió apostar por la innovación en la industria láctea. En lugar de seguir el modelo tradicional de tambo, buscaban desarrollar un producto distinto. Así nació Cindor, una marca que transformó la manera de consumir leche en Argentina.
Con experiencia previa en la planificación de la planta de Cotar, Susini tenía el conocimiento técnico y la visión necesarios para dar el salto. En 1958, viajó junto a su esposa a Holanda, epicentro de la tecnología láctea mundial, donde permaneció seis meses perfeccionando procesos de pasteurización y esterilización.
Innovación y aprendizaje europeo
En Ámsterdam, Susini conoció una novedad que lo inspiró: la leche chocolatada lista para beber. Decidido a traer esa idea al país, trabajó en adaptar la receta al gusto local. De regreso en Rosario, junto con sus socios, desarrolló una leche pasteurizada, esterilizada y homogeneizada, capaz de conservarse sin hervirse: una revolución para los consumidores de la época.
La primera versión de Cindor surgió tras numerosos ensayos. Susini analizaba color, densidad y sabor, buscando un equilibrio entre el estilo holandés y las preferencias argentinas. Finalmente logró una fórmula que conquistó al público y marcó un antes y un después en el mercado.
La planta de Carcarañá y la expansión nacional
La creciente demanda llevó a la apertura de una moderna planta en Carcarañá (Santa Fe), equipada con tecnología importada de la firma Stork y bajo la supervisión del ingeniero holandés Tom Gezel.
Con este salto industrial, Cindor se convirtió en pionera en la producción de leche chocolatada lista para beber, superando a competidores que aún ofrecían cacao en polvo, como Vascolet o Toddy.
Durante las décadas del 60 y 70, la marca se expandió por todo el país, consolidando su identidad como sinónimo de infancia y sabor argentino. Susini insistía en mantener la calidad, actualizando maquinaria y procesos pese a las dificultades económicas locales.
Un legado que perdura
Cindor pasó luego a manos de Mastellone Hnos. y más tarde de Danone, pero el legado de su fundador sigue intacto. “Llevaba a Cindor en la sangre”, recuerdan sus hijas, quienes lo vieron trabajar día a día en la planta hasta su fallecimiento en 1978.
Más que una marca, Cindor se convirtió en un ícono de la industria láctea argentina, un símbolo de innovación y de la unión entre ciencia, tecnología y pasión familiar.






