El kéfir, una bebida fermentada de larga tradición y hoy muy popular por sus propiedades probióticas, fue evaluado por la revista Consumer, que analizó sus verdaderos beneficios, riesgos y los mitos que lo rodean.
Aunque actualmente está de moda, el kéfir no es nuevo. Su origen se remonta a las montañas del Cáucaso, donde los campesinos fermentaban la leche de cabra, vaca, camello o yegua en recipientes de piel. La palabra “kéfir” proviene del eslavo y significa bienestar o vivir bien.
¿Qué es el kéfir y por qué no es yogur?
El kéfir es considerado la leche fermentada más antigua. Tiene un sabor ligeramente ácido, una textura cremosa y una característica efervescencia natural que, al agitarse, forma espuma. Esta particularidad ha llevado a algunos nutricionistas a llamarlo “el champán de los lácteos”.
Su elaboración se realiza mediante la combinación de bacterias y levaduras, a diferencia del yogur, que solo utiliza bacterias lácticas. Esa doble fermentación —láctica y alcohólica— explica que algunos kéfires contengan trazas mínimas de alcohol (entre 0,05% y 0,5%), aunque en niveles insignificantes.
Beneficios: reales, pero con matices
Consumer señala que el kéfir puede:
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Mejorar la microbiota intestinal
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Ayudar en la modulación del sistema inmune
Sin embargo, no es apto para todas las personas. Quienes tienen enfermedades autoinmunes, problemas intestinales o tratamientos inmunosupresores deben evitarlo.
La velocidad de fermentación también influye en sus efectos:
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Fermentación corta (menos de 24 h): puede ser laxante.
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Fermentación prolongada: suele ser astringente.
Los kéfires comerciales suelen ser seguros y sin alcohol, pero las versiones saborizadas pueden incorporar hasta 12 g de azúcar por cada 100 g, reduciendo su valor nutricional.
Sobre la lactosa, Consumer aclara que el kéfir tiene menos que la leche, pero no es adecuado para intolerancias severas, porque la sensibilidad varía entre personas.
¿Milagroso? No tanto
Si bien es posible elaborarlo en casa, Consumer advierte que el proceso requiere estrictas normas de higiene para evitar contaminaciones, ya que los nódulos de kéfir son microorganismos vivos y sensibles.
Los especialistas consultados coinciden: el kéfir es una bebida con beneficios probados, pero no es una solución milagrosa. Su consumo debe ser moderado, consciente y ajustado a cada persona.
Fuente: ZizurArdoi
